Yumari regresó victoriosa del Campeonato del Mundo, celebrado el pasado mes en la ciudad polaca de Pruszkow. Foto: Reuters Si usted no es de la provincia de Sancti Spíritus es muy probable que no conozca el poblado de Neiva. Pues de allí salió Yumari González hace 16 años para conquistar el mundo sobre una bicicleta. Entonces tenía 13 primaveras y unas ganas inmensas de triunfar.
Al principio no le fue bien, pues en sus primeros Juegos Escolares quedó en la octava posición. Con semejante resultado ningún ojo se fijó en ella, hasta que al año siguiente conquistó su primer cetro.
Aquel lauro abriría el camino hacia las 240 medallas que atesora en su carrera. Hay de todos los colores y en todas las categorías.
Jorge Carlos Hernández Cruz fue quien la «descubrió», y Yumari confiesa sentirse muy agradecida del infinito apoyo que siempre le ha brindado. Para este diálogo la atrapé junto a otro coloso, Eduardo Alonso, seis veces ganador de la Vuelta Ciclística a Cuba.
Esta cubana recién acaba de regresar victoriosa del Campeonato del Mundo celebrado en la ciudad polaca de Pruszkow el pasado mes. Allí obtuvo su segundo título en el scratch —ganó también la prueba en 2007—, y fue segunda en la carrera por puntos, actuación que catapultó a Cuba hasta el séptimo lugar por países.
—¿Cuán difícil ha sido el camino?
—Llevo 15 años en la escuela nacional de ciclismo y todo ha sido difícil. Estar lejos de la familia es muy duro. A veces paso hasta tres meses sin verlos como me sucedió antes del Campeonato del Mundo. Hay momentos en los que quisiera desahogarme por algún problema y no tengo cerca a mis seres queridos. Y eso ocurrirá siempre mientras siga montando en bicicleta.
Averigüé entonces por el momento más amargo en su carrera deportiva y ella respondió sin titubear: «Sucedió en el Campeonato Mundial de 2002. Tenía una medalla casi asegurada en la prueba del keirin y en la vuelta final la rusa Svetlana Grankovskaia me «subió» a la baranda. Vi como el resto de las competidoras me pasaba por debajo y no pude hacer nada. Terminé en quinto lugar. Aquello me hizo sentir tan mal que hasta pensé en dejar el ciclismo».
—Algún otro momento especial...
—La medalla de plata en el scratch durante el Campeonato Mundial del año pasado en Manchester, Inglaterra. Me había fracturado la clavícula y un brazo, y solo pude entrenar los 20 días previos a la competencia. Imagínate.
—¿Y los Juegos Olímpicos?
—La de Beijing fue una carrera muy dura. La ruta es un evento donde las lomas me afectan mucho y en la Muralla China había una cuesta muy fuerte de 12 kilómetros. Sin embargo, eran unos Juegos Olímpicos y estaba feliz.
De hecho, aunque ahora me preparo con vistas a los Juegos Centroamericanos y del Caribe del próximo año, el gran objetivo son los Juegos Olímpicos de Londres 2012. Allí quiero probar en la carrera por puntos para ver si puedo conseguir la segunda medalla del ciclismo cubano.
—Hay un tema recurrente en el ciclismo: el dopaje. ¿Qué piensas al respecto?
—Quienes se dopan deberían tener muy presente que ante todo deben cuidar su salud. Luego, esas personas que ganan con trampa no tienen sangre, porque el triunfo al final no les pertenece. Dice un viejo refrán que lo difícil se disfruta más.
Y sus palabras me remiten a ciertos amores prohibidos. Bueno, seguramente a usted le pasará lo mismo.