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Cenizas quedan

El espíritu de lucha de Pinar buscó salvar el honor, mientras los avileños ansiaron liquidar rápidamente el duelo. El resultado fue un festín de emociones, detalles e imprevistos

Autor:

Raiko Martín

PINAR DEL RÍO.— Mucho se ha hablado sobre los genes guerreros del equipo pinareño, pero después de juegos como el de este lunes, a uno le queda la sensación de que sigue siendo insuficiente. Contra la pared, los anfitriones sacaron la casta y cortaron de tajo las opciones de Ciego de Ávila de retener la corona con barrida. De una punta a la otra del Archipiélago se sabe que el tabaco no se ha apagado.

Los deseos locales de salvar el honor, y el propósito de la visita de liquidar el match en el menor tiempo posible se combinaron para tejer un juego emocionante, repleto de detalles e imprevistos.

Contrastante fue el mismísimo arranque, saldado con tres ponches por bando, pero con diferencias notables. Porque si Erlis Casanova abrió con ocho strikes consecutivos y apenas necesitó 11 lanzamientos para liquidar el trámite, el avileño Vladimir García tuvo que disparar 29 veces para salir ileso de una emboscada con bases llenas.

Increíblemente, las dos novenas fueron víctimas del infortunio, perdiendo a jugadores claves en los primeros compases. De un lado, el experimentado Yorelvis Charles tuvo que ser sustituido en la inicial por una indisposición, y del otro el enmascarado Yosvani Alarcón se iba a la caseta al no poder recuperarse de uno de los pelotazos que se le escaparon a Vladimir.

Contra toda lógica se desabrochó el marcador. Mientras el abridor visitante sufría para mantener en cero la pizarra después de regalar tres boletos y propinar par de pelotazos en las dos entradas iniciales, el jovencito Luis Robert Moirán hacía pagar caro a Casanova un lanzamiento al centro, y se apuntó un cuadrangular de dos carreras.

Pero —y lo escribimos una vez más— el ADN vueltabajero es digno de estudio. Cinco hombres dejados en base eran un mal síntoma. Dos más parecían sumarse en la parte baja de la tercera entrada, pero cuando el reloj en la pizarra del Capitán San Luis marcaba las 8:28 p.m., el torpedero Michael González desató la euforia de miles en el graderío con una sólida conexión —el primer hit del equipo— de línea que fue a parar a la emblemática «lomita», donde todos sueñan con llevarse a casa el recuerdo de un jonrón. Con ella llegó la ventaja mínima que creció una rayita más cuando en el cierre del sexto, después que cierta tranquilidad se había adueñado del diamante, el refuerzo villaclareño Lázaro Ramírez le cazara otro lanzamiento manso al abridor avileño para apuntarse el tercer cuadrangular de la noche.

Entre el potencial y la realidad de los locales sigue mediando un buen trecho, pues dejaron la nada despreciable cifra de 13 corredores en circulación. Sin embargo, esta vez las cosas salieron de cara, pues no solo resistieron la presión cuando los Tigres, aprovechando una distracción del relevista Liván Moinelo —solo ese lunar tuvo su actuación—, achicaron al mínimo la diferencia. También forjaron su supervivencia con buenas jugadas como el excelente fildeo que, sobre una línea del emergente Yoelvis Fiss en el séptimo capítulo, firmó el sustituto Denis Laza, a quien se le alinearon los astros para conectar su primer imparable en la postemporada. O con el toque de Ramírez que, excelencia mediante, pasó de sacrificio a hit y fue esencial en las dos anotaciones a la cuenta del rescatista Alberto Bicet que sonaron como puntillazos.

Entre lo más sobresaliente del partido estuvo la faena de Erlis Casanova, según sus palabras, «gracias al control, el trabajo para no acumular corredores en bases y la intención de sacar siempre los primeros outs de cada inning».

Ahora, con el primer triunfo vueltabajero en la final las ilusiones resurgen por estas tierras, aunque el mentor Jorge Ricardo Gallardo coincide con muchos aficionados en que su equipo sigue en «terapia».

«Saldremos a hacer lo que acostumbramos a lo largo del campeonato, no bajar los brazos hasta el out de último juego», dijo el estratega pinareño a los medios, antes de confirmar al derecho Vladimir Baños como el designado para buscar otro triunfo que los mantenga con vida.

Desde la otra trinchera fue el refuerzo granmense Lázaro Blanco el anunciado por Roger Machado, quien declaró que «sabemos que nos enfrentamos a un gran equipo y que sería difícil una barrida. Ya el resultado es historia y no creo que los muchachos sientan presión».

Machado reconoció que Vladimir no se presentó en su mejor forma, pero incluso así los suyos pudieron llegar con ventaja a los finales del partido. «Fue clave la decisión de Raúl González de tirar a segunda base, pues eso acumuló corredores en bases antes del jonrón», sentenció.

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