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¡A la lona!

JR continúa con la serie de las figuras legendarias en la historia bajo los cinco aros, y aquellas llamadas a refulgir en Londres. Esta vez se acerca a un titán del boxeo universal, posiblemente el mejor pugilista del «baile» amateur: Teófilo Stevenson

Autor:

Abdul Nasser Thabet

Los imagino parados en el cuadrilátero frente al verdugo, con temblor de piernas ante el encierro voluntario y con la guapería escapando a borbotones por cada poro, como escapan los orates de la cordura. Y es que plantarle cara a ese gigante, dueño de las manoplas más letales vistas en un ring olímpico, denotaba, más que valentía, demencia. Así cualquiera corre. Los comprendo, a todos.

Como ya suponen, continuaremos nuestra serie de las figuras legendarias en la historia bajo los cinco aros, y aquellas llamadas a refulgir en Londres, con un titán del boxeo universal, posiblemente el mejor pugilista del «baile» amateur: Teófilo Stevenson.

Tres títulos se cuentan fácil, pero solo otros dos hombres poseen semejante currículo guantes en mano: su paisano Félix Savón y el húngaro Laszlo Papp, el primero en realizar tamaña proeza.

Dicen que de niño, según reportes de prensa y anécdotas de la época, Stevenson siempre andaba riñendo en la escuela, por lo que su maestro citó a su padre, y como prediciendo la gloria, le dijo: «Lo mejor que tú haces es mandar al muchacho a aprender a boxear porque siempre se está fajando en el colegio, lo que él quiere es eso».

Y vaya si aprendió. Los Juegos Olímpicos de Munich 1972 fueron testigos del inicio del dominio cubano en el pugilismo amateur. Los antillanos cosecharon tres medallas doradas (las primeras de su historia).

Esta cita también estableció a Stevenson, con solo 20 años, como el principal boxeador aficionado de peso pesado en todo el orbe. En su debut bajo los cinco aros, puso fuera de combate de manera fulminante y casi vergonzosa al experimentado polaco Ludwik Denderys.

En cuartos de final le tocó enfrentar al favorito del torneo, el campeón panamericano Duane Bobick, quien llevaba una racha de 62 victorias consecutivas y solo esperaba la corona para acceder a un contrato millonario en el profesionalismo. La prensa estadounidense lo había bautizado como «la esperanza blanca».

La pelea acaeció el 5 de septiembre de 1972 y fue transmitida en directo por la televisión cubana. El round inicial estuvo parejo, pero el segundo lo ganó Bobick. Sin embargo, en el tercer asalto, el cubano tuvo un repunte bestial y derribó al norteño en ¡tres ocasiones!, siendo reglamentariamente detenido el combate a favor del antillano.

En semifinales, Stevenson venció fácilmente al local Peter Hussing, la gran ilusión de los organizadores. El germano luego reconocería que nunca en sus 212 combates como boxeador aficionado recibió tanto castigo como en esa pelea. «Uno no tiene tiempo de ver su derecha y cuando la ve es porque la tiene ya sobre el mentón», afirmó.

Todos esperaban la gran final, pero el rumano Ion Alexe se lesionó y el cubano ganó su primera corona por «no presentación».

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