El Museo Romántico es una de las construcciones más hermosas del centro histórico trinitario Autor: Lisandra Gómez Guerra Publicado: 12/06/2024 | 09:27 pm
TRINIDAD, Sancti Spíritus.— Impresiona por su elegancia. Roba las miradas de quienes cruzan por la Plaza Mayor de la tercera villa de Cuba. Rueda por el mundo, gracias a innumerables flashazos. Obliga la visita de todo amante de la historia y la cultura cubana.
Es así desde hace 50 años. El Museo Romántico de Trinidad, el primero de esta urbe con ese carácter institucional, atesora una de las más valiosas colecciones de artes decorativas del país. Y como guardián fiel, protege, salvaguarda y convoca.
No dudó que sucedería lo contrario Calos Joaquín Zerquera y Fernández De Lara, otrora Historiador de la ciudad Museo del Caribe. Fue él quien soñó la idea que alienta a un colectivo casi inamovible desde su inauguración como museo, el 26 de mayo de 1974, dispuesto a lo indecible por conservar muebles, joyas, porcelanas, platerías, pinturas y esculturas… expresiones del lujo y el poderío de las familias más acaudaladas de la época.
No se rindieron ni cuando la institución debió cerrar sus puertas porque el deterioro se empeña en formar parte de los dos niveles de esta otrora mansión de los condes de Casa Brunet. Sufrieron, como sucede cuando un ser querido padece una pena, el largo tiempo en que un traje de madera la cubrió para sostenerla.
Lo sabe bien Carlos Enrique Sotolongo Peña, con 40 años de vida junto a muebles de maderas preciosas y bellísimas vajillas, lencerías, porcelanas y cristales de las más afamadas fábricas europeas, como Bohemia, Bacarat y Sevres.
Puede caminar con los ojos vendados entre la rica colección del Romántico. Conoce con pelos y señales cada centímetro de la institución, como expresión de una pasión desmedida. Justamente por ello mereció recientemente uno de los más oxigenantes reconocimientos: el Premio de mejor museólogo. Resguarda, entre otros lauros, el Premio Único de las Artes, otorgado por la Asamblea Municipal del Poder Popular de Trinidad, durante la Asamblea Solemne por los 510 años de la fundación de la tercera villa de Cuba.
«Aquí está gran parte de mi vida, sufriendo por las reparaciones que se le han hecho, y por las que aún se deben hacer; tratando de que todo esté cada vez mejor, y acompañando, por supuesto, a nuestro cuadro centro, Isabel Rueda, quien también ha estado toda una vida en este lugar», define el especialista de la institución.
Isabel Rueda, directora del Museo Romántico de Trinidad, vela constantemente por la vitalidad de la institución. Foto: Lisandra Gómez Guerra
Egresado de la carrera de Historia del arte, en la Universidad de La Habana, entró a la casona por la puerta ancha, cuatro años después de graduado, y desde entonces necesita cada día recorrer salas, recibidores, comedores, dormitorios, baño, cocina y, sobre todo, ascender por la estrecha y empinada escalera de madera que lleva a la azotea.
Allí, frente a la desafiante torre del otrora Convento de San Francisco de Asís, hoy Museo Nacional de la Lucha Contra Bandidos y, en el fondo, un pedazo del macizo de Guamuhaya colgado de las nubes, suelta sus más íntimos pensamientos.
«Al llegar a este mundo, descubrí que saber de museos y profundizar en su estudio era una asignatura pendiente para mí. En la carrera nos dieron solo un semestre sobre el tema, así que tuve que aprender. Me fascinó el excelente sistema de documentación que tienen los museos cubanos, la impronta que han dejado en todo el país figuras como Marta Arjona, con la creación de las diez instituciones básicas y los museos municipales, y la doctora María Mercedes García Santana, quien nos compulsó a saber cada vez más sobre el mundo de la museología y nos llevó a hacer estudios de máster ya entraditos en años.
«Realmente, el Museo Romántico atrapa. Las colecciones hablan y es un reto realmente conocer y no quedarte en la historia repetida», confesó, y esa es una de las razones por las que la joya trinitaria recibió en este 2024 el Premio Museo del Año, que otorgan el Comité Cubano del Consejo Internacional de Museos y el Consejo Nacional de Patrimonio Cultural. ¡El mejor agasajo en su aniversario 50!
«Con ese reconocimiento se resumen todos esos años de trabajo, no solo como un espacio expositivo, sino en la conservación, investigación, acciones de comunicación y diálogos permanentes con su comunidad», acota Isabel Rueda, su directora desde hace cuatro décadas.
En todo este tiempo han aprendido que no pueden andar de brazos cruzados, en espera de quienes cruzan el amplio portal de grandes arcadas. Sus especialistas y técnicas van hasta instituciones de los sectores educacional y de la salud, así como a otras entidades, a fin de visibilizar pasajes de la historia que atesoran.
Las estadísticas confirman que ha sido una efectiva estrategia para lograr que un mayor número de público decida no pasar de largo por las calles empedradas que circundan la espaciosa casona.
Gracias a eso, floreros franceses de bronce, la vajilla de cerámica inglesa para tomar té, la pieza de porcelana italiana del siglo XIX… son reconocidos con naturalidad por varias generaciones trinitarias.
Y si de despojarse de las ideas que rondan el imaginario popular que perpetúan a los museos como espacios estáticos se habla, una pequeña área de la institución es testigo del quehacer del proyecto Urdimbre.
Allí su colectivo, mediante puntadas en telas, fija técnicas milenarias, sobre todo de randa, el tradicional bordado en esta urbe y uno de los tantos aportes para que Trinidad ostente dos condiciones: Ciudad Creativa del Mundo en Artesanía y Artes Populares, y Artesanal del Mundo.
Del espíritu de la mansión de lujo con acceso limitado no queda nada. Desde hace 50 años, abre sus puertas a la historia y el patrimonio: una verdadera vitrina para descubrir esencias al compás de los actuales tiempos.