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Cuatro joyas de medio siglo

Entre los meses de agosto a octubre del año 1967 ocurrió el alumbramiento de cuatro de los más famosos exponentes del deporte cubano, atletas de talla mundial

Autor:

Osvaldo Rojas Garay

Vaya coincidencias de la vida, entre los meses de agosto a octubre del año 1967 ocurrió el alumbramiento de cuatro de los más famosos exponentes del deporte cubano, atletas de talla mundial en sus respectivas disciplinas.

El próximo lunes 23 de octubre apagará su velita número 50 alguien que aunque creció hasta convertirse en uno de los peloteros más extraordinarios que ha tenido el archipiélago cubano, todavía le dicen El Niño.

Ese calificativo se lo ganó Omar Linares Izquierdo por las tantas cosas que hizo a temprana edad. No había cumplido los 15 cuando vistió el uniforme cubano en un Mundial juvenil. Tenía 15 años, un mes y 25 días cuando arrancó la 22da. Serie Nacional, la cual marcó su debut en estas lides.

No había arribado a los 18 cuando se agenció su primera corona de bateo en la temporada de 1984-1985 con 409 de average e integró la selección nacional a la Copa Intercontinental de 1985. Como miembro del equipo Cuba intervino en todos los certámenes internacionales de más jerarquía, con excepción del clásico mundial que surgió cuando el gran Omar ya había colgado los spikes.

Asistió a tres Juegos Olímpicos, proclamándose campeón en 1992 y 1996. En esta última justa se erigió como el primer jugador en despachar tres cuadrangulares en un desafío. Además, con la selección criolla conquistó seis medallas doradas en lides mundiales.

En la Copa Intercontinental efectuada en Puerto Rico, en 1989, disparó tres bambinazos en un choque para igualar la hazaña de Pedro José (Cheíto) Rodríguez frente a Panamá en la versión de 1979. Fue exaltado al Salón de la Fama del Béisbol Cubano en la refundación de este, en 2014.

Casi un mes antes que Linares, el 22 de septiembre de 1967, nació el guantanamero Félix Savón Fabré, uno de los púgiles más laureados de la historia, con sus tres títulos olímpicos que le permiten compartir la hazaña de su compatriota Teófilo Stevenson y el húngaro Lazlo Papp, ambos fallecidos.

En citas planetarias nadie exhibe un palmarés similar al del gigante de San Vicente, triunfador en seis certámenes mundiales y medallista de plata en Houston 1999, donde seguramente hubiera alcanzado una séptima diadema de no ser porque los boxeadores de la Mayor de las Antillas se retiraron de la competencia por la manifiesta parcialidad de los jueces.

El pasado viernes 13 de octubre celebró su medio siglo de existencia el saltador de altura Javier Sotomayor Sanabria, reconocido como el más grande de todos los tiempos en su especialidad, poseedor de cuatro primacías del orbe; monarca olímpico de Barcelona 1992; bicampeón mundial al aire libre y titular en cuatro ocasiones en las justas del planeta bajo techo.

Antes de que Linares, Savón y Sotomayor abrieran por primera vez los ojos, una niña llenó de felicidad el hogar camagüeyano de Catalina y Alejandro, el 25 de agosto de 1967: Mireya Luis Hernández. Tenía 15 años cuando todos admiraron sus excepcionales habilidades para el deporte de la malla alta en los Juegos Panamericanos de Caracas 1983.

Para no introducirnos en la inagotable polémica sobre quién fue la mejor voleibolista del siglo XX entre Mireyita y Regla Torres, prefiero colocarlas a las dos como las abanderadas de aquellas espectaculares Morenas del Caribe, una generación incomparable e irrepetible en este deporte en nuestro verde caimán.

La sensacional rematadora, incluida en el Salón de la Fama Mundial del Voleibol en 2004, estuvo presente en la seguidilla de cetros al máximo nivel que comenzaron las cubanas en Barcelona 1992 y terminó en Sydney 2000. En ese período se consiguieron tres medallas áureas en confrontaciones olímpicas y dos en porfías planetarias.

En total este cuarteto de lujo aportó a la Mayor de las Antillas 11 preseas físicas olímpicas, repartidas en nueve de oro y dos de plata, y 26 en campeonatos mundiales, distribuidas en 20 doradas, cinco de plata y una de bronce.

Benditos aquellos meses del año 1967, que les regalaron al deporte cubano cuatro joyas, que medio siglo después continúan siendo referentes universales.

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