El taller impartido por Nash tuvo lugar en el tercer piso del edificio de arte cubano del Museo Nacional de Bellas Artes. Autor: Ariadne Prado Cabalé Publicado: 01/02/2023 | 08:45 pm
Durante algunas jornadas del recién finalizado Festival Internacional Jazz Plaza 2023, las mañanas estuvieron reservadas para un acontecimiento sublime. Quienes se acercaban al Edificio de Arte Cubano del Museo Nacional de Bellas Artes quedaban fascinados con la música que provenía de distintas zonas de la instalación.
Eran los jóvenes estudiantes de escuelas de arte que participaban de una residencia impartida por el saxofonista y compositor estadounidense Ted Nash. Jazz x art fue el nombre escogido para esta iniciativa colaborativa que conectó las artes plásticas, la música y la danza en un gran concierto que tuvo lugar el pasado 28 de enero en el patio de la institución museable.
Rodeados de la obra de Wifredo Lam, en la sala del tercer piso del edificio donde se expone una muestra dedicada a los 120 años del natalicio del artista visual, los jóvenes intérpretes cubanos bajo la égida de Nash construyeron durante la semana pasada el programa del concierto, compuesto por piezas que fueran fruto de las distintas inspiraciones de cada uno, a raíz del contacto sensorial y emocional con una obra pictórica de su elección, dentro del museo.
Que el taller se realizara allí resulta un gesto simbólico importante para el empeño creativo del músico estadounidense, cuya inspiración para este acercamiento a la cultura cubana parte de su contacto con La Jungla, de Lam, obra que forma parte de la colección del Museo de Arte Moderno de New York.
Piezas del baluarte visual cubano como La silla, Mujer sentada, Tercer Mundo, Maternidad fueron testigos de cómo, poco a poco, las composiciones musicales cobraban forma en lo que desde muy pronto se convirtió en un diálogo abierto entre el creador norteamericano y los artistas en ciernes, también con el acompañamiento del pianista Alejandro Falcón y los integrantes de su proyecto Cubadentro, Ruy López-Nussa en la batería y Arnulfo Guerra al bajo.
«Queríamos hacer este trabajo rodeados de arte y lograr encontrar en la composición una manera de conocerse a uno mismo y de darse a conocer a otras personas. El jazz es una música que se basa mucho en la improvisación, así que después de este trabajo de composición, el jazz supone un viaje de autoconocimiento para nosotros», aseguraba Ted Nash en intercambio con la prensa durante los días de Festival.
El reconocido saxofonista y flautista norteamericano cuenta con una sólida obra, validada con dos premios Grammy a su labor compositiva. Además, integra el Jazz at Lincoln Center Orchestra, dirigida por Wynton Marsalis, así como otros proyectos internacionales, pero su pasión por las artes plásticas ocupa un lugar cimero dentro de sus inquietudes creativas, la que lo ha traído nuevamente a la Mayor de las Antillas.
«Mi objetivo es conectar a través de la creatividad», asegura Ted Nash, quien tiene una experiencia en este tipo de trabajos creativos que incluso ha llevado hasta un museo en la ciudad de Beijing junto a músicos chinos, trabajo que resultó un material discográfico.
Sobre Jazz x art, aún se desconoce si el trabajo resultante devendrá algún material, pero las experiencias obtenidas han sido documentadas al detalle y sus integrantes llegaron al final del viaje con la satisfacción y los deseos de repetirlo.
Durante casi una semana, los jóvenes músicos recorrieron el museo de arriba a abajo en busca de esa obra pictórica donde desbordar sus emociones hechas música. Y así lo hizo cada uno y luego, entre todos, fueron construyendo el discurso musical alrededor de esa pintura escogida.
En palabras de Nash a Juventud Rebelde, «la conexión es individual, a la vez que colectiva. Trato que los estudiantes colaboren en la parte de la composición y nos apoyamos en la música jazz por el mero hecho de que permite ampliamente la improvisación, y esto ofrece un proceso de libertad a la hora de crear muy nutritivo. Me he sentido muy conmovido por la manera tan seria en que han abrazado el proyecto y realmente ha habido acercamientos al proceso creativo muy emocionantes.
«Es un proceso de intercambio en el que yo aprendo de ellos tanto como aprenden de mí y aprendemos todos de nosotros mismos: ese es el final de la colaboración. Me gustaría que hubiera muchos más músicos, muchas personas que fueran capaces de comprender la música, comprenderla como una manera de conectar mejor a las personas».
Un camino creativo exitoso
Si de fluir se ha tratado esta edición 38 del Festival, Jazz x art es la muestra de referencia. Caía la tarde del 28 de enero en el patio del Museo Nacional de Bellas Artes y la expectación era total, entre el público y los músicos, por supuesto.
Todo cuanto aconteció sobre el escenario era inédito. Catorce composiciones, fruto de la inspiración que cada músico obtuvo de pinturas cubanas fueron devueltas a los espectadores en formato de jazz band. Con la complicidad danzaria de Malpaso, el encargado de romper el hielo fue el pianista Alejandro Falcón con su creación a partir de la obra de Wifredo Lam, Personaje con dos Elegguas.
A ello sucedieron inspiraciones diversas, tomando como vehículo el afrocuban jazz, el swing, el neo soul, música barroca y hasta el bolero, con diferentes protagonismos que emanaban del intercambio creativo con obras como Mujeres junto al río, de Antonio Gattorno, el Huracán, de Lam, Homenaje a la soledad, de Servando Cabrera, Primavera o descanso, de Jorge Arche.
Todo lo que usted necesita es amor, de Flavio Garciandía, devino una mezcla sutil entre el son y el latin jazz, ideada por el clarinetista Janio Abreu. Niños, de Fidelio Ponce, sirvió de inspiración para dos jóvenes músicos que hicieron devoluciones particulares y virtuosas: por un lado el bolero compuesto por Reinaldo Russeaux y por otro la composición con tintes afrocubanos de la saxofonista Gabriela Muriedas.
Y así fueron apareciendo otras visualidades, otros nombres nos venían a la mente —Pogolotti, Portocarrero, Juana Borrero, Carlos Enríquez—, y la música brotaba y nos hablaba de las emociones que guiaron a sus compositores, con la complejidad propia del arte de apreciar, sentir, palpar musicalmente otros géneros artísticos.
Jazz x art nos plantea la certeza de que la música no tiene barreras cuando parte de la fértil capacidad apreciativa, un valor esencial para cualquier artista, para cualquier público. Suerte la nuestra de contar con la curiosidad de creadores como Ted Nash que, sin duda, tras este proceso creativo habrá hecho de esos jóvenes mejores compositores, mejores músicos, mejores personas.
El recital que comandó el compositor norteamericano estuvo dedicado al aniversario 170 del natalicio del Héroe Nacional de Cuba, José Martí.Foto: Ariadne Prado Cabalé.