Reza la frase que el que imita fracasa, pero Magnus Carlsen (2855) se encargó de demostrar que hay ocasiones en que emular los pasos de una persona no necesariamente conduce al fiasco. Hace una semana el francés Maxime Vachier-Lagrave (2798) se tituló en la reunión ajedrecística de Dortmund desde la penúltima jornada y este viernes Carlsen se proclamó monarca de la final de Maestros en Bilbao, un día antes de la última ronda. Imitó, no fracasó, y salió muy bien parado.
El noruego dominó una lid que enrola a otros cinco ajedrecistas de calibre probado, cuyo Elo promedio es 2778, lo que le otorga a la justa la categoría 22, la más alta. Es su tercera diadema en la historia de estas lides —con una plata y un bronce—, lo que ratifica que no en balde es ese genio indiscutible y que bien clara tiene sus pretensiones para noviembre, cuando defienda su condición de campeón mundial ante el retador ruso Sergey Karjakin (2773).
El desempeño determinante en su corona en suelo español fue la victoria conseguida con piezas blancas ante el holandés Anish Giri (2785) en 45 movimientos de una Apertura Cerrada, lo que le permitió alcanzar 16 puntos, mientras Giri, con seis unidades, descansa en el sótano y no podrá repetir su segundo puesto de la edición pasada.
El único invicto de la justa fue el estadounidense Hikaru Nakamura (2787). Una sonrisa tempranera ante Carlsen y la consecución de ocho empates lo sitúan como segundo con 11 rayas, pues en su enfrentamiento último con trebejos claros igualó con Karjakin en 34 desplazamientos de un Gambito de Dama, que le otorga al ruso ocho tantos, válidos para la quinta plaza.
En tanto, el estadounidense Wesley So (2770), otrora rey, que cedió su trono a Carlsen, comparte la tercera plaza (con diez puntos), con el talentoso chino de 17 años Yi Wei (2696). En su intercambio no se hicieron daños, al acordar tablas en 31 desplazamientos de una Apertura Catalana.
El certamen, que concluye hoy, se juega por el sistema de todos contra todos a doble vuelta, la victoria es premiada con tres unidades y el empate con una. Los jugadores no podrán acordar la igualada sin la aprobación del árbitro y en el caso de que ambos exponentes se la soliciten, este tomará su decisión tras consultar con un asistente técnico.