Jugadoras como Dezirett Madan, Claudia Tarín y Thalía Moreno destacaron en lo individual por Cuba en varios desafíos. Autor: NORCECA Publicado: 20/09/2021 | 11:30 pm
Cuando el inevitable decursar del tiempo nos hizo despedirnos, muy a nuestro pesar, de la época dorada del voleibol femenino cubano; esa que nos regalaran por años las espectaculares morenas, muchos albergaron la ilusión de que las nuevas generaciones lograrían mantener a Cuba en los planos estelares del voleibol mundial.
Sin embargo, es ya numerosa la cifra de eventos que se han suscitado por más de una década y la esperanza, aun cuando ha tenido cortos períodos de reverdecimiento, continúa apagándose con cada torneo que pasa sin que una selección de nuestro país saque más victorias que derrotas de las canchas, ya sea a nivel continental o en justas del orbe en las diferentes categorías.
La última oportunidad que tuvo un plantel femenino antillano de mostrar fortaleza en sus signos vitales, se la concedió la Copa Panamericana de la disciplina, cuya jornada final tuvo lugar el pasado fin de semana en República Dominicana.
Pero la lid, lejos de despejar dudas en torno a la salud del deporte de la malla alta criollo en su versión para damas, volvió a despertar preocupación, por supuesto, todo a raíz de los resultados de Cuba en el certamen.
En cinco ocasiones salió la joven armada cubana al mondoflex del Pabellón de Voleibol Ricardo «Gioriver» Arias de Santo Domingo y solo en dos de los partidos lograron concluir victoriosas. Recapitulemos.
Primero cayeron ante las anfitrionas dominicanas en parciales corridos de 17-25, 12-25 y 20-25 y después las silenció Canadá, también 3-0 (25-11, 25-14, 25-10).
En la tercera fecha de actividades fueron doblegadas por México, aunque es válido señalar que las chicas que dirigió el técnico Joel Olazabal, bien pudieron haber cambiado el final de la historia, pues solo entregaron el triunfo tras dura batalla que concluyó en cinco sets: 22-25, 26-24, 17-25, 25-16, 15-10.
Fue el equipo de Estados Unidos quien posteriormente doblegó al conjunto antillano 25-11, 25-17, 25-18.
Su única víctima durante todo el campeonato, que se realizó bajo un formato de eliminación round robin, fue su similar de Puerto Rico, quienes sucumbieron ante las cubanas primero en cuatro sets 15-25, 25-21, 25-20, 25-19 y más tarde por barrida de 25-19, 25-23 y 25-20 en el enfrentamiento por el quinto puesto de la lid.
Evidente, en toda competencia, los triunfos, aunque sean pocos, siempre son bien recibidos, sobre todo cuando te sabes poseedor de un equipo joven e inexperto que va dispuesto a medirse contra conjuntos que acumulan muchas millas en sus hojas de vuelo.
No obstante, las estadísticas de las muchachas en cada desafío, proporcionadas por el sitio web de Norceca, las muestran con un acumulado total de 172 puntos por ataque, 45 por bloqueo y 21 por el servicio, lo cual nos invita a pensar que los éxitos alcanzados en el torneo panamericano no hubieran llegado si el equipo boricua, a la postre único plantel que se fue sin sonrisas de territorio quisqueyano, se hubiese presentado en mejor forma.
Y en este punto vuelvo sobre mis pasos para, a riesgo de caer en reiteraciones, apuntar que la Copa Panamericana de voleibol fue una prueba que se mostró exigente con nuestra novel selección, un grupo cuyas jugadoras apenas exhiben 18 y 19 años de edad.
Les demandó sobre todo maña y perspicacia, habilidades que con suerte, les llegarán con el tiempo, siempre y cuando se mantengan juntas como equipo e interviniendo en cuanto torneo asome la nariz en el calendario competitivo, porque en materia de deportes, el hábito también hace al monje.
Las nuevas contrataciones de voleibolistas cubanos en el exterior, que para esta temporada 2021-2022 vio cómo se incrementó el número de atletas mujeres inscritas en clubes foráneos, puede ser sin duda un tratamiento eficaz para sacar del letargo a la disciplina entre las damas.
Su juventud y la confianza que depositemos en esta nueva generación, son otras recetas a las que habrá que apelar, si es que queremos mantener vivas las expectativas de un despertar.