Jugar con el equipo nacional de Cuba fue siempre la aspiración de Christopher y hace solo unos meses logró cumplirla. Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 09/09/2023 | 07:33 pm
Entre tantas historias peculiares que adornan el deporte antillano, probablemente ninguna se parezca a esta que abordaremos hoy. Grosso modo, un niño que salió rumbo a otro país a una edad muy temprana, y dos décadas después, ya convertido en un jugador profesional, quiso representar por primera vez a su nación de origen en un torneo internacional. Sin mucha burocracia lo consiguió y por partida doble agitó la bandera cubana tras quedar campeón.
Contado así, de manera sucinta, pudiera parecer la sinopsis de una película de éxitos y sueños cumplidos. Ya saben, directores, tomen nota.
El protagonista se nombra Christopher Martínez Selles y nació el 24 de noviembre de 2000 en el habanero municipio de Cerro. Dos años y un mes después, en diciembre de 2002, marchó junto a su madre con destino a Portugal para reunirse con su padre, quien por motivos de trabajo emigró hacia esa nación europea en 2001. De su infancia en la Isla, claramente, poco recuerda.
Christopher le cuenta a Juventud Rebelde que los primeros tiempos allí no fueron difíciles. Con un clima más frío, al ser muy pequeño, no entendía mucho lo que estaba sucediendo, y eso le facilitó la adaptación a una nueva cultura y a un idioma diferente.
En Portugal, el deporte más popular es el fútbol y con cinco abriles el capitalino comenzó a practicarlo. Poco tiempo después se desvinculó y con ocho empezó a jugar balonmano. En su colegio realizaron una actividad relacionada con esta dinámica disciplina y los entrenadores quedaron muy satisfechos con las demostraciones del niño. Rápidamente conversaron con sus padres y lo captaron.
Prácticamente toda su formación la vivió en el club Passos Manuel —fundado en 1963 en Lisboa, la capital lusa—, al que llegó en el curso 2009-2010 y en el cual se mantuvo durante diez temporadas, de ellas nueve consecutivas. Considera que esa entidad es una muy buena escuela para el desarrollo de los jóvenes jugadores, pues les enseña con gran seriedad las bases del handball, y en su caso influyó notablemente en que se convirtiera en un atleta profesional.
Con ese equipo disfrutó una campaña muy buena que le abrió las puertas, hace un lustro, del Benfica, entre los clubes de más prestigio en esa nación. Allí conformó las plantillas del elenco junior y del segundo conjunto sénior, que le permitió coincidir con jugadores experimentados de mayor nivel, así como aprender de entrenadores cualificados.
Pero la gran oportunidad del cubano, que lo pondría a jugar con los mejores exponentes del balonmano luso, ocurrió en junio de 2020, cuando la asociación polideportiva profesional Os Belenenses, radicada en la urbe lisboeta, informó un acuerdo con él para defender al principal equipo en el campeonato de 2020-2021 de la Andebol 1, primera división. Los directivos y técnicos lo vieron como una apuesta de futuro para la construcción gradual del roster.
Lo cierto es que ha encajado muy bien en el colectivo y sus contribuciones en pos de los propósitos han puesto feliz a más de uno. En julio pasado la entidad comunicó que Selles será uno de los efectivos para el curso 2023-2024 y que asumirá su cuarta contienda sucesiva con 90 partidos y 140 goles al servicio de la institución, siendo, nuevamente, un activo importante en el ataque.
«Efectivamente, estaré otra temporada más con Belenenses, el plantel que me acogió en la división élite. Estoy muy contento, gracias a este conjunto he aprendido muchos elementos estratégicos de mi deporte, al tener centrales y otros jugadores muy avezados que me han ayudado a corregir ciertas cosas que hacía mal. En momentos difíciles siempre he tenido el respaldo de cada integrante, por lo que espero continuar allí varias campañas más», declaró.
En octubre de 2015 cinco antillanos fueron contratados en Portugal a través de la Federación Cubana de la disciplina. Yoan Balázquez, Reinier Justa, Alejandro Romero, Ángel Dariel Hernández y Pedro Veitía marcaron el camino para que otros atletas de la Isla, mediante esa vía, pudieran firmar con planteles profesionales de la nación europea.
En los años más recientes se han insertado jóvenes figuras como los habaneros Hanser Rodríguez y Víctor Dawkins, el matancero Ronaldo Almeida y otros a los que Christopher les manifestó su sueño de jugar con la selección nacional algún día. Luego contactó con el director técnico del equipo Cuba, Jover Hernández, quien fue uno de los responsables de que él cumpliera su anhelo, algo que no se complicó, por tener la nacionalidad cubana.
«Cuando recibí la noticia de mi aprobación en el conjunto antillano tuve una sensación muy buena. Ese siempre fue mi deseo. A pesar de solo haber vivido una pequeña parte de mi infancia en Cuba, es donde yo nací, donde nacieron y vivieron mucho tiempo mis padres; por lo tanto, fue un momento de bastante felicidad. Ellos se encargaron de mantener en mí la cultura cubana.
«Luego tuve la responsabilidad de representar a mi tierra en dos eventos internacionales: el Campeonato Mundial de Naciones Emergentes —categoría sub-24 años en Bulgaria— y los Juegos Centroamericanos y del Caribe de El Salvador, ambos en 2023. En el primer torneo estaba nervioso. Era el único muchacho que los entrenadores y varios jugadores no conocían, pero después, cuando coincidimos dentro y fuera de la cancha, nos entendimos muy bien y todo fluyó de la mejor manera.
«Mi mentalidad en el Mundial en Bulgaria fue ayudar al equipo en lo que hiciera falta. Al ver a nuestro conjunto y estudiar las otras selecciones, supe que estábamos entre los favoritos para obtener el primer puesto. Partido a partido nos propusimos metas y en mi caso yo conocía a algunos atletas, rivales que pasaron por la liga de Portugal o están activos en ella. Al
final, se cumplieron los pronósticos de varios y quedamos campeones», dice en un español casi perfecto.
En una entrevista que le realizó Juventud Rebelde a finales de mayo al director técnico Jover Hernández, este expresó que su discípulo fue la armonía para cada encuentro, al aportar tranquilidad y saber llevar con acierto cada choque desde el minuto cero hasta el 60 desde su posición de central. Al oír esas palabras, Martínez muestra satisfacción. Sabe que cuando un entrenador suelta frases de elogios significa que el deportista va en el camino indicado. En todo momento escuchó los consejos y las orientaciones de Jover y eso también le permitió crecer en el plano personal.
La increíble demostración de Christopher en suelo búlgaro, más el criterio favorable del coach principal del conjunto cubano, contribuyeron sobremanera a su convocatoria al representativo de la Isla que escaló al centro del podio en los juegos regionales de San Salvador. Su asistencia al casi centenario evento multideportivo representó uno de los pasos más grandes en su trayectoria, pues apostaron por sus capacidades, por primera vez, en un plantel nacional absoluto.
Sin importar los muchos días que permaneció lejos de su casa en Lisboa y de su familia, algo a lo que no está acostumbrado, disfrutó a tope la vivencia de alzar el trofeo en una competición excesivamente reñida, cuya final se definió con diferencia de un gol (Cuba 30-29 República Dominicana).
En cuanto a sus expectativas a corto plazo con las dos formaciones que defiende, asegura que pretende ser un efectivo de gran valor en Belenenses, a pesar de su juventud, y a la vez incidir en que el club se ubique en la parte superior de la tabla clasificatoria de la Andebol 1, pensando siempre en los puestos del tres al cinco.
En relación con la selección nacional no piensa en otra cosa que continuar esforzándose para que lo incluyan en futuros compromisos internacionales. Vive convencido del verdadero nivel que presenta el balonmano antillano y mostrarlo al mundo es su voluntad.
Chris tiene muchos sueños por cumplir. Es una persona que se propone metas y cuando las alcanza, pues se propone otras y así, afirma. Cree que siempre se puede aprender un poco más y con ese pensamiento enfrenta la vida.
«Sobre lo último que me preguntas, te digo que asumo ser cubano con gran orgullo. Cada vez que visito Cuba siento que pertenezco a allí, siento su cultura presente. Cuando escucho el nombre de mi país las primeras cosas que vienen a mi cabeza son casa, familia y amor. Creo que nunca debe faltar el amor por el país donde se nace», finalizó el internacional de 22 años.