Paul Luke con nueve años de edad no sabía que a los 33 sería el flamante dueño de un pequeño museo dedicado a la botella de leche. Comenzó su colección en 1987 y con los años fue necesario hacer espacio para tantos envases, así que el sitio de culto surgió como una necesidad. Lechero retirado, Luke está dedicado ahora por completo a su local, donde posee más de 10 000 ejemplares de botellas de leche, algunas de las cuales datan del siglo XIX. El coleccionista ha aclarado que no las vende, además pretende aumentar la muestra.