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Pudo ser Pablo Civil, pero Anglada es una opción optimista

Hay un debate en las redes sociales que suele subirse de tono por momentos en torno a quién debió ser el mentor del equipo Cuba

Autor:

Norland Rosendo

 

 

Que Rey Vicente Anglada haya sido el candidato del consenso, no quiere decir que todos estén de acuerdo con su nombramiento. No creo que haya alguien, ni ahora, ni nunca, que genere la aceptación absoluta.

Pongamos un ejemplo: en la historia de las exaltaciones al Salón de la Fama del Béisbol de las Grandes Ligas de Cooperstown solo un jugador, Mariano Rivera, ha ganado su derecho a la inmortalidad con el ciento por ciento de las boletas. No llegan a 500 votantes, qué decir de los millones que siguen la pelota cubana.

Cuba necesita de una escuela para formar directores, donde puedan crecer íntegramente esos potenciales relevos de Anglada en la selección nacional. Dígase Pablo Civil, Eduardo Paret, Noelvis González… sin descartar a algunos que ya asumieron esa responsabilidad y tienen condiciones para volver.

Más que un nombre, insisto en que lo que se requiere es un cambio de mentalidad, de filosofía, para que el béisbol nuestro se reencuentre con los valores que alguna vez lo distinguieron. Es un asunto de esencias, de conducta, de no «darle agua al dominó para coger las mismas fichas y hacer las mismas jugadas».

Y esto es lo que más ha sucedido en las últimas temporadas internacionales. Volver a Anglada no debe interpretarse como un acto de arrogancia o complacencia habanera. Es un paso que seguro fue meditado concienzudamente, porque Anglada no es una ficha que se mueva fácil.

En las redes sociales hay un debate que por momentos se sube de tono y desborda los cauces del respeto, el diálogo y la argumentación. Bienvenida la discrepancia, pero no la ofensa. Pensemos, primero, en Cuba.

Coincido con que Pablo Civil mereció el año pasado alguna oportunidad en un evento internacional después de quedar subcampeón. El torneo de Holanda era la propuesta ideal. A partir de entonces, comenzaron las suspicacias.

Ahora, flamante campeón con Las Tunas en la 58va. Serie Nacional, parecía un candidato fuerte para comandar la nave cubana a los Juegos Panamericanos, pero en Panamá pareció pensar más en Lima que en la Serie del Caribe.

Desde la misma confección del equipo que asumió como obra de él, «sin injerencias», comenzó a reducirse el número de seguidores a su gestión, y después, en plena competencia, fue el mismo Cuba de siempre, ese que nadie quiere ver en el terreno, apático, sin variantes tácticas para revertir situaciones adversas, con deficiencias en el dominio de los fundamentos de juego. Civil debió arriesgar más en la Serie del Caribe, ser más consecuente consigo mismo y con el estilo que lo llevó a coronarse con los Leñadores. Y no era cuestión de oro o plata.

Pablo tiene madera de director. Escucha, estudia, se asesora, impone disciplina. Hombres como él no pueden desanimarse, ni ser soslayados. Pero hoy el reto es mayor, como suelo decir: de talla XXLLLL.

Confiemos en Anglada. Siempre que ha dirigido Industriales y la selección nacional los equipos salen al terreno como lo hacía él en sus tiempos de atleta, los peloteros lo siguen, y eso es lo que más se necesita ahora. Más que en glorias personales, pensemos primero en Cuba.

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