La cordura sobre el diamante debe comenzar por los mánagers. Autor: Juan Moreno Publicado: 21/09/2017 | 06:04 pm
Abandonar la costumbre de abstenerme de escribir sobre algo que no presencié no estaba en mis planes. Pero como en los tiempos que corren no hay nada oculto entre cielo y tierra, muchos lectores me han preguntado sobre lo sucedido en el primero de los tres partidos de la subserie entre Industriales y Ciego de Ávila. Entonces asumiré los riesgos de exponer —más que valorar— los acontecimientos.
Sobre el tema, como es natural, existen diferentes versiones, pero casi todas coinciden en la sucesión de hechos. Primero, que el avileño José Adolis García, después de batear un doble impulsor, salió al robo de la antesala cuando su equipo ganaba por 10-3 en el octavo episodio. Luego, que el mánager Lázaro Vargas fue a hablar con el pitcher Danny Monterrey, quien después de lanzar varias pelotas «malas», terminó dándole el boleto a Raúl González, y fue sustituido por Jesús Balaguer.
Acto seguido, el nuevo lanzador golpeó con un lanzamiento a Andy Zamora, lo que fue considerado por el árbitro Elber Ibarra como un pelotazo intencional, para decretar la automática expulsión de Balaguer y del timonel de los Azules. Devino entonces la protesta de los visitantes, y el receptor Frank Camilo Morejón y José Elósegui, coach de pitcheo de Industriales, también fueron «sacados» del juego. Héctor Ponce fue designado entonces para sustituir a Balaguer, y también terminó en las duchas después que su lanzamiento terminara incrustado en la anatomía de Ariel Borrero. Hasta aquí los hechos comprobables.
No es un secreto que en el béisbol existen códigos no escritos, y que una «estafa» a esas alturas del partido, con un marcador tan desproporcionado, es considerada como una ofensa por el equipo rival. No es la primera vez que sucede. Recuerdo hace unos años, durante el tercer Clásico Mundial, el grave altercado que protagonizaron los equipos de México y Canadá. En ese duelo un jugador canadiense abrió el noveno episodio con toque de bola cuando su equipo tenía una amplia ventaja, y la trifulca se desató después que el siguiente bateador recibiera un pelotazo.
El tema es controversial, y nadie, hasta el momento, ha podido impedirlo. Toca entonces a los árbitros poner el control, y fue eso lo que presumo movió a Elber a tomar cartas en el asunto. Por cierto, a los que andan preocupados porque que no medió advertencia alguna antes de la expulsión automática, les aclaro que estas no son obligatorias.
Según explicó a JR Luis Daniel del Risco, jefe de Arbitraje de la comisión nacional de béisbol, la regla 8.02 contempla esa opción, o la de expulsar sin advertir al lanzador y al mánager. Esta terminó siendo la alternativa aplicada.
Sin el más mínimo ánimo de juzgar, debo reconocer que siempre será mejor cortar por lo sano que lamentar luego las nefastas consecuencias de una riña colectiva. Frescos en la memoria están los sucesos de la pasada campaña en el Victoria de Girón yumurino, saldados con un herido, y que «por centímetros» no tuvo repercusiones mayores. Y antes de eso, aquella «guerrita particular» entre el avileño Vladimir García y el villaclareño Ramón Lunar, que terminó provocando en Santa Clara una de las decisiones más insólitas que se han tomado en el béisbol cubano.
Después de aquellos sinsabores, la Dirección Nacional de Béisbol se ha propuesto tener reacciones más enérgicas, y según el propio Del Risco, en lo que va de temporada han sido nueve los lanzadores expulsados por haber tirado —a criterio del árbitro actuante— un pelotazo de manera intencional.
En el caso que nos ocupa, conforme con lo establecido en la Circular No. 2, los lanzadores Jesús Balaguer y Héctor Ponce, ambos del equipo Industriales, fueron sancionados y no podrán actuar hasta tres juegos después que cumplan el descanso reglamentario. Asimismo, igual castigo fue impuesto al serpentinero vueltabajero Rodry Castelló, al ser expulsado en el juego entre su equipo y Holguín, disputado el pasado 3 de marzo.
Otro capítulo
Desafortunadamente, al cierre de esta edición nos enteramos de que la estela de los lamentables sucesos en el José Ramón Cepero se extendió hasta el juego de este viernes.
En otro hecho tan increíble como inédito —a lo mejor soy muy joven para recordar algo así—, los mánagers Lázaro Vargas y Roger Machado, timoneles de Industriales y Ciego de Ávila, respectivamente, fueron expulsados ¡durante el intercambio de alineaciones antes de comenzar el partido!
Se impone que la autoridades del béisbol cubano tomen cartas en el asunto, sobre todo porque la postemporada está al doblar de la esquina, y ambos equipos tienen altas probabilidades de ser protagonista de los play off, en los que más que esta innecesaria presión, lo que hace falta es una inmensa pasión.