Esta semana, ante una alerta de bomba, en el aeropuerto de Ginebra se activó un enorme dispositivo de seguridad que implicó evacuación total, filtro de 13 000 pasajeros, incremento de efectivos, atascos de vuelos…
Pero al final se descubrió que el aviso había sido inventado por una francesa, de la ciudad de Annecy, que quería impedir que la amante de su marido se fuera de vacaciones.
El fiscal, que no entendía de «triángulos», fue tajante: seis meses de cárcel para la engañada mentirosa.