Alfredo Herrera Sánchez durante la presentación de su documental en el Palacio del Segundo Cabo Autor: Néstor Martí Delgado Publicado: 26/01/2021 | 09:43 pm
En cierta ocasión, Alfredo Herrera me preguntó cómo podía llegar hasta la tienda de Cuervo y Sobrinos, la famosa marca de relojes suizos. «Es una calle antes del Tren Mambí, cerca de la Iglesia de San Francisco de Asís, pero el estipendio no te alcanzará para comprarte uno en ese lugar», le esclarecí jocosamente, refiriéndome a los costosos productos que allí se exhiben, a lo cual él me respondió: «Chico, deja el “bonche” que estoy investigando sobre el tema de mi tesis».
En reiterados momentos era posible ver a Alfredo paseando por la Facultad de Comunicación con algún «invento» o historia en mente para poner en práctica en algún trabajo periodístico. Dicho empeño dio como resultado el documental Cuervo y Sobrinos: el valor del tiempo, con el cual este periodista debutó en la realización audiovisual.
Fue en el Palacio del Segundo Cabo, sede del Centro para la Interpretación de las Relaciones Culturales Cuba-Europa, donde Cuervo y Sobrinos: el valor del tiempo se estrenó recientemente, gracias al auspicio de la Oficina del Historiador de La Habana.
Tuve el privilegio de que nuestro inolvidable historiador el Doctor Eusebio Leal estuviera al tanto de este proyecto audiovisual, cuyo cabal desarrollo alentó siempre, abriéndonos con su influencia muchas puertas.
«El deterioro de su salud no le permitió darnos la anhelada entrevista, pero sus ideas están en este documental», asegura Herrera Sánchez, quien se propuso entregar una reconstrucción histórica de la evolución de una relojería que forma parte del acervo cultural de la nación, desde su fundación en el siglo XIX.
Este joven matancero cuenta a JR que durante el proceso de investigación, el cual duró dos años, fue poseído por «una curiosidad enfermiza que no podía saciar porque no existía mucha información disponible».
El interés por llevar adelante este tema surgió por casualidad: una tarde mientras rebuscaba en una gaveta, encontró entre los recuerdos de sus abuelos un reloj de bolsillo con una inscripción en la esfera: «Cuervo y Sobrinos Únicos Importadores». Entonces se propuso seguir el rastro y emprender un viaje que le permitió conformar un producto con 41 minutos de duración, donde entrevista a figuras esenciales en el estudio de la historia nacional.
La nómina la componen en su mayoría historiadores, entre los que se destacan los premios nacionales de Historia, María del Carmen Barcia, Oscar Zanetti y Alejandro García, así como otros analistas como Fabio Fernández, Pablo Riaño y Arturo Pedroso. También intervienen el relojero Reinaldo Bacallao, el restaurador Jesús Rodríguez, el orfebre Alberto Valladares y el presidente de la compañía suiza, Massimo Rossi.
«Tiene una importancia especial la participación de Eliseo Castillo, un señor que trabajó en la antigua Cuervo y Sobrinos, entre 1959 y 1968. Sus anécdotas nos transportan a la época dorada del comercio cubano y matizan el relato con una perspectiva más humana», asegura Herrera, quien para cada entrevista contó con un equipo de producción de primera línea, como se comprueba en los créditos de Cuervo y Sobrinos: el valor del tiempo: Patricia Ramos,en la asesoría de guion; Humberto Jiménez Penha, como productor general; Angie Hernández y Alan Mairena, en el diseño de banda sonora; Nancy Angulo, en la corrección de color...
«De la fotografía se responsabilizó la talentosa Denise Guerra y el sonido directo lo hizo Juan Carlos Herrera. El documental contiene varias animaciones y los muchachos de Sindicato Studios (encabezados por Camilo Suárez y Mauricio Llópiz) dieron un toque elegante y atractivo a su visualidad.
«La edición comenzó en plena cuarentena y Joanna Montero fue mis ojos cuando la distancia provocada por el aislamiento solo me posibilitaba participar en el proceso vía WhatsApp», cuenta este egresado de la Universidad de La Habana.
«Yo había dado algunos pasos en el mundo audiovisual, pero contar 140 años de historia en menos de una hora fue un reto enorme que me costó trabajo asumir.
«Cuervo y Sobrinos tal vez era la punta de un amplio movimiento de joyería que tuvo un gran auge en la etapa republicana. Estaba enclavada en San Rafael, principal corredor comercial de La Habana y abastecía de mercancías a casi 30 joyerías en todo el país, exportaba sus productos en la región y terminó siendo la única marca suiza con alma latina», relata.
Alfredo está convencido de que «los bienes culturales deben socializarse de cualquier manera, que cualquier formato es óptimo si se logra hacer llegar el mensaje a los jóvenes de la necesidad de preservar los tesoros nacionales.
«Quizá sea válido preguntarse por qué es tan importante que las nuevas generaciones interactúen con lo heredado. La respuesta radica en que resulta imprescindible poner a su alcance lo más valioso de nuestra identidad.
«No son pocos los elementos que pueden calificarse como bienes culturales y, sin embargo, resultan desconocidos para la sociedad, porque están ausentes, ocultos o no se visibilizan en la comunicación pública. Ese era el caso de Cuervo y Sobrinos. Hay aún muchas historias interesantísimas, valiosas, que duermen en los archivos y anaqueles de nuestras bibliotecas», acota quien se ha convertido en un estudioso apasionado, cuya labor investigativa aún no cesa.
Con la conclusión de Cuervo y Sobrinos: el valor del tiempo, Herrera no pretende dejar de lado la historia de la relojería en Cuba. De hecho, tiene la aspiración de plasmar en un libro todos los resultados de su indagación, los cuales no pudieron incluirse en esta obra audiovisual. Entonces, no es difícil predecir hacia dónde conduce un camino cuando se juntan la curiosidad y la persistencia. El reloj de Alfredo está en hora.
Cartel promocional del documental Cuervo y Sobrinos: el valor del tiempo.