El gladiador pinareño regresó feliz a suelo patrio. Autor: Calixto N. Llanes Publicado: 21/09/2017 | 05:55 pm
Dejó atrás, en la ciudad uzbeca de Taskent, más «condimento» para su rico historial sobre el colchón. Y este martes, a las 6:45 p.m., pisó suelo patrio el gigante de ébano pinareño Mijaín López (130 kg), quien aún saborea —y con cuánto gusto— las mieles de su quinto título mundial de lucha grecorromana. Junto a él también llegaron sus compañeros Ismael Borrero (59) y Pablo Shorey (85), y el joven equipo de voleibol.
«Mijaín lo dio todo y por eso alcanzó la medalla de oro. Diputado a la Asamblea Nacional, es un fiel ejemplo para la juventud cubana y será clave en la actuación de la lucha en los venideros Juegos Centroamericanos y del Caribe, en Veracruz. Pero además, tiene energía, espíritu y deseos de seguir cosechando triunfos. Por eso, esperamos de él muchas más medallas y otro éxito en el venidero Campeonato Mundial y en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016», expresó Roberto León Richard, vicepresidente primero del Inder, en la ceremonia de recibimiento oficial.
Por su parte, el también bicampeón olímpico confirmó su alegría por esa quinta corona del orbe. «Fui a luchar duro, en busca del cetro y de la revancha contra el turco (Riza Kayaalp), quien me venció en el 2011. Y por suerte, ambos llegamos a la final y tomé desquite por 2-0, para demostrar que soy el mejor del mundo. Pero también debí enfrentar al ruso Bilyal Makhov, triple campeón mundial. Y lo superé 1-0», ratificó el excepcional gladiador.
Pero el monarca quiso ser más explícito con los lectores de Juventud Rebelde, ansiosos de saber cómo había vencido a esos dos oponentes. «Contra el turco, apliqué un desbalance, y frente al ruso empleé otro desbalance, pero en una posición de cuatro puntos», aclaró Mijaín.
«Tuvimos una buena preparación en Italia. Esta era una división nueva, pero tenía confianza. Hice bien el peso. Y apenas tuve que correr», nos comentó jocosamente a quienes sabemos el trabajo que pasaba para poder rebajar hasta los 120 kilogramos, la antigua división que, por suerte para él, ya es historia.