Aunque muchos estaban escépticos ante la propuesta de Maradona, la afición argentina ha hecho las paces con su selección durante este Mundial. Autor: Getty Images Publicado: 21/09/2017 | 04:59 pm
El planeta, extasiado de fútbol durante los últimos días, se toma un respiro en espera de los próximos duelos. Después de tantos minutos de juego, nada mejor que la calma para intentar hacer un balance de lo sucedido en el Mundial sudafricano, al que le resta muy poco para pasar con buenas notas una histórica prueba.
En ausencia de percances organizativos, se impone una mirada al plano competitivo, a los buenos y no tan buenos desempeños, a las sorpresas, confirmaciones y desilusiones, y hasta a lo que pudiera suceder en los próximos días.
Si partimos desde lo general a lo particular, la primera calificación de excelente es para la actuación del fútbol latinoamericano, que está inmerso, sin dudas, en uno de sus mejores momentos. Salvo Honduras, cuyo mayor mérito fue haber regresado a estas lides, todos los equipos de la región arrancaron no pocos elogios.
México clasificándose con una victoria inobjetable e histórica sobre Francia. Chile demostrando un fútbol alegre e incisivo, protagonizado por jóvenes de enorme talento. Uruguay regresando con renovados bríos a la vanguardia y Paraguay consiguiendo un inédito avance en su historia futbolística.
Una vez más, Brasil y Argentina marcan el brillante paso, pues ambas selecciones han confirmado la validez de sus propuestas, cada una con virtudes y defectos. Tanto Dunga como Maradona, acaso los dos técnicos más cuestionados antes del primer silbatazo, han rescatado el sueño de una posible final sudamericana.
En contraste, apenas sobreviven tres de las 16 selecciones europeas. España, aún sin mostrar todas sus posibilidades, sostiene su candidatura al título, y con la ilusión intacta sigue también una Holanda a merced de alguna genialidad de sus estrellas, más que de su habitual fortaleza como equipo.
Tal vez las grandes esperanzas europeas se inclinen por estos días hacia la rejuvenecida formación alemana, a la que el «mestizaje» le ha roto los tradicionales moldes, aportándole una frescura y sutileza nunca antes vista.
Las grandes decepciones fueron encarnadas por un equipo francés patético, tanto dentro como fuera del campo, y por un elenco italiano sin fundamentos fiables, ni recursos capaces de defender la corona.
Si de sorpresas se trata, las nominaciones van a parar hacia la entusiasta escuadra de Eslovaquia. No obstante, merecen una mención los ghaneses, quienes a pesar de sus limitaciones aún sostienen las esperanzas de todo el continente africano.
Para el argentino Messi son, hasta ahora, los votos como la gran figura del torneo. El inglés Wayne Rooney y el portugués Cristiano Ronaldo, sus más serios competidores, repitieron los desencantos y volvieron a pasar con más penas que gloria por su segunda incursión mundialista. Aún quedan en carrera el holandés Arjen Robben y el español David Villa, quienes dependerán de la suerte que corran sus equipos.
Sin el esplendor de estos, pero no muy lejos en cuanto a calidad, se han mostrado otros más jóvenes como el mexicano Javier «Chicharito» Hernández, el uruguayo Luis Suárez, o los alemanes Özil y Müeller, por solo citar algunas de las nacientes estrellas.
Todavía les queda recorrido por cubrir, pero algunos de ellos pudieran tener en sus botines los destinos de este Mundial.