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Cuba y la aventura hacia el primer triunfo

Los Juegos Centroamericanos de La Habana 1930 significaron el debut de nuestra selección nacional de fútbol. Conozca los detalles del título conseguido entonces por los Gallos de Pelea del Caribe

Autores:

Enio Echezábal Acosta
Alfonso Moncada

Los 2dos. Juegos Centroamericanos y del Caribe se celebraron en la capital de Cuba entre el 15 de marzo y el 5 de abril de 1930. Aquella fue la primera cita multideportiva que tuvo a nuestro Archipiélago como anfitrión y rey del medallero gracias a una cosecha de 28 títulos, 19 preseas de plata y 21 de bronce, para un total de 68 podios.

Entre todos los momentos relevantes de aquel gran certamen, estuvo el oro del fútbol, un deporte que en esa época era, sin duda alguna, el rey dentro de la afición nacional. No obstante, aunque aquel certamen en particular dejó varias huellas fundamentales en la historia del balompié para la Mayor de las Antillas, el camino de aquella selección hasta la corona centrocaribeña estuvo lleno de obstáculos que al final, afortunadamente, resultaron superados.

Crónica de una exclusión fallida

El primer freno que vivió el fútbol de cara a La Habana 1930 fue directamente la exclusión, pues resulta que el Comité Olímpico Cubano (COC), institución encargada de organizar la cita y armar el programa competitivo, decidió no poner esta disciplina entre las que tomarían parte de los Juegos.

Ante tal desmán, dos periodistas del diario El Heraldo de Cuba: el cubano Eladio Secades y el español Miguel Pascual, gran defensor de nuestra identidad nacional, encabezaron una campaña mediática de gran escala para lograr la inclusión del deporte más universal en la lid múltiple. 

Gracias al empuje de ambos cronistas, finalmente el COC dio su brazo a torcer y sumó al fútbol dentro del dichoso programa. Como consecuencia de aquello, ya el 4 de septiembre de 1929 la Asociación de Fútbol de Cuba (AFC) dio su autorización para conformar oficialmente a la selección nacional de balompié de nuestro país, Pascual y Secades como primer director técnico y entrenador auxiliar, respectivamente.

Unos Gallosmuy cubanos (o casi)

Al tomar las riendas del plantel, los periodistas decidieron que armarían un elenco exclusivamente con atletas nacidos en Cuba, lo cual dio inicio a una suerte de guerra «sorda» entre ellos y la Federación de Fútbol de La Habana (FFH), organismo en el que la influencia española era superlativa y al cual no le gustó demasiado la idea de aquel equipo ciento por ciento «criollo».

Mientras medios como Diario de la Marina, Excélsior, El Mundo o La Época buscaban demeritar al plantel en ciernes, sus cabecillas decidieron adoptar
el mote deportivo de los Gallos de Pelea del Caribe, por considerarlo muy vinculado a la identidad del verde caimán. En ese sentido, aprovechamos para reivindicar el uso de ese como el apodo real de la selección en detrimento del de Leones que se usa en estos tiempos, como una forma de respetar la memoria histórica de nuestro deporte.

Para las equipaciones, se eligieron dos variantes: una primera, con camiseta blanca, pantaloncillos azules y medias rojas,  y otra alternativa, integrada por una camiseta roja, shorts azules y medias que podían ser rojas o azules también.

La primera convocatoria inicial de la selección sucedió el  21 de noviembre de 1929. La lista estuvo formada por hombres del club oriental Dolores FC y de varios elencos habaneros, quienes tuvieron su debut no oficial el domingo 8 de diciembre ante el Iberia FC en el Gran Stadium Cerveza Tropical.

Aquel día, el club habanero se negó a ceder a los dos cubanos en su plantilla que eventualmente formarían parte de la selección. Así, Pedro Ferrer y Manuel «Bebito» Villaverde alinearon por los «ibéricos» y fueron ellos mismos quienes causaron la derrota del Cuba, al anotar los dos goles que anularon el tanto de Mario López y decretaron el triunfo «español».

A pesar de la derrota en aquel encuentro, el nivel demostrado por los cubanos fue muy alto, por lo que la prensa rival se retractó y desde entonces comenzó a mostrar más respeto por ellos en sus textos. 

Resuelto el tema de la prensa, vinieron otras dificultades. Primero, los futbolistas orientales, carentes de alojamiento y otras condiciones básicas para mantenerse en La Hababa, debieron marcharse a su tierra. Luego, la presión ejercida por la FFH causó la renuncia de Secades y Pascual, quienes fueron sustituidos temporalmente por el escocés William A. Campbell, delegado de la FIFA para el área.

Finalmente, Campbell cedió esta responsabilidad a los españoles Antonio Orobio, exjugador, fundador del Hatuey y técnico del Fortuna SC; Gonzalo Piñeiro, DT del Iberia FC; y Martín Santos, DT del Deportivo Centro Gallego. 

Tras la llegada del nuevo trío de mánagers, empezaron a llegar las ayudas en forma de balones, espacios, ropa, transporte, atención médica y otros recursos que permitieron a los atletas contar con mejores condiciones para la preparación. 

A inicios de febrero, los entrenadores decidieron sumar al español Ignacio «Pato Macho» Pérez y al húngaro Lazslo Toth Tákacs, curiosamente conocido como Luis, el polaquito. Esto trajo nuevas protestas por parte de los cubanos, aunque la ley migratoria de entonces era clara y, como ambos estaban nacionalizados, quedó claro que tenían derecho a estar en el elenco. 

Tras un segundo partido, efectuado el 24 de febrero de 1930 y saldado con triunfo de 3-1 ante el poderoso club Juventud Asturiana, la selección quedó compuesta oficialmente por los porteros: Ricardo «Zamorita» Más Veliz (Fortuna SC) y Enrique «Capitán Cerebro» Fernández Parajón (Fortuna SC).

Mientras, en el rol de jugadores de campo, fueron elegidos Rafael Ricardo «El oriental» Gómez (Catalunya SC), José Manuel «El mexicano» González (Olimpia SC), Manuel Villaverde López (Iberia FC), Sergio Luis «El tigre» Casanova Ochoa (Olimpia SC, camagüeyano), Vicente «El galleguito» Rodríguez Díaz (Catalunya SC), Pedro Ferrer Murlá (Iberia FC), Enrique Ferrer Murlá (Catalunya SC; primer cubano en jugar para el Real Madrid, Mario López Alfonso (Olimpia SC), Antero «Neno» Valdés Mieres (Olimpia SC), Antonio «Ñico» García Fernández (Catalunya SC), Gabriel Becerra Álvarez (Olimpia SC), Aurelio «Tanque» González (Catalunya),
Rolando Rosillo (Deportivo Centro Gallego, antes del Dolores FC) y Ángel «Cucaracha» Martínez García (Dolores FC; único jugador que vivía fuera de la capital).

Cuba, campeón inobjetable

Poco a poco fueron llegando Jamaica, Honduras, Costa Rica, El Salvador y Guatemala, restantes equipos que tomarían parte del torneo. Cabe destacar que con todos ellos los anfitriones habaneros tuvieron atenciones y gestos favorables que estuvieron bastante por encima del trato que se dio a los propios cubanos.

Una vez organizado el certamen, en el grupo A quedaron ubicados cubanos, jamaiquinos y hondureños, mientras que el B incluyó a ticos, salvadoreños y chapines.

La aventura centrocaribeña comenzó oficialmente el 16 de marzo de 1930 sobre la cancha del Gran Stadium La Tropical, actualmente conocido como Pedro Marrero. Ese día Cuba derrotó a Jamaica (3-1) con doblete de Mario López (25’ y 48’) y otro tanto de «Neno» Valdés (61’).

El 20 de marzo, los Gallos repitieron la sonrisa, pero esa vez con goleada de 7-0 ante Honduras. El hombre del partido fue de nuevo Mario López, autor de un póker, aunque también destacaron Rolando Rosillo con par de dianas y Antero Valdés con una más a su cuenta. 

A la segunda fase, que se jugó con formato de todos-contra-todos, avanzaron cubanos y hondureños por su llave, mientras que costarricenses y salvadoreños lo hicieron por el otro apartado.

El 23 de marzo, los cubanos comenzaron su paso por esta nueva etapa endosándole una manita (5-0) a los catrachos, con hat-trick de Enrique Ferrer y doblete de Gabriel Becerra. 

Una semana después, el 30, se midieron con Costa Rica en un partido de alta intensidad en el que lograron vencer por cerrado marcador de 2-1. Primero, anotaron los ticos mediante Rafael «Macho» Madrigal al 23’ y al borde del primer tiempo los cubanos empataron gracias a «Ñico» García. El gol del triunfo llegó al 42’ mediante una acción de «Cucaracha». Tras el pitazo final, hubo algunos altercados e, incluso, el árbitro fue agredido por jugadores ticos. 

Como consecuencia del revuelo mediático causado por el polémico choque ante los costarricenses, vino la renuncia de los técnicos cubanos y Campbell se vio forzado a regresar como director interino para el duelo final.

El 1ro. de abril de 1930, Cuba se corona campeón invicto al dominar por 5-2 a un combativo elenco salvadoreño. Dos goles per cápita de Ángel Martínez y Antero Valdés, más uno de Rosillo, garantizaron el primer título oficial de la selección.

Posteriormente, los clubes cubanos agasajaron a los visitantes, no tanto como a los «cubiches», quienes campeonato aparte, siguieron siendo vistos por encima del hombro por sus antiguos colonizadores. 

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