Y nuestro boxeo femenino, querido lector, ni piedras trae. Autor: LAZ Publicado: 13/04/2019 | 07:54 pm
Cuba se está quedando atrás. Y no, no hablo de transporte ni de tecnología. Hablo de boxeo. Nuestra escuadra masculina campea por su respeto en cuanta plaza se presenta. Nombrar las cuatro letras en un evento pugilístico es sembrar, entre los rivales, el temor a la tormenta que se avecina. Es saber que tendrán que morir sobre el encerado para vencer a los nuestros. Nos hemos ganado ese derecho a lo largo de los años. Pero, insisto, nos estamos quedando atrás. Cuando la próxima edición de la Serie Mundial de Boxeo comience, si es que ve la luz luego de los escándalos de corrupción en las más altas esferas de la Asociación Internacional de Boxeo Aficionado (AIBA), se competirá en ocho divisiones masculinas y, escuche bien, en cuatro divisiones femeninas. Si bien esto aún no está confirmado, cuando el río suena…
Y nuestro boxeo femenino, querido lector, ni piedras trae.
Domadores
Nelsy Torres tiene 21 años y cada día se levanta temprano para entrenar. Su aspiración mayor es poder competir de manera oficial.
«Yo como boxeadora necesito que legalicen el boxeo porque quiero cumplir un sueño. Si no me dan la oportunidad están frenando los derechos de la mujer. Mientras otros países avanzan con resultados, Cuba se está quedando atrás. Estoy segura de que podemos tener los mismos resultados que los hombres. Mejores, incluso. No podemos esperar a que sigan pasando y pasando generaciones de boxeadoras, y que no podamos llegar a nada», dice impotente.
Rolando Acebal, timonel de nuestra principal escuadra boxística, confiesa que no ha visto pelear a ninguna chica aquí en Cuba, pero no esconde su opinión de que podríamos tener buenos exponentes en un futuro. «Actualmente, en el mundo, los países que practican el boxeo masculino también lo practican en el femenino, y no se ha visto ningún daño a la salud de las atletas. Si hubiera sido de otra forma, se hubiese detectado y todo habría terminado».
«Hay entrenadores cubanos en el extranjero que trabajan con el boxeo femenino. Pienso que no debemos negarles ese derecho a las mujeres que tienen deseo y han solicitado la oportunidad de entrenar y competir. Incluso hay madres abogando por la oportunidad de sus hijas. Se nos ha dicho que están analizando, haciendo estudios médicos, pero ya llevamos algunos años y nos estamos atrasando en ese sentido».
La historia: Un ring en los estrados
Lo de las chicas con sus jabs, sus uppercuts y sus ganchos no es lluvia que acaba de caer. Ya desde el siglo XVIII se registran combates deportivos entre mujeres en esta disciplina. La londinense Elizabeth Wilkinson, en 1722, es la campeona más antigua de la que se tenga noticia. Poco más de una centuria después se peleó por primera vez en este lado del Atlántico, cuando la campana sonó para que se enfrentaran, ring por medio, en 1876, las norteamericanas Nell Saunders y Rose Harland, en tierras estadounidenses.
En 1954, casi 80 años después, se pudo ver por televisión un cartel femenino. Una de las púgiles que aparecieron en la «caja mágica» fue Barbara Buttrick, una de las boxeadoras más famosas de todos los tiempos.
Fue Estados Unidos el país en el que más se desarrolló el boxeo femenino, a partir de aquella pelea del siglo XIX. Entre 1975 y 1978 algunas mujeres solicitaron licencias para boxear. Particularmente importante fue el juicio exitoso que las boxeadoras Cathy «Cat» Davis, Jackie Tonawanda y Marian «Lady Tyger» Trimiar llevaron adelante contra el estado de Nueva York, ante el rechazo de las peticiones de licencia de ellas. La amplia difusión mediática de estos hechos orientó la atención pública hacia esta disciplina.
Sin embargo, la permanencia de restricciones y prejuicios trajo como consecuencia que en 1987 Lady Tyger realizara una huelga de hambre de un mes por los derechos de las mujeres en el boxeo.
Como se puede apreciar, algunas de las peleas más importantes de la historia del pugilismo para damas no se han librado sobre el encerado, sino en los tribunales. Cinco años más tarde de aquella huelga de hambre, en 1992, la boxeadora de Massachusetts Gail Grandchamp dio un nocaut al sistema, al lograr que la Corte Suprema del estado reconociera su derecho a boxear, luego de ocho años de juicio. En aquella oportunidad, la Corte sostuvo que era ilegal que un funcionario denegara la licencia para boxear, con el único argumento del sexo del solicitante. Pese a ello, Grandchamp no pudo practicar el boxeo, porque ya había superado la edad máxima de 36 años establecida para los boxeadores amateurs.
En 1993, la asociación USA Boxing, encargada del boxeo amateur en Estados Unidos, aceptó regular el boxeo femenino en todo el país, luego de que la adolescente Dallas Malloy, de 16 años, le ganara en las cortes un juicio federal por discriminación.
A pesar de toda la historia oficial y extraoficial, de todo ese bagaje que se remonta hasta el siglo XVIII, no fue hasta el 15 de marzo de 1996 que se produce el hecho que es considerado por muchos como el nacimiento del boxeo profesional femenino moderno. Nos referimos, en este caso, al combate entre Christy Martin y Deirdre Gogarty. Ese mismo año, la Asociación de Boxeo Amateur del Reino Unido derogó la prohibición de boxear para las mujeres, que databa de 1880, y un año después, en julio de 1997, se realizó el primer campeonato de boxeo femenino de Estados Unidos. En los años siguientes otros países fueron autorizando y organizando esta disciplina, en el apartado femenil, y se consagraron campeonas mundiales en todas las categorías. Es por ello que resulta difícil entender que, en un país como el nuestro, en donde no se establecen distinciones de raza ni género, no tengamos aún la instrumentación legal ni institucional que permita a nuestras chicas subirse a un ring y defender con sus guantes la camiseta de las cuatro letras.
El boxeo se incluyó por primera vez en el programa olímpico moderno en 1904, en St. Louis, pero no fue hasta Londres 2012 que las mujeres pudieron pelear bajo los cinco aros.
En la cita británica, las mujeres compitieron en tres categorías de peso y tomó parte un total de 36 boxeadoras. El Comité Ejecutivo del Comité Olímpico Internacional (COI) todavía se negaba a incluir el pugilismo femenino como deporte de demostración en el programa de los Juegos cuatro años antes, en Beijing.
El tiempo para los combates de boxeo femenino en citas estivales es de cuatro asaltos, a dos minutos cada uno, a diferencia de los hombres, que pelean en tres momentos de tres minutos.
Si tenemos en cuenta nuestro recorrido, en el cual el boxeo ha sido, sin dudas, el deporte que más títulos olímpicos y mundiales ha reportado a las vitrinas de nuestra historia, nada nos quita el derecho de pensar que podríamos, con un poco de tiempo, convertirnos en una potencia del pugilismo femenino. Lo firmo, y le pongo cuño.
Cuba, ¿noqueada?
Quizá uno de los aspectos que más frene a la Federación Cubana de Boxeo sea el tema de la seguridad de las muchachas sobre el ring. Al respecto, Rafael Lerena Nápoles, jefe del cuerpo médico del equipo nacional de este deporte, opina que no hay nada de qué preocuparse en este particular.
«Nosotros, por desgracia, en estos momentos no tenemos en la escuadra a ninguna atleta. El problema es que aún no se ha autorizado por las instancias competentes que el boxeo femenino cubano empiece. Estamos en espera de eso».
El facultativo dice que «no se ha visto jamás un daño a la salud de esas muchachas». Al respecto, explica que «el riesgo en el deporte está en todas las especialidades. Las personas tienen riesgo de lesionarse, incluso, caminando por la calle. Ahora bien, los riesgos en el alto rendimiento siempre se minimizan. La atleta cubana ha incursionado satisfactoriamente en todas las disciplinas deportivas habidas y por haber, sobre todo en las especialidades de combate. ¿Entonces por qué no en el boxeo? Cuba ha demostrado, con resultados, calidad en el boxeo desde el triunfo de la Revolución, y ha dejado claro que somos una fuente, una cantera, de buenos boxeadores. ¿Por qué no tener boxeadoras?»
«Bebo» Alcántara, de 76 años, exbodeguero y fanático del boxeo desde niño, no entiende por qué las mujeres deben pelear en un ring. «El boxeo es un deporte de caballeros. Mi papá me lo decía siempre cuando mi mamá protestaba por lo violento de los combates. Ahora bien, a mí me encanta el boxeo, pero no veo nada de atractivo en ver a dos mujeres dándose «trompadas». Las mujeres son más delicadas. Creo que perderían hasta la feminidad»
Por otro lado, el alma del ring, los protagonistas, quienes viven a diario las intríngulis de este deporte, tienen opiniones favorables sobre el desarrollo de ellas en el pugilismo. El ligero welter Andy Cruz, considerado el boxeador más completo de Cuba en estos momentos, manifestó su apoyo: «Me gusta mucho que tengan en cuenta también al boxeo femenino. He visto pelear a mujeres cubanas, muchas han venido de otros deportes. Me han gustado, he visto que tienen calidad y sé que en un futuro pueden lograr grandes cosas. Estoy seguro de que en poco tiempo van a alcanzar la misma altura que ha logrado el boxeo masculino».
Rolando Acebal explica que en Cuba las mujeres han tenido resultados en deportes como el judo, las pesas o la lucha. «Por tradición, la mujer cubana es valiente, luchadora, sacrificada. Son el ejemplo de Mariana Grajales, y han demostrado a través de los años que son capaces de desempeñar cualquier tarea».
Ojalá estas voces sirvan de recto al mentón para cambiar mentalidades. Ojalá el freno y la falta de decisión no se recuperen al conteo de protección de la lógica. Queremos escuchar nuestro Himno Nacional mientras, sobre un ring, el referee levanta el brazo a una muchacha cubana.