Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Los ladridos se escuchan más cerca

Sobre las posibilidades de clasificación de los Cachorros holguineros dialogó con JR su director, Noelvis González 

 

Autor:

Norland Rosendo

Los Cachorros de Holguín han pasado a la historia del deporte cubano como el equipo con el segundo lugar menos deseado que se recuerde en una mitad de temporada. Sin saberlo, su suerte estaba echada desde que enfrentaron en sus primeras subseries seguidas a Villa Clara, Ciego de Ávila y Las Tunas, por ese orden. Esos serían sus tres acompañantes directos a la segunda fase.

Aquella vez remontaron un 1-8 inicial y ahora, cuando parecía que no iban a poder reeditar la actuación, lograron cinco victorias consecutivas antes de la derrota de ayer frente a Sancti Spíritus, y con el pésimo paso de Tigres y Leones en los últimos juegos, sus opciones de clasificar a la postemporada siguen lejos, pero no son imposibles.

El repunte ha venido después que Yoanni Yera decidiera pedir la baja como refuerzo por incompatibilidad con la dirección, un argumento que puede ser un bumerán en el futuro para la Comisión Nacional si otros atletas deciden acogerse a esa «modalidad».

Su sustituto, el prospecto Oscar Luis Colás, ha sido una sensación. Al compilar 28 veces al bate tenía línea ofensiva de .429/.469/.643, con 12 hits, siete carreras anotadas y nueve remolques. Además ya actuó como pitcher de relevo en una oportunidad.

Antes de que se anunciara que había una sexta ronda de refuerzos con los contratados en Japón, Noelvis González, el mentor de los Cachorros, pensaba en él para blindar a su equipo.

La afición holguinera no ha dejado de apoyarlos. En los momentos más duros, cuando parecía que se iban a desconectar del resto de los contendientes, siguieron acudiendo al parque Calixto García, a la espera de la reacción.

Noelvis, paciente, sensato, tampoco se dejó arrastrar por las aguas turbias del mal arranque del segundo tramo y se enfocó junto con su cuerpo técnico en los ajustes necesarios para generar el levantón.

—¿Qué pasó que iniciaron la segunda fase peor que la primera?

—Realmente hicimos una preparación para los 45 juegos iniciales, logramos la forma deportiva en el segundo tercio del campeonato y eso se tradujo en resultados. Con la calidad de los bateadores concentrada, los lanzadores que habían ganado cinco o seis juegos, incluso Wilson Paredes que tuvo récord de nueve y cero, no empezaron igual.

«El equipo que no tenga cinco abridores de calidad pasa mucho trabajo. Había conjuntos que necesitaban cinco refuerzos y otros, como el nuestro, diez.

«Holguín tiene buenos jugadores en el cuadro, pero no contamos con un jardinero central natural que cubra todo el terreno deseado. Queríamos un refuerzo para esa posición, no lo encontramos y optamos por un jardinero derecho. Ariel Sánchez casi es más designado que patrullero, pero lo escogimos por su bateo y lo reubicamos en el LF, porque a nuestro pitcheo le conectan mucho para el bosque derecho y la potencia de su brazo no es la ideal para esa pradera».

—Holguín está alejado de la zona de clasificación, pero no descartado…

—Sí, es complejo aunque haya posibilidades. El equipo no va a bajar la guardia, saldremos todos los días al terreno con el mismo espíritu en busca de victorias, de subseries.

—¿Cómo la sabermetría los ha ayudado a corregir dificultades?

—Estamos tratando de mejorar la potencia en las conexiones. Del equipo que más rolling daba, somos el que más jonrones pega (74), y eso fue obra de los ajustes hechos a partir de la sabermetría. Estudiamos el tipo de swing que hacíamos e hicimos los cambios en los entrenamientos para buscar uno con el cual lograr más extrabases.

«Internacionalmente, Cuba conecta pocos jonrones. Excepto Alfredo Despaigne, Yurisbel Gracial y alguno que otro, el resto del line up batea más roletazos y pocas líneas. La distancia mayor que hemos visto que alcanzan como promedio los atletas del equipo nacional con sus conexiones es de 280 pies».

—El argumento más empleado para justificar las carencias de poder en competencias en el extranjero es que en Cuba quedan pocos bateadores de fuerza, pero por lo que dices el asunto no es tan así.

—Son problemas que se arrastran desde las categorías de aprendizaje, y los bateadores llegan a la serie nacional con un swing de hacha, de arriba hacia abajo, y eso aumenta las probabilidades de pegarle por encima a la pelota y generar conexiones por el suelo; con un swing de uppercut el resultado sería diferente.

«En el extranjero, 90 por ciento de los pitchers lanzan en forma de cuña. Si el swing es hacia abajo, es más probable el out por roletazo que un buen contacto.

«Lo más frecuente en nuestra pelota es que los jugadores les hagan swing al primer o segundo pitcheo, venga por donde venga les tiran, hay mala disciplina en home. Los que más pitcheos vean por comparecencia más posibilidades tienen de golpear una bola en su zona caliente en ese o en los turnos siguientes. Es un problema mental, yo digo que el béisbol es el ajedrez que se juega en yerba y tierra».

—También los pitchers tienen muchos problemas de control y comando...

—El comando es una cosa específica, dominar un punto exacto en la zona de bateo de cada bateador. El control es más abarcador, un área específica, más amplia. En Cuba ningún pitcher tiene comando. Un bateador puede promediar .340 al hacer contacto con pitcheos en una de los puntos en que se divide la zona de strike, ningún pitcher puede decir que localiza sus lanzamientos ahí.

«Todo bateador tiene una zona de strike vulnerable y otra caliente, que es donde mejores contactos logra, sin embargo los pitchers nuestros no identifican con exactitud esos puntos».

—¿Consideras que los ajustes del sistema competitivo hayan influido al principio sicológicamente en el resultado de los Cachorros?

—Puede que sí, empezar nuevamente de atrás tiene sus repercusiones, y en la ronda de seis es más difícil la remontada. Pero trataremos de sobreponernos a eso.

—Tú, como la mayoría de los directores aprobaron el cambio del formato, ¿qué sugieres para próximas temporadas?

—Comenzar de cero la segunda fase.

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