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La medalla más grande

Comienza la Semana Mundial de la Lactancia Materna, justamente cuando se insta a la reflexión en torno a la necesidad de esta práctica vital. Los Juegos Olímpicos de este año demuestran que nunca habrá una razón lo suficientemente fuerte para impedir que pueda realizarse

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Cerrar la brecha: apoyo a la lactancia materna para todos. Ese es el tema de la Semana Mundial de la Lactancia Materna 2024, que transcurre cada año en los primeros siete días de agosto con el objetivo de elevar la toma de conciencia en torno a esta acción tan beneficiosa para la salud del bebé y también para la de su madre. Justo este año no podía haber otro eslogan que guíe las reflexiones de esta jornada cuando, en pleno desarrollo de los Juegos Olímpicos, se ha demostrado que siempre es posible favorecer esta modalidad de alimentación para los recién nacidos.

Solo de pensar que aún existen centros laborales donde no se han propiciado las condiciones para que la madre trabajadora no abandone la lactancia de su bebé, me indigno y me doy cuenta de que este evento multideportivo ha destruido todo tipo de prejuicios sobre el asunto.

París 2024 puso sobre la mesa muchos retos. Desde la elevada y variada propuesta artística de la ceremonia inaugural (listón bien alto para futuras sedes de los Juegos Olímpicos, incluso fuera de estadios) y la reducción drástica de emisiones de carbono, la igualdad de género en todos los espacios y momentos, hasta convertirse en un ejemplo vital de coexistencia posible y pacífica entre mujeres deportistas, campeonas en muchos casos, y su maternidad.

Allyson Félix, quien años atrás afrontó complicaciones durante su gestación y fue discriminada por esa condición para su desempeño en el atletismo, inauguró la primera guardería en la historia de estos eventos, la Pampers Nursery. Ella, poseedora de numerosas medallas, desde que integró la Comisión de Atletas del Comité Olímpico Internacional pensó en alternativas para apoyar a otras madres, y su ingenio permitió que madres e hijos hoy pasen más tiempo juntos entre los entrenamientos y las competencias.

En cuanto a aquellas que amamanten, el Comité Olímpico y el Deportivo Nacional de Francia dispusieron habitaciones en hoteles con este fin, como también se ha permitido que los bebés menores de un año entren a la Villa Olímpica dos veces al día para que puedan alimentarse de esta manera y los niños de hasta tres años con alguna discapacidad también puedan acceder.

Se rompen mitos y se favorecen conductas ejemplares. Aun cuando el Comité Olímpico Internacional ha compartido preocupaciones en torno al incremento del gasto calórico asociado a la lactancia y, por consiguiente, una pérdida de peso, realmente no se ha comprobado que las actividades deportivas influyan negativamente en la calidad de la leche materna ni que el hecho de amamantar impida el buen rendimiento de la atleta.

Deporte y lactancia son perfectamente compatibles. Ello condiciona en todo caso ciertos requerimientos como mantenerse bien hidratada la madre y alimentar a su bebé antes de ejercitarse para evitar incomodidades, como también es conveniente usar sujetadores que le generen confort en esa situación.

Esta experiencia evidencia, y reitero la reflexión, que no existe razón alguna para impedir esa relación vital entre madre e hijo. Nada puede ser más fuerte, y cuando ese pensamiento persiste aparecerán las soluciones viables para hacerlo posible en cualquier entorno.

Para las madres también queda demostrado que toda objeción para desarrollar su lactancia exclusiva durante los primeros seis meses de vida de su descendencia es injustificada porque ya vemos que hasta unas Olimpiadas, con todo el rigor que lleva, lo revela.

Ahí está la mexicana Janeth Gómez, deportista de halterofilia, combinando su maternidad con su primera participación en un cónclave de este tipo… La judoca francesa Clarisse Agbegnenou, seis veces campeona mundial, a quien puede verse con su hija entre sesiones amamantando… Las remeras de Nueva Zelanda Brooke Francis y Lucy Spoors alternando con sus hijas y sus competencias… La francesa Valériane Vukosavljevic y la supermamá holandesa Britt Eerland, baloncestista y tenista de mesa, respectivamente, comparten la motivación por el deporte y por la maternidad por igual…

Todas han sabido equilibrar sus aspiraciones deportivas con su disfrute maternal. La lactancia es de los primeros desafíos que debe superar quien recibe a un nuevo ser en sus brazos y es, para ese nuevo ser, la primera muestra de amor a la par de la primera acción vital que necesita aprender.

Ellas hoy se definen como incansables, tenaces, osadas, valientes y apasionadas… Luchan por obtener una medalla que las distinga ante la comunidad internacional y el público
amante del deporte. Sin embargo, desde el mismo instante que saben que una nueva vida se gesta en su vientre, comienza la verdadera «Olimpiada».

Aprender a ser madre requiere el entrenamiento diario, la típica dinámica prueba-error, el levantarse a pesar del cansancio y responder por las obligaciones para un mejor rendimiento de ambos y comprender cada vez que siempre se puede más. No siempre se reciben aplausos y premios, sin contar que en la televisión y en los periódicos no se habla del esfuerzo habitual del día a día, pero la gran medalla, la verdadera, está colgada en el cuello cuando el bebé se acomoda en sus brazos, se alimenta de su ser y la hace sentirse ganadora.

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