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La zurra de la Azzurra

Italia destroza los sueños de Alemania y se medirá ante España el domingo por el título

Autor:

Abdul Nasser Thabet

La renacentista apuesta de la nueva Italia tenía adeptos, también detractores. Iniciaron la Eurocopa de fútbol con otra cara —lejos del estigma del catennaccio—, luciendo un renovado plantel, sin etiqueta de favoritos.  En cambio Alemania sí era bien vista, la niña mimada, contestataria, goleadora y aplastante. Pero Ucrania —de sede— y el mundo todo —observando— fueron testigos de lo imposible: la Azurra apaleó (2-1) a los teutones y consiguió el tique de entrada a la discusión del título contra España, este domingo.

El pasado sigue rondando como fantasma las esteras de los tanques. Nunca los germanos han vencido a la bota del Mediterráneo en la fase final de un gran torneo.

Las dos selecciones más laureadas del Viejo Continente se midieron en las semifinales del Mundial de México 1970 (4-3), en la final de España 1982 (3-1) y en semis de Alemania 2006 (2-0).

Lo que eleva hasta la estratosfera a los pupilos de Cesare Prandelli, en mi opinión, lo que los pone guapos, es Andrea Pirlo. El genio manda balones a control remoto, los dibuja y luego los coloca en el lugar preciso, y también defiende cuando hay que hacerlo. Esta selección está a tope y Andrea también se puso el overol de trabajo. Así salvó un remate de Hummels bajo la cabaña de Buffón y de su bota de artista nació el primer rompe redes del encuentro.

Mientras, Talentino rompió la cintura de Hummels y centró al corazón del área, por donde apareció Súper Mario Balotelli (cuestionado hasta ayer) para desinflar el balón, de cabeza, gracias a la pasividad infantil de Badstuber. Corría el minuto 20 y se desataba el manicomio.

El polémico delantero del Manchester City repitió la dosis un cuarto de hora después. Volvió a dejar sin aire la pelota, esta vez la mordió con su pierna derecha, y vacunó a una maquinaria bávara sin grasa en los tornillos. Después, celebró mostrando su musculatura con la misma fuerza con la que disparó. Al parecer no conviene meterse con él.

Los germanos salieron sin maquillaje al césped. Schweinsteiger era el hombre invisible —realmente no estaba en el campo aunque apareciese en la nómina—, y con su ausencia los germanos no supieron cómo sorprender a Italia.

Buffon fue, simplemente, Buffon, un guardameta de película. Ni siquiera el hueco de Ozil, de penal en el minuto 92, avivó las esperanzas. Alemania entera lloraba, se estrujaba la cara de la impotencia y decía adiós, con la frente en alto.

El 1ro. de julio sabremos si España sigue en el trono o si la bota pisa y desbanca.

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