Osmel Oliva estuvo entre los mejores en varios departamentos de juego. Autor: FIBA Américas Publicado: 21/09/2017 | 05:53 pm
No hay dudas de que los cubanos somos unos eternos inconformes. Y si es en cuestiones deportivas, cuando nuestros representantes quedan fuera del podio, pues casi siempre los elogios son mancos. Pero la actuación del quinteto varonil criollo en el recién concluido torneo Centrobásquet, organizado en el estado mexicano de Nayarit, merece, al menos, tres palmaditas en el hombro, antes que las críticas.
Es cierto que no llevaban la etiqueta de favoritos para pasar a la semifinal, y lograron incluirse entre los cuatro sobrevivientes, dejando en el camino a dos selecciones que parecían superiores, Jamaica y Panamá, bronce y cuarto lugar de la edición precedente del certamen, respectivamente.
En el tope que definía el puntero del grupo, dieron pelea ante el equipo de República Dominicana, que había ido a Nayarit a ratificar su condición de monarca de la región, título ganado en San Juan, Puerto Rico, en 2012, cuando los cubanos quedaron en un rezagado octavo escaño, con balance de un éxito y tres fracasos.
El peor partido fue, sin dudas, el del cruce contra los anfitriones mexicanos. Dieron la impresión de que sabían de antemano que iban a perder e iban a reservar la gasolina para la discusión del bronce.
Y otra vez tuvieron que lidiar con los dominicanos. Ahora por el tercer lugar y el último boleto directo a los Juegos Panamericanos de Toronto-2014. Y otra vez cayeron, con un tercer parcial desastroso que definió el cotejo.
El balance de tres triunfos e igual cantidad de derrotas, no dice por sí solo mucho, pero que lograran además del pasaje para los Centrocaribes de Veracruz en noviembre, un cupo para el preolímpico continental del año próximo, aporta una lectura más halagüeña.
Según las estadísticas oficiales del torneo, en casi todos los departamentos de juego hay cubanos entre los diez punteros. El base organizador Osmel Oliva fue, por sus numeritos, el más sobresaliente del conjunto dirigido por Daniel Scott.
En la lista de los máximos anotadores quedó tercero con 83 puntos. Se apoderó de 31 rebotes (25 defensivos y seis ofensivos), con los cuales resultó el séptimo más destacado en un acápite en el que el centro avileño Yoan Luis Haití fue segundo con 44 (34 de ellos a la defensa).
Oliva, además, se incluyó en el top ten de los más efectivos en el cobro de los tiros libres, con 76.5 por ciento de éxito (13 de 17). Hizo 26 asistencias, el segundo de mayor cantidad en toda la justa, y les robó 12 balones a los rivales, cuarto entre todos los jugadores.
Visto así, el muchacho tuvo un campeonato de ensueño, pero como «cerebro» del equipo no tuvo el mismo desempeño. De hecho, esa fue una de las posiciones más endebles de los cubanos. Tanto que por momentos parecían cinco guerrilleros por cuenta propia. Y en el baloncesto eso es fatal.
Otro aspecto en el que la dirección debe seguir haciendo énfasis es en la defensa. Muy noble, a veces perdida en la cancha, y les dejaban brechas inmensas a los rivales que costaron canastas, varias de ellas de tres puntos.
También la formación antillana debe mejorar los movimientos en la zona pintada, crear más oportunidades, ser ingeniosos en el manejo del balón para burlar a los adversarios, desmarcarse y concretar los tiros desde posiciones cómodas.
Gratísima impresión causó el gigantón de Santiago de Cuba, Javier Jústiz (2.10 metros de estatura y 21 años). Jugó como un consagrado, a pesar de sus escasas horas de vuelo. Y no se dejó amilanar por contrincantes más experimentados bajo las tablas, hizo nueve bloqueos, con los que lideró ese departamento, empatado con el local Gustavo Ayón.
Haití también fue noveno entre los que más tiros libres anotaron (16). Su coterráneo, el capitán William Granda, ocupó la novena plaza en la lista de los canasteros de tres puntos (9), y fue el segundo de mejor efectividad en la ejecución de esos tiros, pues hizo 18 intentos, o lo que es lo mismo, de cada dos bombazos, uno caía en el aro.
Estoy convencido de que con más roce internacional y entrenamiento, este equipo cubano podrá volver a los podios de las citas regionales y colarse, incluso, en torneos continentales de más envergadura. Este cuarto lugar en el Centrobásquet es una luz que alumbra el futuro del baloncesto masculino. Ojalá no se apague.