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La guardiana de la clasificación 081

La espirituana María de los Ángeles Martín Miranda mereció recientemente el premio Jorge Juan Lozano Ros, que se confiere por primera vez a personalidades, bibliotecarios, maestros, instituciones y proyectos que realizan una amplia labor de promoción de la obra martiana

 

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

Con los ojos vendados puede llegar a cualquier libro de la colección que se resguarda en la biblioteca de la institución educativa Ignacio Agramonte, de la comunidad rural espirituana de Banao. Y es que a ese sitio María de los Ángeles Martín Miranda ha dedicado 39 años de su vida. Título a título ha crecido como profesional y como ser humano.

«Soy oriunda de ese poblado y, aunque pude estudiar otra carrera porque tenía buen promedio, no dudé en ser bibliotecaria, pues desde pequeña me ha interesado la lectura».

Recuerda aquellos días en que su papá ayudó a germinar su colección personal. Fue justo el momento exacto en que descubrió a un autor del cual le ha sido imposible desprenderse.

«Me gradué en el año 1981 y comencé a trabajar en la entonces escuela pedagógica como profesora de biblioteca. Al cabo de los tres años, cuando terminé el servicio social, me incorporé a la biblioteca de mi actual centro escolar.

«Fundé su colección y, desde entonces, la clasificación 081, donde se agrupan todos los libros sobre nuestro Héroe Nacional, no ha dejado de moverse porque me gusta mucho. Lo vivo, lo siento y, por supuesto, se lo transmito a mis estudiantes».

La aclaración se confirma en la hoja de vida de María de los Ángeles Martín Miranda, quien ha tenido bajo su tutela 25 ganadores en el concurso nacional Leer a Martí. Récord aparte, ello indica una labor consciente e intencionada en la promoción del ideario del autor de La Edad de Oro.

«Comenzamos el trabajo dirigido a ese concurso y a partir de 2003 tuvimos los primeros laureados hasta el 2022. Nuestra institución educativa es la única a nivel de país con ese resultado. Claro que el logro no es solo mío. En eso están las manos de los maestros, los padres y la comunidad porque es una labor fuerte que lleva mucha dedicación.

«Nuestros estudiantes tienen que leer e interpretar la obra de Martí para después escribir. No esperamos la convocatoria del concurso, sino que resulta una labor sistemática. Como estrategia también “tallereamos” las obras ganadoras. Ya incluso contamos con una de teatro que responde al cuidado del entorno comunitario».

—En tiempos de tecnologías y soportes que para muchas personas resultan muy atractivos, ¿cómo se puede fomentar el hábito de la lectura?

—Ahora es cierto que resulta un poquito más difícil porque las redes sociales atrapan mucho a los estudiantes. Pero contamos en la biblioteca también con unos CD maravillosos, llegados a través del programa nacional por la lectura. Igualmente, tenemos acceso de forma virtual a la Casa Museo José Martí y a algunos DVD relacionados con la obra martiana.

«Incentivamos las descargas de los textos en internet y así intencionamos el uso del teléfono o la tableta, no solo para consultar los libros digitales que forman parte de nuestra colección».

Habla María de los Ángeles Martín con pasión y dominio íntegro de cada título que les pone en las manos a los niños que por varios años ha logrado seducir con la palabra de José Martí.

Con esa misma humildad, ella conoció por su esposo la noticia de que había merecido el premio Jorge Juan Lozano Ros, que en este 2024, por primera vez, se confiere a personalidades, bibliotecarios, maestros, instituciones y proyectos que realicen una amplia labor de promoción de la obra martiana.

«Él lo escuchó por el noticiero y enseguida me llamaron las muchachas de la Biblioteca Provincial Rubén Martínez Villena. Sabía que me habían nominado, pues debí entregar mi currículo y las evidencias de las obras ganadoras, pero entre tantas personas con un trabajo distinguido jamás imaginé que se acordarían de esta bibliotecaria de Banao».

Aunque María de los Ángeles pasó los límites de las seis décadas y de ellos, 42 de trabajo, asume la idea de la jubilación como un proceso que no incluye el total descanso.

«Lo he pensado, pero sería para reincorporarme. En la escuela no quieren dejarme ir. Somos tres bibliotecarias, trabajamos de conjunto, nos ayudamos y nos entendemos. Por ahora lo que ya tengo previsto es hacer la categorización.

«Siempre digo que no me iré del todo, en primer lugar por el amor que me tienen, por el compromiso que tengo con todos y porque amo mi escuela y mi colección».

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