Siempre ha existido la creación artística dirigida a esa hermosa e inolvidable etapa que es la infancia. Autor: Adán Iglesias Publicado: 04/03/2023 | 08:32 pm
Mi amigo Floro, al que muchos ya conocen por su intensa lucha a favor del rescate de nuestro patrimonio cultural, se ha involucrado en una profunda investigación en busca de una respuesta a la innegable deformación de nuestros niños hacia sus preferencias culturales.
Siempre ha existido la creación artística dirigida a esa hermosa e inolvidable etapa que es la infancia. Muchos son los cuentos clásicos de la literatura, temas musicales y filmes animados dirigidos particularmente a los niños. Nuestros creadores han aportado un amplio arsenal en este sentido. Sin embargo, la familia menuda prefiere el universo audiovisual dirigido a los adultos, y no exactamente el de mejor ética, estética y factura.
Algunos especialistas culpan a los padres, otros a los maestros, a la sociedad, a las redes sociales… Mi querido cofrade parece que ha encontrado la génesis del problema en nuestros niños y niñas. Así lo expone en su más reciente misiva:
«Estimado JAPE, llegar a esta conclusión sobre tan delicado tema me ha llevado cientos de horas de exploración y de desandar por las calles, comercios, redes minoristas, redes digitales y mercados con todo tipo de venta y propietarios. Algo que, al parecer, no hacen los “investigadores” y “especialistas” con espléndidos cargos y salarios dirigidos al efecto.
«A pesar de lo compleja y laboriosa que resultó esta investigación, la respuesta que arroja es muy simple: la galopante inflación que nos embarga (bloqueo incluido, para satisfacer todos los gustos e hipótesis) es la principal culpable. Pongo solo algunos ejemplos para demostrar mi tesis.
«El niño o niña más ingenuo que usted conozca jamás podría creer o explicarse que el hada madrina de Cenicienta escogiera una calabaza para convertirla en carruaje. Ningún carruaje, por muy carruaje que sea, vale más que una calabaza en nuestros agros y carretilleros.
«Una de las canciones más populares que conocemos versa así: A la rueda rueda, de pan y canela… y los más avezados se preguntan: ¿Qué rueda? ¿Qué pan? ¿Qué canela?
«Que alguien me explique cómo puedo convencer a mi pequeño vástago de que “Había una vez tres cerditos…”, si yo no recuerdo la última ocasión en que vi el muslo de uno solo.
«Desde hace muchos años atrás conocíamos el problema a la hora de narrar con qué fruta la bruja envenenó a Blanca Nieves y a qué animal el pescador llamaba camaroncito duro. Ya nos habíamos acostumbrado. Sin embargo, a causa de los precios derivados de la inflación, ahora también se nos hace imposible armar el carrito musical construido con las más conocidas y autóctonas viandas del patio: “Tengo un camión de plátanos, con ruedas de chicharrita, en el motor un boniato y el timón de papa frita”. ¡Si al menos no llevara timón!
«En un círculo de interés de literatura infantil, varios pequeños me aseguraban que la cucarachita Martina y el ratoncito Pérez no eran tan pobres, porque el mencionado roedor se cayó en la olla por la golosina de una cebolla.
«Pondré otro ejemplo, de los tantos que pudieran aflorar. Este considero que es de los más ilustrativos, a partir del exagerado precio que ha adquirido en los últimos días el principal cereal que conforma la dieta del cubano: Arroz con leche se quiere casar… Mi hijo, sin pensarlo dos veces me dijo: ¡Papá, qué cara va a salir la boda esa!»
Créanme, no sé que responderle a mi fraterno amigo Floro porque ahora mismo, y sin querer, acude a mi mente aquella estrofa de la popular canción Hormiguita retozona: Fue a la cocina y cogió para la sopa una olla, la llenó de agua con sal y le puso una cebolla, le echó carne, zanahoria, papa, tomate y maíz, puso bijol y fideos, ajo porro y un ají... ¿¡Quién me lo va a creer!?