El paso tremendo de Alfredo Despaigne, quien este miércoles llegó a 12 batazos de cuatro esquinas e inició la semana como líder en seis departamentos ofensivos —average, anotadas, hits, dobles, jonrones y slugging—, ha sido la comidilla desde el inicio del campeonato. Sin dudas, el granmense quiere apuntalarse como cuarto bate del equipo Cuba.
No existen antecedentes de una actuación así en el béisbol revolucionario, aunque Omar Linares y Orestes Kindelán lograron cinco liderazgos ofensivos en un campeonato.
Curiosamente, este dato pocas veces se ha mencionado, pues los cronistas solo les achacamos a ambos la llamada «triple corona» (average, jonrones e impulsadas).
Kindelán concretó la hazaña en la temporada de 1988-1989, cuando promedió .402, pegó 24 bambinazos y trajo para el home a 58 compañeros. Además, fue puntero en carreras anotadas (57) y bases por bolas (49).
No obstante, todo ello sucedió en la zona oriental, pues en Occidente hubo otros líderes. Veamos: Juan Bravo (Industriales), con average de .414; Lázaro Madera (Vegueros) y Lázaro Junco (Henequeneros), con 20 jonrones; Juan Carlos Millán (La Habana), con 59 impulsadas; Omar Linares (Vegueros) 53 anotadas; y Romelio Martínez (La Habana) 49 boletos.
Mientras, Linares encabezó los mismos cinco departamentos en la Selectiva de 1992: 398 de average, 23 jonrones, 58 impulsadas, 65 anotadas y 56 boletos recibidos.
Ahora bien, solo un pelotero ha sido líder absoluto de average, anotadas, impulsadas, jonrones y bases robadas en diferentes temporadas. Les adelanto que no se trata de Linares o Víctor Mesa, quienes eran sluggers, pero veloces en las bases.
¿Tiene usted alguna pista? Pues me refiero al pinareño Lázaro Madera, quien no hizo tanto ruido y fue uno de los mejores bateadores de todos los tiempos en la pelota cubana.
Madera, «bajito» y fornido como el santiaguero Alexei Bell, fue puntero en carreras anotadas (64), con el equipo Vegueros, durante la Serie Nacional de 1983-1984. Al año siguiente robó 37 bases y terminó al frente en ese indicador.
Luego, en la Serie Nacional de 1986-1987, impulsó 40 carreras y fue líder. Pero ya antes había dominado ese departamento en la Selectiva de 1984, cuando remolcó a 38 compañeros.
Después vino su temporada de 20 jonrones (1988-1989), aquella misma donde Kindelán tocó el cielo por el Oriente. Y en la campaña de 1990-1991, Madera fue el líder de los bateadores con 400 de promedio (52 hits en 130 oportunidades).
Asombroso, pero sin récords
Este martes hubo jonrones a diestra y siniestra, como si algún bichito hubiera picado a los bateadores. En Sancti Spíritus se pegaron nueve, siete en Matanzas y cinco en Cienfuegos, pero en todos los parques cayeron truenos.
Sin embargo, en el Yayabo no hubo récord. En Cuba, la marca de más jonrones entre dos equipos es de 15 y fue establecida el 3 de marzo de 1996, durante la I Copa Revolución. Ese día, los santiagueros botaron ocho pelotas y los tuneros siete.
Incluso, el récord de jonrones para un equipo es de diez y fue establecido el 25 de octubre de 1992, según el archivo de nuestro estadístico Benigno Daquinta. Esa tarde, los bateadores habaneros acribillaron al pitcheo de La Isla.
Ya ven, seguramente algunos pensaron en el llamado «juego de los récords», aquel que Villa Clara le ganó a Las Tunas 38-15, el 14 de enero de 1995 en el estadio Julio Antonio Mella. Pero de eso nada. Allí los naranjas pegaron ocho jonrones y los tuneros solo tres.
Finalmente, aclaro que los cuatro dobles de Santiago en una entrada, el pasado martes contra Pinar, tampoco constituyen un récord. La marca absoluta es de cinco y le pertenece a Villa Clara desde el 15 de noviembre de 1994. Holguín fue la víctima de turno.