Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Tanta risa no puede estar equivocada

El público cubano todavía disfruta a plenitud los espectáculos humorísticos. Es parte de nuestra tradición y sostén social. Eso se pudo comprobar con la reciente presentación en el teatro Karl Marx del espectáculo La risa por delante

Autor:

JAPE

El próximo día 3 de octubre se cumplirá un aniversario más de que fuera creado, mediante la Resolución No. 51 del Ministerio de Cultura, el Centro del Buen Humor, con el fin de potenciar la actividad humorística en Cuba, mediante la promoción de sus mejores exponentes y la proyección hacia otros países de los principales valores de esta y el movimiento en su conjunto, según expresa el documento oficial. 

Esta institución, subordinada al Consejo Nacional de las Artes Escénicas, nació en el año 1994 y 14 meses después, el 26 de diciembre de 1995, a petición de los propios humoristas, pasó a llamarse Centro Promotor del Humor, conservando los objetivos, funciones y niveles de subordinación con los que nació. En pocas palabras: en diciembre venidero la «casa» de los humoristas cubanos estará celebrando 30 años de que se convirtiera en el CPH, tal como lo hemos conocido y nombrado las últimas generaciones que han disfrutado de todo el humor autóctono posible, y mucho más.

No me detendré a mencionar los sucesos, anécdotas, luchas, acuerdos, desacuerdos, apoyos, incomprensiones, extremismos, dolores de cabeza y, sobre todo, las muchas alegrías que nos han proporcionado estos años de existencia contra viento y marea. Esta última, una frase muy manida pero que se ajusta a la historia. 

Tampoco insistiré en mencionar nombres de fundadores, directores, directivos, estrellas, luceros y otras constelaciones que han sido parte indisoluble del Centro Promotor del Humor, ni mucho menos que algunos aún se mantienen en la escena con indiscutible obra, defendiendo la risa contagiosa y saludable que se desprende del pensamiento y la inteligencia.

No voy a negar que haya tenido mis momentos de duda cuando con insistencia algunos pretenden señalar que el humor en Cuba está en crisis. La respuesta contundente estuvo en un simple golpe de vista. Lo sufrí el pasado sábado cuando entré a la sala del majestuoso teatro Karl Marx y la vi completamente iluminada y casi repleta de público (segundo balcón incluido) en espera del último llamado y comienzo del espectáculo La risa por delante.

Fue un pacto recíproco, porque en respuesta a la asistencia del respetable, se desplegó en escena una inmensa muestra de histrionismo y profesionalidad a cargo de Osvaldo Doimeadiós, Yamira Díaz, Ronny Diez, Carlos Gonzalvo y Miguel Moreno.

De gala se vistió el stand-up comedy cubano, y ni siquiera entraré a discutir terminologías y nombres a corrientes estéticas de la actuación y la forma de presentar la comedia en escena. Simplemente es genial y conserva la esencia de nuestro bufo, del vernáculo, de los monólogos más auténticos desplegados por los maestros de la gran carpa cubana del humor en todos los tiempos. Conserva la innegable complicidad entre el público y el actor, la crítica social necesaria e impostergable. El carácter lúdico de cada bocadillo, de cada silencio, de cada intención.

Como toda gran cosecha, llegar aquí ha costado disposición y constancia. Un profundo trabajo que surgió y aún se desarrolla en la Comunidad Creativa Nave Oficio de Isla, en los almacenes de San José de la Avenida del Puerto, donde se realiza la puesta y grabación del espacio La risa por delante, que da título al espectáculo. 

Tampoco me estoy haciendo el tonto, y sé muy bien que mucho ha tenido que ver su transmisión en los espacios digitales. Que pueda o no tener carácter lucrativo es válido: no solo de la risa vive el hombre. No obstante, hay algo cierto: si no tuviera calidad y el contenido necesario, no alcanzaría los niveles de popularidad que tiene, que ejemplos de basura y oportunismo en las redes nos sobran. 

Que colinda con lo subversivo apuntarán los más extremistas y yo me pregunto: ¿subversivo de qué y de dónde? Siempre la realidad es más rica y más sediciosa que la ficción y el arte.

Considero de buen tino y oportuno que el Ministerio de Cultura, en coordinación con el Consejo Nacional de las Artes Escénicas, el Centro Promotor del Humor y el teatro Karl Marx hayan considerado ofrecer este espectáculo al pueblo. Permitir que la buena risa alcance la proporción y el espacio que merece, sin ambages, de la mano de nuestros mejores cultores. Ojalá no dejemos escapar más los espacios de comunicación en los que el humor hecho en casa siempre fue protagonista. La reflexión y el pensamiento, desde la risa estentórea, también nos pertenece.

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