Omara Durand conquistó tres títulos. Autor: Getty Images Publicado: 21/09/2017 | 06:38 pm
Quisieron los designios de la vida que la atleta Yunidis Castillo solo tributara a Cuba una medalla de plata en los Juegos Paralímpicos de Río de Janeiro, precisamente en el salto largo, su modalidad menos fuerte y a la cual retornaba tras 12 años de ausencia. Luego, una lesión la sacó repentinamente de la recién clausurada fiesta deportiva, algo que sin duda lastró las altas probabilidades de que la Mayor de las Antillas superara su mejor faena histórica en estas lides, cuando hace cuatro años en Londres se totalizaron nueve títulos, cinco platas y tres bronces.
Pero ya no es momento para debatirse en lo que pudo ser con Castillo compitiendo en las modalidades que partía como favorita. Cuba logró en suelo carioca, a pesar de ese infortunio, articular una maquinaria pletórica de esfuerzo y demasiada voluntad, que tuvo como fiel recompensa un puesto 18 entre 76 naciones medallistas, amparado en ocho coronas, un subtítulo y seis terceros lugares.
Un rosario de rendimientos sobresalientes acuñaron los atletas antillanos, mayúsculo cuando se analiza la desigualdad existente con otros países primermundistas, en condiciones de entrenamiento, roce en eventos internacionales y preparación sistemática. Para que se calcule la dimensión de la gesta fabricada por los nuestros en Río, basta decir que de una delegación reducida de 22 exponentes —y el guía Yuniol Kindelán—, el 50 por ciento subió al menos una vez al podio de premiaciones.
Casi era una perogrullada adelantar que la velocista Omara Durand le encargaría eficientemente a sus piernas la encomienda de protagonizar nuestro show bajo los cinco aros. Y así fue, pues una y otra vez ella se convirtió en demoledora de récords. Era previsible que deviniera triple reina, con sus diademas en 100, 200 y 400 metros, distancias en las cuales, bajo la conducción de su guía Kindelán, no tuvo una rival que le impidiera ver crecer su botín a cinco títulos olímpicos en tres ediciones.
Por su parte, el guantanamero Leinier Savón solo tenía que calcar sus metales dorados del Campeonato Mundial de Doha 2015 para imponer hegemonía en el Olimpo. La excelente forma deportiva exhibida en las clasificatorias fue un gran síntoma para que repitiera el doblete áureo de hace un año en 100 y 200 metros, solo que esta vez, el valor fue multiplicado.
Sin duda, fue el atletismo el alma del medallero para la Isla, pues el sexto gallardete lo aportó el cuatrocentista Eduardo Blanco, quien sorprendió a no pocos con ese resultado rutilante, amén de su cuarto puesto en la cita universal precedente. Una tríada de preseas bronceadas lograron la saltadora de longitud Malú Pérez, la reaparecida discóbola Noraivis de la Hera y el también lanzador de ese implemento, Leonardo Díaz, que vio trunca su cadena de cetros iniciada en Beijing 2008.
Por su parte, la judoca Dalidaivis Rodríguez (63 kg) pasó de ser la elegida cubana para desfilar con el estandarte patrio en la apertura, a convertirse en doble titular olímpica, como lo constata su victoria por ippon ante la ucraniana Iryna Husieva, victimaria de Rodríguez en el Campeonato Mundial de Colorado Springs 2014 para atletas no convenciales.
Otro que regaló un desempeño colmado de estelaridad fue el nadador Lorenzo Pérez. La verdad es que al granmense le quedó chiquita su tercera plaza en los 400 metros libres y fue como «tiburón con turbinas» por el oro en los 100 metros de la misma modalidad —en la cual contaba con la primacía del orbe—, algo que logró con récord paralímpico y de paso se convirtió en el primer as de la natación cubana en citas de este tipo.
Las dos últimas medallas bronceadas que completaron la cosecha alcanzada en la Ciudad Maravillosa fueron obra y gracia de dos referentes del deporte de los ippones. El espirituano Yangalini Jiménez (+ 100 kg) reeditó su actuación de hace cuatro almanaques y el matancero Yordani Fernández (100 kg) tuvo su estreno en la magna cita multideportiva con samba bañada de bronce.
La decimoquinta edición olímpica del deporte para discapacitados tuvo a China como la nación avasalladora, merced de sus 107 títulos —único país por encima del centenar de oros—, 81 platas y 51 bronces. Con su accionar, nuestro país llegó históricamente a 39 cetros, 19 metales plateados y 27 terceros lugares.