Coronavirus en Cuba. Autor: Adán Iglesias Publicado: 04/06/2022 | 07:19 pm
Han pasado varios días desde que se decretó la autorización de andar sin nasobuco (cubrebocas) por nuestras calles y diversos centros sociales. Lo cierto es que aún, y así seguirá siendo, muchos confían en la utilización de esta prenda como el modo más efectivo de evitar contagios.
Por supuesto que, aunque ya ha sido autorizada la «despedida» del nasobuco, la decisión de llevarlo o no es de usted, y sería bueno que esto quedara claro para algunos inspectores o autoridades oficiales, no sea que quieran aplicarle una multa a quienes lo lleven puesto, por contraindicación a la orden asumida después de varios años.
No me tilde de exagerado, todo puede suceder. Para que no queden dudas, otra vez nuestros «dederreporteros» se han lanzado a las calles y hemos recopilado algunas opiniones acerca de cómo ha sido recibida por el pueblo esta orientación, que forma parte de la tan mencionada nueva normalidad.
Por un problema de discreción serán omitidos los nombres de aquellos ciudadanos que han colaborado en esta encuesta, por lo cual serán presentados con seudónimos.
Pedro Patilla: «Realmente esta cuestión de no usar el nasobuco para mí es un dilema, porque antes yo podía pasar mucho más tiempo sin afeitarme, incluso en algunas ocasiones estaba varios días como se dice vulgarmente, “patillú”, y no se notaba gracias a esa prenda que cubría gran parte de mi rostro. Ahora debo rasurarme un día sí y otro no porque mi trabajo así lo requiere y yo sé que la cosa no se queda aquí… ya verá como suben de precio las maquinitas de afeitar y la pasta dental. Usted sabe, todo funciona así, ¡una medida por un lado, y la gente sube los precios por otro!».
Jeny Bellezura y Sabrosura: «Como ustedes pueden ver, soy un mango, un mango verde porque no me dejo caer… ji, ji, ji. El problema es que tengo una colección de nasobucos de todos los colores que combino con mi ropa, incluso tengo uno transparente para cuando estoy desnuda en el baño, o haciendo el amor. Mi problema inicial es que no sé qué voy a hacer ahora con todos esos nasobucos; me da tremenda lástima botarlos. Pero más que eso, me tiene muy preocupada el hecho de que yo soy de labios gruesos, sensuales… y acostumbraba, antes de la pandemia, a pintarlos también en combinación con la ropa y zapatos que llevo puestos; y mire usted que gran dilema: ¿dónde consigo ahora esa variedad de cosméticos si ni en la tienda en MLC hay creyón de labios? ¡Y si los hay, mándate a correr!».
Rosa Carcajada: «¡Yo todavía llevo puesto el nasobuco, y no me lo voy a quitar! No es que no me moleste, ni porque quiera protegerme más que nadie… Le voy a ser sincera: hace más de un año me caí en la calle comiendo m… maní, y me partí un diente de los dos grandes esos que uno tiene alante. Nadie, porque yo no he dejado que nadie me vea así, se imagina lo que parezco cuando me echo a reír. He ido 25 veces al dentista y siempre me dicen que no hay materiales para reconstrucción… ¡Oye mi’jo, ni que lo mío fuera un edificio! Así que mi nasobuco se queda hasta que haya materiales en la clínica dental».