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Teatro Adentro: más allá de lo que ves

La comunidad artística nacida en Santa Clara lleva 13 años recorriendo el país para compartir su esencia creativa, la pluralidad de sus voces y, sobre todo, el deseo de trascender desde lo más humano

 

Autor:

Ana María Domínguez Cruz

Hablar de la guerra duele, pero «la guerra no es solamente para los que toman los fusiles». ¿Las historias están bien contadas? ¿Y qué viene detrás del silencio? ¿Dónde recostamos la cabeza cuando nada tiene sentido? Edith Piaff, Víctor Jara, Luis Eduardo Aute, Atahualpa Yupanqui… Tantos dolores, tantas lágrimas y la risa a ratos, ¿y la esperanza?

Sales con tantas preguntas en tu mente y agradeces que te hayan hecho pensar tanto; que la reflexión haya sido motivada entre canciones, sarcasmo, ironías, incluso humor negro, más consciente de que la posguerra no existe porque las guerras nunca terminan.

La salvación, un cabaret de posguerra la tomó como pretexto. Enhorabuena. Fue durante el mes de julio en La Habana, en Fábrica de Arte Cubano. Antes fue en Holguín, en Santiago de Cuba y, por supuesto, en su natal Santa Clara. Pronto será en Cienfuegos. La comunidad artística Teatro Adentro sabe muy bien lo que hace al fusionar sus voces, sus intelectos, sus necesidades e inquietudes para «parir» lo que se convierte, fuera de la escena, en oportunidades de crecimiento personal para todo espectador. Son jóvenes, son incansables y tienen bien claro lo que les motiva.

Luego de admirar las actuaciones de Verónica Medina, Elieter Navarro, Wendy Oliva, Dorian Díaz de Villegas y Andrés Castellanos, conversar con el actor y director de Teatro Adentro fue una urgencia, porque la puesta en escena es de ellos y de nosotros, de todos…

La salvación, un cabaret de posguerra, trae a la escena el cabaret político para hablar de temas muy serios en un ambiente singular. ¿Por qué?

—Es una experiencia teatral que ya se ha visto en nuestros escenarios a nivel conceptual. Esta modalidad nos da la opción de trasgredir, de romper ciertos espacios de la comodidad que conlleva la butaca teatral para problematizar desde otra mirada.

«El mundo, sus dolores, la violencia, el maltrato, la guerra, son temas que nos atormentan y siempre tratamos de una manera u otra de llegar a ellos. Tuvimos un proceso de creación colectiva muy intenso. La guerra es una justificación para hablar de muchas guerras que van más allá del conflicto bélico.

Foto: Ana María Domínguez Cruz

«¿Cuántos tipos de guerra existen? En Teatro Adentro no solo hablamos de ella cuando hay tiros y cañones y muertos inocentes, sino también cuando hay relaciones turbulentas entre las personas, cuando hay manipulación mediática, cuando hay sobreexplotación de la riqueza y tantos fenómenos que intentamos incluir, a veces de una manera más simbólica y otras más cruda, con la intención de colocarnos frente a un espejo y revelarnos.

«Entre tanto, nos interesa mucho la esperanza, y ahí la colocamos. El propio título de la obra menciona la posguerra… ¿y es que acaso existe? Sabemos que esta obra podrá ser vista, lamentablemente, mañana y dentro de diez años, porque mantendrá su vigencia.

«Las actrices tienen el don especial para cantar, bailar y crecerse a cada paso en la actuación. Ha sucedido en otras obras, pero en esta, siendo un cabaret, aún más. La banda sonora que soñamos, créeme, tiene más temas de los empleados, pero hay que elegir, definitivamente. Y la idea es que el público la pase bien, pero además que aprenda y reflexione. Soy feliz al ver que ese texto que escribí, tantas personas lo han aplaudido.

«Andrés Castellanos es artista visual, y ha sido una alegría inmensa tenerlo en esta obra, donde es un elemento importante en sus entradas y salidas, para “sacudir”, retomar, proponer y mantener vivos ciertos símbolos. Invitado especial es Dorian Díaz de Villegas, actor de Teatro La Rosa —dirigido por la maestra Roxana Pineda—, que asume un monólogo de 13 minutos como Miss Liberty.

«Este personaje posee mucha significación; habla de la mentira, de las manipulaciones, de la conquista y de la colonización, que es también una forma de hacer la guerra, cuando se hace a través de las culturas. Apela al travestismo cual puede suceder en el cabaret, y es visualmente una carga dramática importante que apoya su discurso, tan profundo».

—Asumen el reto de llevar la obra a distintas partes…

—Es difícil, pero no es imposible hacer teatro en nuestro país. Nos interesa mover todos los espectáculos que hacemos por distintos lugares, porque no vale solo quedarnos haciendo teatro donde vivimos y por eso, sorteamos todos los obstáculos para llevar la escenografía, el vestuario, lo más que se pueda. Por supuesto, la base es tener mucho ingenio.

«Decidimos crear entre todos los elementos que emplearíamos en la obra. Los vestuarios, los zapatos rotos, incluso la ropa que aparentemente para un cabaret tiene que ser la más brillante, la mostramos descosida… Para la escenografía, la artista visual que nos acompañó, Laura, nos aportó mucho. Escribimos, rompimos, manchamos de sangre… Al final, todo lo que mostramos en escena es parte de nuestras propias historias de vida».

—Hablemos de ti como actor que asumes, además, el rol de dirigir esta comunidad artística…

—Teatro Adentro lo fundamos en el 2012 Elieter Navarro, Verónica Medina y yo, todos egresados de la Escuela Profesional de Arte Samuel Feijoó. Éramos entonces actores y actrices del Grupo Teatro Dripy, de la ciudad de Santa Clara, y gracias a la gentileza y el buen corazón de su director, Wilfredo Rodríguez, pudimos fundarnos como un grupo que buscaba una nueva voz en el teatro.

Foto: Ana María Domínguez Cruz

«Nuestra primera obra, Adentro, tiene esa doble connotación de ser nuestro estreno y mostrarnos como semilla que crecía adentro de Dripy, por eso decidimos nombrarnos así. Honestamente, nunca me interesó la dirección. Verónica Medina fue quien nos agrupó, y fue ella quien escribió y dirigió ese primer espectáculo. Luego decidió poner en mis manos esa responsabilidad, y comenzó este gran aprendizaje para mí, porque dirigir teatro no es solo el arte de hilvanar las escenas…

«Tiene, también, que ver con un componente emocional, de relaciones sociales, de cómo trabajar con las personas, cómo pensar repertorios, qué conceptos manejar y cómo optimizar recursos… Es estar consciente de qué deseo yo transmitir como director, aún cuando en nuestra comunidad todos tenemos voz y voto para todos los proyectos que emprendemos. Eso es algo que tenemos muy claro: la creación colectiva en Teatro Adentro es uno de los paradigmas fundamentales.

«Nuestro segundo espectáculo, Telémaco, unipersonal de Verónica Medina, también fue muy bien acogido. Después trabajamos también para las infancias y apareció El flautista de Hamelin, una versión libre que hice, asumiendo el reto como dramaturgo sin haber estudiado dramaturgia.

«Peregrino, Tres Cerditos y un Lobo, Versos del Alma —donde empezamos a imbricar músicos y bailarines de Santa Clara a partir de la figura de José Martí—, Metástasis, y luego, llegó La salvación… Ya son 13 años, estamos felices con lo que hemos hecho y con lo que hemos recibido de los públicos, y seguiremos trabajando desde adentro… para mostrar más de lo que simplemente se ve».

Foto: Ana María Domínguez Cruz

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