Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Séptimo arte cubano y sus afluencias

La Fiesta por el cine cubano, con la cual se celebra el aniversario 65 del Icaic, ofrece por estos días interesantes propuestas en diversos espacios y provincias

Autor:

Joel del Río

Uno de los primeros trabajos teóricos de la historia del cine, publicado en 1911, fue el ensayo Manifiesto de las Siete Artes, escrito por Riccioto Canudo, que consideraba el cine como un «arte plástico en movimiento», y además en tanto sumatoria de las seis artes anteriores, las de tipo espacial y las temporales. En Cuba, al igual que en otros muchos países del mundo, el cine tuvo similar consideración, sobre todo después de la fundación del Icaic en 1959. Tales argumentos constituyen el aval para organizar la Fiesta por el cine cubano, y además su relación con las otras artes, y en general con la cultura nacional.

En el cine Yara, siempre a las siete de la tarde-noche, viene ocurriendo el espacio elegido para celebrar la confluencia entre el cine cubano y otras artes. Se están presentando filmes clave en la historia del cine cubano, anteriores incluso a la fundación de nuestro Instituto, y a continuación enumeramos algunas de las películas convocadas, y de los creadores invitados,  a demostrar en la práctica, los excelentes resultados de la
vinculación entre lo que Canudo llamó el séptimo arte y otras manifestaciones artísticas, regularmente más antiguas y con mayor tradición.

Cada presentación en el Yara de esta sección llamada El cine y las artes incluye un espectáculo audiovisual al que se unirán sucesivamente grupos de danza, musicales y de teatro, en sintonía con la índole artística de la cinta proyectada. El jueves 21 ocurrió la gala inaugural de este espacio de confluencias con la entrega de reconocimientos y distinciones, escoltada además por la presentación de Cancionero cubano, un musical concebido a la manera de la revista o desfile de estrellas que incluía algunas de las principales figuras musicales de los años 30 del pasado siglo en Cuba. Además, esta es la única película en la que participó el universal músico cubano Ernesto Lecuona.

El sábado 23 se proyectó otro de esos filmes cubanos antiguos, que muy pocos recuerdan. Su necesaria revisión puede aportar nuevos puntos de vista en el campo de nuestra historia audiovisual. Se trata de El embrujo del fandango, dirigido por Jean Angelo en 1939, y redescubierto por Luciano Castillo, recoge el paso por La Habana de la célebre bailaora española Carmen Amaya. Este día en el Yara se planificó la actuación simultánea del Ballet Español de Cuba, a tono con el corto mencionado.

Al día siguiente, otra vez se puso en claro la relación entre música y cine con la exhibición del documental Hay un grupo que dice… (2013, Lourdes Prieto) dentro del homenaje al Grupo de Experimentación Sonora, bajo la dirección del maestro Leo Brouwer, e integrado por talentos como Silvio Rodríguez, Pablo Milanés, Sara González, Noel Nicola, Sergio Vitier, Leonardo Acosta, Emiliano Salvador, Eduardo Ramos y Pablo Menéndez, entre otros. El documental
hace toda la historia de la célebre agrupación musical, y además nos da idea sobre las opiniones de algunos de ellos sobre las complejidades de los años 60 y 70.

El lunes 25 tuvo continuación este ciclo de El cine y las artes con la llegada al Yara de un clásico de la documentalística cubana, particularmente de aquella que pone en evidencia su inclinación musical: Nosotros, la música (1964), de Rogelio Paris, que mezcla, en cuanto al aspecto cinematográfico, los recursos del free-cinema y de la revista musical, mientras que ofrece un panorama rico y variado de la música, el canto y los bailes cubanos.  Además, ese día se contó con la actuación del Septeto Habanero.

Y si es un clásico indiscutible Nosotros la música, también lo es, sin lugar a dudas, el también documental Historia de un ballet (1962) de José Massip, que se presentó este martes con el Conjunto Folclórico Nacional como invitado. Ningún grupo artístico es más adecuado que este, puesto que el documental recoge la filmación del ballet Suite Yoruba a partir del montaje del coreógrafo Ramiro Guerra y los bailarines del Teatro Nacional que montan un wemilere. Era la época en que nuestro cine emprendía con fuerza el complejo retrato de qué es el arte o la música y la danza nacional, y de dónde provienen.

Para hoy habrá una óptica similar al día anterior con la presentación del documental Súlkary (1974) de Melchor Casals, junto con un espectáculo con Danza contemporánea de Cuba, y una clase abierta de Miguel Iglesias. Se trata de una pieza magistral de danza eternizada por el cineasta, y debe aclararse que, en términos de danza, esta pieza significó la cristalización de una escuela, de un estilo: el de la Danza Moderna Cubana, que tuvo en el maestro Ramiro Guerra a su padre fundador. El Icaic estuvo al tanto de registrar tal alumbramiento.

Un filme también de archivo, un clásico indispensable para comprender la historia del cine cubano anterior al Icaic es La Virgen de la Caridad (1930), de Ramón Peón, que es una de las obras fundacionales de nuestra cultura audiovisual por su elogio de la música y las costumbres del campo en Cuba. Este día habrá también un espectáculo en vivo, tal vez como recordatorio de la época en que las películas mudas eran acompañadas por un pianista, obligado a musicalizarla sobre la marcha.

La subvalorada Papeles secundarios (1989), de Orlando Rojas, dará motivo, el viernes 29, al cineasta y director de escena Eduardo Eimil para colocar en el punto de mira la siempre polémica, y muchas veces valiosa relación entre el teatro y el cine. El largometraje estudia a fondo la sicología de un grupo dedicado a las artes escénicas que prepara un nuevo montaje de Réquiem por Yarini, del dramaturgo cubano Carlos Felipe.

El sábado 30 concluye este espacio de la Fiesta por el cine cubano con un concierto titulado José María Vitier: la música y el Cine, que cuenta con la actuación de varios músicos invitados, y con el repaso de algunas melodías creadas por este compositor y pianista para películas tan insignes como El siglo de las luces y Fresa y chocolate. No en vano, Vitier es no solo uno de nuestros más eminentes músicos y compositores, sino también uno de los que ha trabajado con mayor asiduidad, y belleza, para el cine de la Isla. Y de celebrar tales nexos se trata.

Papeles secundarios tuvo en su reparto principal a Luisa Pérez-Nieto.

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