Liomil González. Autor: Abel Padrón/ACN Publicado: 21/09/2017 | 07:00 pm
Cary, Carolina del Norte.— Camino del bullpen al box Liomil González se encomienda al abuelo Bernardo, le pide que lo acompañe a salir bien en el juego. En la mente está el recuerdo del anciano tirándole bolas por el trillo de tierra que todavía hoy lo lleva a su casa, allá en el pueblito de Vicente, en la central provincia de Ciego de Ávila.
Entonces, el hoy pitcher del equipo Cuba tendría unos cuatro años de edad y «le tenía miedo a la pelota», pues se tapaba la cara y salía corriendo. Frustrado el intento de juego, el abuelo repetía la misma frase: «Así nunca serás pelotero».
Con el tiempo el niño venció ese obstáculo, se familiarizó con la bola y se dedicó por completo al pasatiempo nacional. Su constancia, tenacidad, rigor y esfuerzo en los entrenamientos le valieron ganarse, por primera vez, una plaza en la selección cubana que asistió a la Liga Independiente Can-Am y a la decimosexta edición del tope amistoso entre Cuba y Estados Unidos.
En la Liga tuvo un excelente promedio de carreras limpias de 0,90. Allí lanzó en siete juegos (10,0 inning), propinó ocho ponches y salvó un encuentro. Ello lo ubicó puntero en las estadísticas del staff de pitcheo cubano en la Liga Can-Am.
Poco antes del cuarto enfrentamiento ante la selección universitaria estadounidense, JR conversó con el avileño de 24 años de edad y joven promesa del montículo. En su carrera tuvo que sobreponerse a varios obstáculos: «Algunos entrenadores decían que aunque tenía condiciones, era bajito (1,74 metros) para ser lanzador, por eso tuve que esforzarme más para hacer el equipo de mi provincia y mantenerme en cinco series nacionales. Esta es mi primera vez con la camiseta de las cuatro letras: CUBA, el mayor anhelo de un atleta».
—¿Has lanzado en el Tope contra Estados Unidos igual que en la Liga Can-Am?
—A los canadienses les lancé más rectas. Son bateadores de más experiencia y se van con lanzamientos más flojos. En cambio, con los de USA Baseball tiré más rompientes —curvas y cambios de bolas—, porque ellos, como son más jóvenes, hacen el swing muy rápido. Los trabajé en su punto débil.
—¿Cómo impones esa táctica de juego…?
—A partir de la observación individual y del análisis de nuestros entrenadores, quienes llevan las estadísticas de cómo ellos reaccionan a cada uno de nuestros tipos de lanzamiento.
—¿Te sientes cómodo como relevista?
—Sí, prefiero ser cerrador. Me gusta llegar presionado al juego, con situaciones complejas y ahí mis envíos son mejores, con más velocidad.
—¿Cuáles son tus experiencias en el debut con una selección nacional?
—Al estar entre peloteros con más juegos y mucha maña, he podido perfeccionar mis movimientos a la hora de sacarles outs. En Canadá, Lázaro Blanco y Miguel Lahera me recomendaron mejorar el cambio y el agarre de la pelota.
—¿Cómo te preparas antes de cada partido?
—Me concentro, hago ejercicios de relajación, y el sicólogo nos ha dado herramientas para controlar el prearranque. Cuando me paro en el box solo pienso: Estoy aquí porque me lo gané y el resultado va a salir porque he entrenado para eso.
—Y los nervios, ¿traicionan o no?
—Quien diga que no se ha puesto nervioso en esos momentos es un mentiroso. Uno sale apretado, tenso. Por eso los primeros lanzamientos llevan menos potencia. Aunque en mi caso, después que doy el primer strike, sé que todo va bien.
—¿Qué sabor te dejó el primer juego, aquella derrota en extrainning?
—Entré en el octavo enfocado en sacar outs. Desde el bullpen preparé bien los envíos y lancé dos entradas sin permitir carreras. En el décimo me equivoqué. Estábamos arriba (4-3) cuando Nick Madrigal me dio hit y luego vino la base por bolas. Te digo que cuando salgo mal no puedo dormir esa noche. Y ese día solo pensaba que le había fallado a mi equipo y a mi familia…
—¿Cómo te recuperas del revés?
—Al día siguiente entreno más fuerte para limar lo que falló…
—¿Quiénes han influido más en tus resultados?
—El profesor (Juan Manuel) Cortina, quien desde que hice la preselección al 4to. Clásico estuvo arriba de mí para que aprendiera el cambio de bola. Mis entrenadores de provincia Walberto Quesada e Iván González, que me ayudaron a perfeccionar mi juego, y los profesores Rogelio García y Orelvis Ávila, por su apoyo y valiosos consejos en esta selección.