Omar no perdió ninguna de sus partidas y se quedó con el título del Open de Maia. Autor: Cortesía de la fuente Publicado: 10/09/2022 | 07:28 pm
Desde principios de agosto hasta ahora, el ajedrez cubano ha tenido una pequeña seguidilla de desempeños bastante destacados. Por este orden: los lugares 19 de ambos equipos en la Olimpiada Mundial en Chennai, India; el título del camagüeyano Carlos Daniel Albornoz en el Open de Mirandela, Portugal; el tercer puesto del habanero Omar Almeida en el torneo de blitz Douro Cruise; y pocos días después el cetro del propio Almeida en el Abierto de Maia, ambos realizados también en tierra lusa.
En esa última justa, luego de nueve rondas, el capitalino terminó en la cima con actuación invicta de seis éxitos y tres igualadas, que le permitió acumular 7,5 unidades y sumar 17 puntos a su coeficiente Elo en vivo.
Omar, uno de los más experimentados en la selección masculina antillana, le concedió gentilmente una entrevista a Juventud Rebelde y aprovechó para adelantar los certámenes en los que tiene previsto participar en el resto del año: una lid en Cancún, México (octubre); un cerrado en Montreal, Canadá (noviembre) y el Memorial Internacional Carlos Torre, en México (diciembre).
—Un mes después de la Olimpiada Mundial de Chennai, ¿cuáles son tus impresiones?
—La Olimpiada fue una gran experiencia para todos y en especial para mí. La edición de Batumi, en 2018, nos dejó un mal sabor de boca por el lugar obtenido. Mi actuación en esta ocasión creo que fue buena, pero pudo ser mejor. Empecé muy bien, estaba entre los medallistas hasta la ronda ocho, pero mi derrota con el rival de Andorra me quitó esa posibilidad. Fue muy duro porque me sentía en gran forma. También hice varias tablas en las que tuve buenas posibilidades de triunfar.
«Tengo que reconocer además el desempeño de mis compañeros, muy destacado la verdad. Mostramos unión y armonía y eso nos ayudó bastante. Igualmente debo resaltar que gracias a que jugamos par de torneos en España, antes de la Olimpiada, logramos entrar más rápido en juego y adaptarnos al horario y demás cuestiones, algo que no sucedió en Batumi».
—Fue duro el revés ante un adversario asequible como el andorrano Josep Maria Ribera.
—Sí, esa partida fue muy dolorosa para mí. Tenía mucha ventaja y de pronto se me empezaron a ir jugadas lógicas en el cálculo. El contrario aprovechó un par de imprecisiones y fue muy preciso, y luego no pude salvar la partida. Es una sensación muy mala cuando se pierde y más en estos torneos por equipos, que se depende de los resultados individuales. Quiero agradecer al capitán Rodney Pérez por la confianza depositada en mí, al colocarme en la alineación en la siguiente ronda contra el fuerte equipo de Francia.
—Luego, en el Abierto de Mirandela, perdiste tu último compromiso y ese resultado te alejó de los puestos cimeros.
—En Mirandela estuve muy bien también, pero en la última ronda perdí y no quedé en lugares de avanzada. Me sentía en buena forma, aunque a veces el deporte suele ser injusto y te juega malas pasadas. Después, en Maia, intenté olvidar la derrota en Mirandela y comenzamos con un torneo rápido previo al certamen principal. En ese evento relámpago finalicé en el tercer lugar y si bien fue solo un torneo de blitz, me animó bastante para el Clásico.
—Ese Open de Maia lo jugaste prácticamente con tu mejor versión ajedrecística. De hecho, quedaste campeón de manera invicta.
—En ese Open realmente existió un gran nivel. Concursaron 11 Grandes Maestros, más de 20 Maestros Internacionales y más de 50 titulados. Yo era el número nueve por el Elo en la preclasificación, sabía que era un torneo muy fuerte y exigente, pero me centré en jugar muy concentrado y sereno. Tarde o temprano sabía que podría obtener un gran rendimiento. Al final, muy contento por como se me dieron las cosas y por aprovechar las oportunidades en momentos cruciales para ganar el campeonato.
—¿Fue la partida ante el noruego Christiansen la más complicada?
—Sí, la partida más difícil fue en la octava ronda, con el GM noruego Johan-Sebastian Christiansen. En ese entonces tenía un punto de ventaja sobre mis más cercanos perseguidores y jugaba con piezas negras. Era vital para poder alcanzar la victoria no perder ese encuentro. Hubo momentos en los que estuve ligeramente inferior, pero con posición defendible. Por suerte la partida terminó en tablas y seguí solo en el primer lugar, a falta de la última ronda. Esto me aseguró casi el éxito en el torneo.
—Otro compromiso muy interesante fue el sostenido frente al jovencito español. Le cortaste todo el impulso que traía al rendirlo. Tanto, que sus dos siguientes compromisos, los últimos, también los perdió.
—Esa partida fue muy tensa. El contrario fue un niño de 14 años con mucha proyección, realmente llevaba un torneo sorprendente, aprovechando las ventajas en sus encuentros se coló con 5.5 puntos de seis posibles. Preparé bien ese compromiso para no cometer el mismo error, digamos, que sus rivales anteriores: el exceso de confianza.
«Gracias a mi experiencia jugué sin confiarme y sobre lo seguro. Estuve con mucha ventaja desde la apertura, aunque luego no jugué muy exacto. Era él quien debía defenderse constantemente y en los apuros de tiempo pudo lograr tablas, pero la presión le jugó una mala pasada y terminé ganando».