Equipo de futbol de Cuba, los Leones del Caribe. Autor: Tomada de Facebook Publicado: 05/07/2021 | 11:34 pm
La descalificación de la selección cubana que se disponía a competir en las eliminatorias para la Copa Oro 2021 ha sido la noticia más desagradable para el deporte cubano en estos últimos días y posiblemente la peor del presente año.
A priori, cualquiera que no sepa de lo que hablamos, pensaría que los Leones del Caribe cayeron goleados ante su rival de turno. Lo que pasa es que, a pesar de que algo así hubiera significado una enorme tristeza para ese prometedor grupo de atletas y también para la afición, lo peor de todo es que los hombres que dirige Pablo Elier Sánchez no pudieron siquiera viajar hasta Miami, estado de la Florida, para disputar el encuentro contra Guyana Francesa.
Concentrados en Nicaragua, en donde se hallaban con el objetivo de solicitar el visado estadounidense, a los hombres del plantel de las cuatro letras les fue negado ese documento y, como consecuencia, fueron eliminados automáticamente del torneo, algo de lo que dio parte la Confederación de Norteamérica, Centroamérica y el Caribe de Fútbol (Concacaf).
Según la nota publicada en su sitio web, la Concacaf reportó que las dificultades que imposibilitaron la expedición de la visa para los jugadores y equipo técnico de Cuba, estuvieron relacionadas con los protocolos sanitarios en tiempos de la COVID-19, pues según los encargados del balompié del área, los nuestros no cumplieron con el régimen de pruebas exigido y ello llevó a Estados Unidos a negarles la entrada a su país.
Inmediatamente, la respuesta de los jugadores, encabezados por Onel Hernández, fue contundente, señalando a los directivos del balompié regional como principales cómplices de esta injusticia que lo privó a él y a sus compañeros de poder salir a la cancha a buscar su boleto, luego de un mes de concentración y entrenamiento alejados de sus familias.
Queda bastante claro que nuevamente el Gobierno estadounidense intervino a través de la Concacaf para inhabilitar a los deportistas cubanos de su derecho a competir legalmente y alcanzar sus objetivos. Lo que hace muy poco tiempo estuvo a punto de suceder con el equipo nacional de béisbol, que sí logró ir al torneo preolímpico, ahora alcanzó un nuevo límite y quién sabe si no se repita en el futuro.
Politizar el deporte es una actitud tan irrespetuosa y condenable como el dopaje, los sobornos o el robo de talentos. Manchar el deporte de esa forma, haciendo que factores totalmente ajenos a la rivalidad sana sobre el terreno marquen los resultados, muestra un comportamiento tan aberrante y segregacionista como juzgar a alguien única y exclusivamente por su raza, género, orientación sexual o creencia religiosa.
Desde Washington llevan décadas atacando, en prácticamente todos los sentidos imaginables, a la Mayor de las Antillas, como una forma de expresar su descontento con la forma en que se hacen las cosas de este lado del mar. Cierto es que estar en desacuerdo no es un crimen ni mucho menos, pero tampoco resulta razón para condenar y sancionar a otros, mucho menos si son atletas cuyo único objetivo es defender los colores de su nación de la mejor forma posible.