Lizandra Cabrera Esquijarosa simultáneamente a su carrera musical condujo la célula de la AHS en Jatibonico. Autor: Cortesía de la entrevistada Publicado: 06/09/2023 | 09:00 pm
JATIBONICO, Sancti Spíritus.—Cuentan que por mucho que le dijeron que apostara por el Instituto Vocacional de Ciencias Exactas (IPVCE), solo encontraron negativas. La adolescente soñaba con la música y hacia ahí concentró todas sus fuerzas.
Tampoco resultó sorpresa para la familia. Sus juegos preferidos eran pararse frente al espejo pintorreteada, con tacones, un paño en la cabeza y cualquier cosa que semejara un micrófono en mano. Sintió así Lizandra Cabrera Esquijarosa bajo sus pies los primeros escenarios.
«Puede ser hereditario. Mi mamá cantaba como aficionada y todavía afina. Mi padre, aunque médico, demostró siempre muy buen gusto estético. Recuerdo que para estudiar ponía Radio Enciclopedia y yo lo acompañaba y escuchaba».
Luego, llegaron los matutinos escolares. Cantaba, recitaba… todo cuanto hiciera falta. Incluso, fundó el coro Solecito, perteneciente a la casa municipal de cultura María Montejo, de Jatibonico. Bajo la tutela de la instructora Midiala Morera, «aún hoy mi maestra» —como expresa en cualquier espacio—, descubrió escenarios como el festival Cantándole al Sol.
«Me hablaron del tentador proyecto de la escuela de instructores de arte y no dudé. Me formé como música y pedagoga. De mis años como matrícula de la Vladislav Volkov guardo los mejores recuerdos y amistades que son para toda la vida».
Al egresar del centro, Lizandra Cabrera Esquijarosa volcó todos sus saberes en los planteles de la cabecera municipal, donde se yergue la torre del Central Uruguay, a un costado de la Carretera Central. Poco a poco se hizo conocer más allá de la memoria colectiva como la entusiasta niña que cantaba.
«Me he concentrado en el trabajo coral por la influencia de mi profesora. Domino la guitarra, pero la utilizo como acompañamiento de la base coral. He obtenido reconocimientos en diferentes niveles por mi trabajo como instructora de arte. El más reciente llegó cuando escogieron el coro Vocalis, integrado por estudiantes del instituto preuniversitario urbano (IPU) José Luis Tassende, para representar a Sancti Spíritus en el certamen de la canción inglesa en Cuba. Fue una alegría y orgullo que nos seleccionaran entre los municipios de la provincia».
Mas, las inquietudes artísticas de Lizandra, quien por estos días anda feliz, pues uno de sus pequeños matriculó trompeta en la escuela elemental de arte Oscar Fernández Morera, de Sancti Spíritus, no se canalizan del todo mientras enseña. No deja de agradecer a quienes confiaron en ella para constituir el proyecto de rock Bennu.
«Yosvel Martínez Narváez, su gestor y primer jefe de la célula de la Asociación Hermanos Saíz (AHS) en Jatibonico, me dio la oportunidad. Así di mis primeros pasos en una organización que es sinónimo de casa, amistad y donde me han abierto muchas puertas».
Acorde a acorde, la jovencita creció como artista. Eventos a lo largo y ancho del país, el Festival de Música Latinoamérica Patria Grande y ser una de las anfitrionas del Puente al metal, quizá el único espacio que sonoriza con rock una Semana de Cultura en un municipio, confirmaron que esos eran sus sonidos predilectos.
«El rock me fascina y lo defenderé siempre. Lo descubrí primero por mi papá. En la secundaria tenía una pequeña casetera y me pasaba horas escuchando proyectos como Nirvana. Pero, con Bennu vi los cielos abiertos. Empecé como vocalista y luego bajista. En Cancerbero, otra agrupación, soy bajista, y en Amalgama, más cerca de la trova, toco la guitarra y soy vocalista».
Simultáneamente a esa carrera tocó a sus puertas otro reto: asumir el liderazgo de la célula de la AHS en Jatibonico.
«Fue una gran responsabilidad porque era reconocida como una de las mejores en el país al disponer de una programación diversa con alrededor de 20 acciones en cartelera cada mes, diseñadas para todas las edades. Luego se constituyó el proyecto La guarida de Cancerbero, con Yosvel al frente, que incidió en la formación de públicos a partir de un accionar constante para visibilizar expresiones de todas las manifestaciones artísticas. Además de la programación en nuestra sede nos volcamos a llevar lo mejor del arte a los centros educacionales.
«Por las propias lógicas de la organización entregué el mandato a un chico supertalentoso, Alejandro Pérez Flores, artista visual y a quien legué mi orgullo de haber liderado a nuestro colectivo. Entre tantos aprendizajes incluyo el crecerme ante las incomprensiones que sufrimos muchas veces los artistas. Pero, lo importante es salvar lo mejor del arte, algo que es una máxima en la AHS. Hoy el gran reto es que nuestra célula siga gozando del reconocimiento y de buena salud. De ella solo me alejo por edad, pero la acompañaré por siempre».
Lizandra Cabrera Esquijarosa sabe bien lo que es tropezar de frente con molinos de viento. Ser mujer y defensora del rock ha tenido su precio.
«Las mujeres que incursionamos en el rock siempre lo hemos tenido más difícil. Existe una idea colectiva de que es una música varonil. Pero, poco a poco hemos desmontado eso, aunque no niego que ha sido complicado. Por suerte, la AHS ha estado ahí como respaldo para apoyar a quienes chocan con obstáculos para profesionalizarse.
«Es una organización muy funcional, con un sistema de becas único para impulsar la creación. En ella encontré personas con muchos valores en lo personal y en lo artístico. Por eso, me cuesta desprenderme. Que pierda sus esencias sería una gran derrota. La AHS tiene que aspirar a ser cada día más joven, renovada y siempre apoyar lo mejor del arte en Cuba».