Si aún algunos escépticos se aferran a la descontinuada concepción de que con poco no se puede lograr mucho, tendrán que cerrar el «pico» ante la proeza alcanzada por la delegación cubana en los IV Juegos Mundiales para Ciegos y Débiles Visuales (IBSA), con sede en Antalya, Turquía.
Solo tres criollos «colaron» en el saco de Cuba cinco preseas áureas y una plateada, para culminar así en el segundo puesto entre los hombres de 35 países que se «batieron» en la lid europea.
Las medallas cubanas duplicaron nuestro total de representantes, en una justa dominada por los atletas rusos.
Luis Felipe Gutiérrez ratificó su favoritismo en el tanque de saltos. El pinareño, doble recordista mundial, categoría F-13, clavó sus pinchos a 7,76 metros en el salto de longitud y mejoró su anterior tope de 7,64.
La marca databa de los Juegos Parapanamericanos de Río de Janeiro 2007. El «saltamontes» dominó también en el triple salto, al estirarse hasta los 16,43 metros. De esta forma subió en 20 centímetros su primado anterior.
Luis Felipe, bronce en el hectómetro durante las Paralimpiadas de Beijing 2008, también tenía posibilidades reales en los 100 metros. Sin embargo, no pudo hacerse de un puesto entre los medallistas al presentar dificultades en la arrancada y salir en falso.
Por su parte, el fondista Lázaro Raschid se impuso en los 1 500 metros (T-13) con registro de 4:02.00 minutos. El doble medallista de plata en la cita estival china dominó además los 800 metros con tiempo de 1:57.07 minutos.
En tanto, Luis Manuel Galano, campeón paralímpico en Beijing, ganó en la vuelta al óvalo con un encomiable tiempo de 49:42 segundos. El velocista santiaguero redondeó su aporte al llevarse la plata en los 200 metros, con 22:76 segundos.
De esta forma, los atletas criollos con alguna discapacidad siguen dando de qué hablar. El promedio de oro per cápita para Cuba en competencias internacionales es superior al de muchas naciones desarrolladas.