Taimí Dieguez, poeta, narradora y dramaturga Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 05/01/2022 | 09:35 pm
Anda por ahí con su rostro angelical y pelo rojo, con su andar a veces apresurado o lento. Suele sonreír y hablar con pasión inusual. Es difícil imaginarla en el interior de su literatura: teniendo sexo en lugares públicos, arrancando cabezas de animales o lanzando piedras, como ocurre en algunas de sus historias. Los personajes parecen demasiado diferentes a ella, pero esta jaruqueña orgullosa asegura que se nutre de experiencias propias y de otros.
Después de conocerla de manera leve, junto a su libro Piedras a los varones, la joven dramaturga, narradora, poeta y profesora Taimí Diéguez Mallo se me dibujaba como una especie de enigma. La encontraba en las páginas impresas, compartimos alguna obra de teatro y coincidimos en varias actividades artísticas, fuentes de sensaciones y amistad.
Graduada de la especialidad de Dramaturgia en la Universidad de las Artes (ISA) en 2018, ha obtenido diversos reconocimientos, incluidos los premios Fundación de la Ciudad de Matanzas (2018), el Hermanos Loynaz de Narrativa (2018), el Fundación de la Ciudad de Santa Clara (2019) y el de Teatro José Jacinto Milanés (2019). Logró también las becas Caballo de coral (2009), El reino de este mundo (2018) y la de Producción Luis Orlando Suárez Tajonera (2017). A eso le sumamos una mención en el Premio de Dramaturgia Virgilio Piñera (2016). Actualmente se desempeña como editora en la Casa Editorial Tablas-Alarcos. Es profesora de Historia del Teatro en el ISA.
A través de sus palabras la vemos pequeña en su casa natal de Jaruco, en la actual provincia de Mayabeque. Jugaba a «los escondidos» o «los agarrados», a los yaquis o palitos chinos, y disfrutaba de manera especial comer ajiaco y maíz.
La niña estuvo en diferentes talleres de la Casa de Cultura municipal, incluidos los de danza, música, artes plásticas, y, por supuesto, literatura y teatro, los que más fuerte la atraparon.
Sus primeros poemas y cuentos casi siempre trataban sobre ella, «sobre lo que me acontecía, lo que sentía. Eran textos muy poéticos, pero también inmaduros desde lo técnico».
La etapa como alumna en el ISA fue muy especial para quien vuelve con frecuencia a ese lugar de arte y sueños. «Ahí no solo me formé como dramaturga y creadora teatral, sino y, sobre todo, crecí como ser humano. Tuve la suerte de formar parte de un grupo de amigos que nos quisimos y nos queremos muchísimo. A ellos les debo su amistad, el apoyo incondicional en situaciones difíciles y la experimentación en el teatro, la formación de una práctica y un criterio teatral, desde la dramaturgia y la escena.
«También tuve la satisfacción de tener un colectivo maravilloso de profesores, prestigiosos dramaturgos, teatrólogos, investigadores, críticos, diseñadores, especialistas del arte en general y de las letras y las humanidades. Hoy imparto clases junto a ellos con mucho gusto, porque enseñar es la mejor manera de aprender. Estar en el ISA era y es un regalo. Fue mi hogar durante cinco años».
Esta carismática joven casi siempre anda rápido. Tal vez mientras conversamos diversos proyectos circulan en su mente. Su voz puede tener un tono calmado y en ocasiones es como torrente, que no se detiene. Seguramente también sucede así cuando escribe. Para ella lo más importante es tener uno o varios personajes que la apasionen, «y luego me dejo llevar, las historias van creciendo.
«En ese proceso soy feliz, aunque vivo muchos estados en la escritura: ansiedad, nostalgia, tristeza, rabia, alegría, según las situaciones que narre. Pero crear me hace feliz. Y me lo exijo como disciplina desde que entré en el Seminario de Dramaturgia del ISA, aunque obviamente las dinámicas de lo cotidiano pueden obligarme a interrumpir la redacción.
«Cuando termino un libro, cojo un tiempo para comenzar otro proyecto, que puede ser uno colectivo, como una compilación o algo escénico. Mi disciplina es la de crear», expresa quien siente un cariño singular hacia su primera obra publicada, Con la ropa de mi madre. Obra para ser dicha por el perro hembra, por la cual obtuvo su primer premio. «Ese libro me conecta con mucha gente, amigos, creadores, gestores. Me ha traído varias alegrías. Se convirtió en mi primera traducción al francés».
Agrega que suele leer sus textos después de publicados, «para saber cómo quedó la edición, un oficio que he realizado durante más de tres años, y porque me gusta recordarlos bien, pero nunca para corregirlos. Cuando termino una obra, la acabé y punto. A no ser que comience con ella un montaje u otro proceso creativo», dice quien adora la repostería, el mar y los ambientes del campo.
Respecto a la edición, manifiesta que se trata, en gran medida, de aunar y dar coherencia a un libro, según normas editoriales y un concepto respaldado por el autor o autora. «Para mí está relacionada con el trabajo del dramaturgo al estructurar una historia, al componerla y velar por su limpieza, precisión, organicidad… En Tablas-Alarcos he aprendido mucho y he descubierto que me enamora el mundo de la gestión, la formación, la organización de eventos, talleres, dosieres de revistas…, en fin todo lo que implique pensamiento, investigación y creación».
Apunta que no persigue los premios, pero «les concedo toda la importancia que merecen como reconocimiento al valor literario y artístico de una obra. Es muy importante que los jurados se correspondan con el nivel del reconocimiento.
«Cuando tengo una obra o libro terminado los presento a concursos, en parte porque ganarlos garantiza la publicación. Son favorables también porque suelen incluir promoción, presentaciones, cobro de derecho de autor… La literatura y los escritores necesitamos la retroalimentación con el público, el estímulo y pago por nuestro trabajo. Si pudieran ser dañinos para los autores, para su ego, ese es otro asunto», refiere quien durante la etapa de pandemia se ha mantenido muy activa entre letras.
«Terminé de escribir una obra teatral y dos poemarios. Preparé proyectos para maestrías y colaboré con amigos en sus proyectos personales. Por ejemplo, formo parte del disco de poesía femenina Discurso de Eva, dirigido por Barbarella D´Acevedo, merecedor de la beca El reino de este mundo, de la AHS.
«Igualmente he colaborado con el canal en Telegram Troyanas en Cuarentena, de Ámbar Carralero, donde surgió la idea de una antología de poesía femenina, de mujeres del teatro, que son poetas.
«Mis sueños son seguir creando, escribir una novela, hacer cine y convertirme en madre» expresa al final de la conversación. Y uno la imagina tecleando alguna historia, leyendo sobre la cama, caminando por los pasillos del ISA o disfrutando algún paisaje. Tal vez se desdibuja al doblar de la esquina, pero siempre está en sus páginas.