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Utopías y misiones de un guion

Lil Romero Domínguez se desempeña, por primera vez, como parte del equipo de guionistas de una telenovela en Tan lejos y tan cerca, que llega a las pantallas cubanas las noches de lunes, miércoles y viernes

Es alegre, muy ocurrente y posee un gran poder para comunicar. Le gusta escuchar música y conversar, pero sobre todo leer, pues asegura que es la herramienta más importante para recrear buenas historias. Sus trabajos han guiado programas como Bailando en Cuba, telefilmes como Piña colada y Jimi, mi amor, y ahora la telenovela Tan lejos y tan cerca. Lil Romero Domínguez, además de ser una reconocida guionista de la Televisión Cubana, también es una mujer de ciencias.

«Luego de culminar mis estudios en la Escuela Vocacional Vladimir Ilich Lenin ingresé en la Facultad de Biología de la Universidad de La Habana. Desde el cuarto año de la carrera me asocié con el Instituto Cubano de Radio y Televisión y con la Televisión Cubana. En ese momento había un programa de radio en la Universidad de La Habana y me pidieron que hiciera una pequeña sección de ciencias; ahí hice mi primer guion.

«Al graduarme trabajé, como parte de mi servicio social, en Publicien, donde se difundía la ciencia en Cuba a nivel de Ministerio. De ahí ingresé al Centro de Estudios de la Televisión Cubana. Mi primer guion de televisión fue en el programa Conexión, del cual fui fundadora».

—¿Qué puntos de contacto tiene el personaje que interpretó Paula Massó en el telefilme La vida media del muon con la vida de Lil Romero?

—Tiene muchos puntos de contacto. Cuando cursaba la Lenin pertenecía al grupo de alto rendimiento de Física, donde éramos 18 varones y ocho muchachas. Sentía la presión de estar estudiando una ciencia mal llamada dura en un ambiente masculino, pues la desventaja numérica era perceptible.

«Para La vida media del muon entrevisté a mujeres que estaban vinculadas con las ciencias, incluso algunas de las anécdotas las puse tal cual en el guion. En mi carrera, a diferencia de Nani, personaje principal del teleplay, sí tuve mucho respaldo por parte del género masculino».

—Sobre la nueva telenovela Tan lejos y tan cerca, que desde el pasado 2 de mayo está en las pantallas cubanas, ¿cómo fue el proceso para elaborar las historias y hasta qué punto están dentro de la ficción?

—Es la primera vez que participaba en un proceso de escritura de telenovela. La Casa Productora de Telenovelas quería producirla en menos de un año. En apenas cuatro o cinco meses se desarrolló el proceso de escritura.

«Estábamos en medio del confinamiento social a causa de la pandemia, por lo que Alberto Luberta y yo tuvimos
que trabajar mucho vía WhatsApp para hacer las historias de Tan lejos y tan cerca. Aproximadamente cada dos días entregábamos guiones al equipo de asesores y comenzaba el debate y la crítica del argumento de estos.

«El proceso de rescritura era complicado, pues tomábamos en cuenta los comentarios de los asesores y, además, imprimíamos lo que nosotros deseábamos como guionistas. Queríamos hacer una telenovela con características y temas específicos. Todo el tiempo fue una negociación de ver hasta dónde podíamos llegar, hasta qué punto tocar un tema y qué tipos de personajes íbamos a insertar, pero siempre velando que el género no se perdiera.

«También fue complicado el proceso de cómo contar la historia en imágenes. A veces es más fácil escribir un bocadillo, pero imaginarse la imagen y quitar la voz es mucho más interesante, y es algo que suele perderse en la televisión. Fue muy rápido el proceso, pero se logró el objetivo.

«En la telenovela se desarrollan cuitas amorosas de todo tipo, pero mediadas por un contexto de COVID-19, lo cual hace la historia diferente. Para hacer los guiones, el equipo de asesores y Luberta y yo investigamos cómo había cambiado la vida de cubanas y cubanos al llegar la pandemia, pues constituía el primer parteaguas. Aunque las subtramas son enteramente ficción,
algunas están inspiradas en vivencias sociales de la pandemia».

—En el teleplay Muerto por Carol, cuyo guion es de tu autoría, aunque los personajes principales son niños, se aborda un tema muy controversial: la discriminación a la mujer negra. ¿Te consideras una feminista?

—¡Sí, me considero feminista! Pertenezco a la Red Feminista Berta Cáceres y estoy en todos los lugares donde el feminismo pueda ser respaldado.

«La historia es una adaptación de un libro de Lidia Meriño, y en ese sentido importaba mucho adaptarla a esas edades prepúberes, que no son las que habitualmente se trabajan en la Televisión Cubana. Creo que el tema fue bien acogido y me parece que debe seguir sobre el tapete.

«Muchas veces, sin darnos cuenta, repetimos historias con miradas patriarcales de lo que debe ser la relación hombre-mujer y la mujer en el sentido más tradicional. En el cuento original no estaba, pero lo agregué en el guion: las muchachas juegan béisbol.

«En los guiones siempre trataré de abogar por la igualdad de géneros; si puedo decir infancias, humanidad, personas y no generalizar todo a lo masculino, lo haré. Buscaré términos que permitan unir los dos géneros y que no favorezcan uno por encima del otro, siempre respetando las reglas del idioma español».

—Algunos escritores ven sus obras como hijos y al proceso para llevarlas a cabo como un parto. ¿Qué siente Lil al crear un guion?

—Lo veo exactamente así, pero como parto colectivo. Cuando uno escribe en soledad, evidentemente el parto es personal, pero en la televisión casi nada se hace en solitario. El proceso de ir creando la criatura es para mí el más interesante. Cuando uno escribe sola tiene puntos ciegos, lo cual no pasa en colectivo. Esto hace crecer la obra, por eso me encanta el proceso de crear la criatura entre todos y de parirla entre todos. La obra, como cualquier bebé, viene con sus luces y sus sombras, pero se debe aceptar como es.

«Es un momento de mucho crecimiento profesional y que disfruto muchísimo, aunque no está exento de que los “padres y las madres” de la criatura no se pongan de acuerdo en cómo será la obra y cómo llevarla hasta el final. Yo apostaría por que todas las creaciones fueran colectivas».

—Algunos guionistas prefieren que en los programas de no ficción los conductores respeten cada palabra de su guion, otros intercambian criterios con estos para hacer cambios si son pertinentes. ¿De qué lado va la relación de Lil con los conductores?

—Va de la segunda. Creo que los guiones no son de hierro. En la no ficción los conductores y conductoras pueden poner de su cosecha mientras no se pierda el sentido de lo que tienen que decir. Siempre he tenido mucha confianza en las personas que dirigen y conducen lo que yo escribo.

—¿Qué piensas de las formas para concebir un audiovisual en los tiempos actuales?

—Aunque seguimos haciendo televisión tradicional, las formas han cambiado en todos los niveles. Hay que pensar que los procesos se están transformando y hay que evolucionar junto con ellos. Se está fomentando una televisión que se va de los bordes tradicionales y está en otras plataformas, las cuales exigen formas de hacer diferentes.

—¿Qué aconsejas a los jóvenes que comienzan su pasión por escribir en televisión?

—Lo primero que aconsejo es humildad. El proceso de aprender en la televisión es el de hacer. Es importante introducirse una en los colectivos de trabajo dispuesta a aprender, pues es esa una gran escuela.

—¿Qué futuras aspiraciones profesionales tiene Lil Romero?

—Entre mis utopías o misiones están poner en mis guiones identidades femeninas diversas; llevar al público historias de relaciones liberadoras deconstruyendo el patriarcado; contribuir a desmontar los mitos acerca del amor romántico y seguir poniendo en alto la ciencia cubana mediante mi trabajo.

 

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