Ángel Velazco, ilustrador e historietista cubano Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 21/11/2020 | 05:11 pm
Vive hace más de 300 años en Charco Azul. Pero un día, o debió ser una noche, usó su magia de güije para presentarse ante el imaginario indicado y tener un nuevo nacimiento. «Desde entonces andamos juntos, o desde antes, ahora no estoy muy seguro», me dijo Ángel Velazco al preguntarle por Kukuy.
Tres décadas de historietas cuentan la aventura del ilustrador con este duende del río, que quiso ser dibujo para hablarles a los niños. Y encontró los pinceles correctos, porque Angelito, como todos le llaman, además de saberse muchas travesuras, comprende asuntos que otros adultos ni creen.
Asumió con seriedad la fantasía. Creó a Kukuy que, como nació de un huevo, no tiene ombligo. «Es como un niño campesino», afirma el dibujante sin reparar en los aniversarios cumplidos, porque si algo él sabe es que los güijes no envejecen.
«En ocasiones mis abuelos y mis tíos hablaban de estos seres mitológicos que se veían de vez en cuando por allá por Charco Azul, un remanso del río Saramaguacán, localizado entre Sibanicú y Minas. En mi niñez camagüeyana esas historias me fascinaban. El mito de los güijes, en lugar de cumplir su propósito de mantener a los muchachos lejos del peligro de los ríos, impulsaban a la grey infantil a provocar un “encuentro cercano” con ellos.
«Cuando entré al Taller de Historietas de la UPEC, impartido en La Habana por Francisco Blanco y Manolo Pérez Alfaro, salía de la adolescencia y traía en la memoria emotiva esos recuerdos. En 1990, una tarea del curso exigía presentar ideas de historietas con un personaje del que se pudiera crear una saga, al menos breve, y pensé en un güije. Le improvisé varias tramas y le busqué un nombre. Leí mucho sobre mitología cubana y en algún lugar hallé la entrevista de un guajiro que aseguraba haber oído a los de su finca emitir un sonido similar a “cu… cui…”. Ese fue el pie forzado. Cambié la C por la K y lo terminé con Y para hacerlo más extraño, creyendo que sería un nombre único en el mundo, pero estaba equivocado, porque luego supe que muchas personas llevan en el mundo ese apelativo, incluso un barrio de Moscú se nombra de ese modo, y la expresión en chino significa algo así como muchacho pícaro.
«La cuestión es que Kukuy fue publicado en 1990 en las páginas del tabloide El Muñe, que sacaba quincenalmente la Editorial Pablo de la Torriente, de la UPEC. Su cumpleaños es el 5 de junio, Día Mundial del Medio Ambiente».
—¿Cuánto de Angelito lleva el güije de Charco Azul?
—Todo. El respeto por la naturaleza, el amor a la cultura campesina, la devoción por Cuba, el optimismo, la fe en el trabajo, el culto a Martí, la fidelidad a los amigos, el cariño a las niñas, el apetito por las frutas cubanas, el placer del río limpio, el no aceptar la derrota ni las prohibiciones, la impaciencia, la constancia, lo bueno y lo malo.
—A lo largo de su trayectoria como historietista ha creado muchos personajes, sin embargo Kukuy resurge una y otra vez en los relatos de Ángel Velazco. ¿Por qué es tan especial?
—El color de Kukuy, el güije, delata su origen, fruto de la unión de los jigües indígenas y los chichiricús africanos. Cuando hay que contar a los niños sobre Cuba, ¿quién mejor que él para alertar sobre la caza del manatí, la contaminación de los ríos, la captura de especies autóctonas, el manejo de las especies invasoras, los incendios de los bosques o las trampas de los cagüeiros estafadores que se transforman para hacer daño y prefieren siempre lo extranjero? Esas han sido, en estos 30 años, las temáticas recurrentes de Kukuy. Y, sobre todo, los valores de la cubanía. Kukuy siempre está en su puesto, junto a la palma real y el tocororo, acompañando a los niños.
—¿Cuál es la magia de la historieta? ¿Qué la hace diferente, única?
—La historieta es el noveno arte. También es un género literario ¡y periodístico! Y es una industria. Toma y da a la literatura, a la pintura, a la arquitectura, al videojuego, al diseño, a la moda, a la publicidad, a la fotografía, al cine… En sus inicios acompañó a los periódicos y luego, con la complicidad de sus lectores, se labró un camino propio. Hoy la historieta, sus personajes más destacados y sus creadores han influenciado tanto la cultura mundial que aparecen en las enciclopedias y se les dedican museos y hasta parques temáticos. Millones de personas en el mundo consumen y coleccionan historietas.
«La historieta es, además, un excelente recurso educativo y un poderoso vehículo de divulgación ideológica. Es utilizada igualmente por los ministerios, las iglesias o los ejércitos».
—¿Goza la historieta cubana de los espacios suficientes para crecer como medio de expresión artística?
—La historieta es considerada imprescindible en todo el mundo y hace ya bastante tiempo que el reconocido creador español Carlos Giménez expresó que el intelectual que no sea capaz de hablar de obras y autores de historieta con la misma propiedad con la que aborda obras y autores de otras manifestaciones del arte, tiene que reconocer profundas lagunas en su formación cultural.
«En Cuba ya son pocos los que se atreven a no reconocerle el lugar que se ha ganado en el patrimonio cultural de la nación. El mes pasado, durante las celebraciones por la Jornada de la Cultura Cubana, el personaje Elpidio Valdés brilló a la altura de Omara Portuondo, Alfredo Sosabravo y Alicia Alonso. Eso dice mucho, pero no lo dice todo.
«Estoy seguro de que falta información sobre la importancia económica e ideológica de la historieta para nuestro país, sobre todo ante los retos del mundo actual. No existe tampoco una planeación estratégica para impulsar el desarrollo del género, lo que explica que, a pesar del mejoramiento de las condiciones editoriales del país, no se han rescatado, y por ende no existen, publicaciones especializadas como las revistas Cómicos y Pablo y el tabloide El Muñe, que desaparecieron con el inicio del período especial. No se ha podido, entonces, trabajar eficazmente en una cantera de jóvenes profesionales del género.
«Muchos adolescentes, graduados de las escuelas de arte, pintores… hacen historietas de manera autodidacta, pero muy pocos saben hacer guiones “cubanos”. Tenemos historietistas brillantes que se forman aquí bajo los auspicios de terceros e incluso algunos que publican su obra en otros países. De ahí que la obra historietística realizada por cubanos, que forma parte notable del patrimonio cultural del país y del mundo, no tiene en Cuba un museo propio donde preservarse. Evidentemente la legislación sobre derecho de autor es obsoleta y se carece de una cultura legal al respecto. Todavía no hay un reconocimiento social al trabajo del historietista cubano, al nivel de otros profesionales en otras artes.
«¿Te has fijado en que no hay premios por la obra de la vida, ni premios nacionales de historieta? Casi no hay concursos nacionales porque no existe, ni se planifica, un Centro Promotor de la Historieta, o cualquier entidad que, bajo los auspicios del Ministerio de Cultura, salve el género en Cuba.
«Por lo demás, la prensa cultural “especializada” prácticamente no le brinda espacio, a pesar de que, según estudios del Observatorio Cubano del Libro, es el tercer género más leído en el país, después del cuento y la novela, y a nivel de la poesía. Todavía te encuentras a “iluminados”, como decía Juan Padrón, que siguen considerándola como un producto “para niños”, o que siempre prefieren dar cobertura periodística a una exposición de pintura, un estreno teatral o un disco musical, que a un nuevo libro de historietas. Los críticos de arte no la estudian suficientemente y muchos funcionarios la ignoran. También necesitamos más historietistas en la Uneac y la UPEC».
—En su carrera de ilustrador e historietista ha privilegiado al público infantil. ¿Cuán complicado resulta dibujar y escribir para los niños?
—Los niños son los que me han privilegiado a mí con su cariño. Son el público más sincero. Si lo que haces les gusta, te lo dicen; si no, también. Yo los he priorizado porque tengo que ser consecuente con su transparente amistad y porque, como dijo el Maestro, son la esperanza del mundo.
«Hay que aprender a dibujar y escribir para los niños porque necesitan y exigen ilustraciones coloridas, textos directos, historias emotivas, personajes cautivadores. En las historietas es básico organizarles las viñetas con un orden de lectura que no dé lugar a equívocos y llenar los globos con letras de buen tamaño. El humor es esencial y siempre he tratado de acompañarlos con optimismo en su descubrimiento del país en el que son lo más importante.
«Tengo en la casa a mis dos hijos pequeños, los primeros críticos de mi trabajo, y he contado siempre con el apoyo fundamental de mi esposa. Para los niños he escrito y dibujado mis historias en unos cien libros; además he ilustrado obras de geniales escritores como Nersys Felipe, Rubén Rodríguez, Mario Picayo, María Luisa García Moreno, Félix Mondejar (F. Mond), Jorge Sariol, David y Phillis Gershator, Jorge Luis Garcés, Adrián Guerra, Wendy-Ann Díaz y otros. Durante más de una década me integré al equipo de la revista Zunzún y ese sentido de pertenencia es para toda la vida. Aunque ya no estoy allí, cuando me llaman voy como sea. El número que está por salir de imprenta es precisamente un Zunzún juego dedicado íntegramente a los 30 años de Kukuy».
—Kukuy celebra sus 30 años con la excelente noticia de llegar a la gran pantalla, tras recibir el único premio otorgado por el Fondo de Fomento del Cine Cubano en la modalidad de Escritura de guion de largometraje de animación. ¿Qué nos puede adelantar de este proyecto?
—Surge a partir de las motivaciones que generó la nueva legislación para la Creación Audiovisual Independiente. La película hace rato que me daba vueltas y esto catalizó el esfuerzo de sentarme de una vez a poner en orden el argumento. El filme tendrá mucha acción y aventura, humor a granel, chistes con cultura y personajes cubanísimos en situaciones límite de las que solo emergen con solidaridad y humanismo. Trae temas etnológicos, históricos y hasta climáticos, que nos incluyen a todos. Tiene varias historias alegres entrelazadas, plenas de costumbrismo, peripecias y críticas sociales, condimentadas con décimas y canciones. Hay preferencia por mostrar los paisajes, animales y plantas de Cuba.
«Es un ajiaco de referencias identitarias enfrentadas al egoísmo, la apostasía y la chabacanería del colonialismo mental que quieren imponernos. Me he divertido creando el argumento y quienes lo leyeron le auguran un buen camino. Ahora empieza todo. Ajustar guiones y diálogos, organizar los presupuestos, plantear la visualidad, determinar los equipos creativos que estarán involucrados, apelar a las plataformas tecnológicas necesarias, establecer metas… Nada, que no hay tiempo para aburrirse. Afortunadamente tengo muchos amigos que me acompañan».
—Aunque ya ha incursionado en el mundo de la animación, ¿qué significa hacerlo en una propuesta tan personal? ¿Presentará algunos cambios el Kukuy de la pantalla respecto al de la historieta?
—Siempre hice historietas, ilustré libros para mis amigos escritores y paralelamente acumulé experiencias en el mundo de la animación. Ahora se inicia una etapa superior en la que habrá que sacar el máximo a los recursos creativos y materiales. Veo la película como un gran homenaje a la cultura campesina, a la naturaleza del país y a los valores que nos enorgullecen como cubanos. Por eso no veo diferente el Kukuy de la pantalla al de la historieta. Eso es lo que él ha hecho siempre, trabajar y reír por Cuba.
—¿Esta escapada de la historieta al animado puede avizorar un punto de giro definitivo en la carrera de Ángel Velazco?
—Seguramente un largometraje como el que tenemos previsto llegará con todo su espíritu de cubanía a un público mayor, y también Kukuy será más conocido y crecerá su compromiso con la infancia cubana. Estamos implicados en crear y mantener un equipo creativo y de producción que sea capaz de dar una respuesta a la altura del reto y proponerse necesariamente nuevas metas. Unido al desarrollo del largometraje ya planeo una serie de dibujos animados de Kukuy. En este punto hay que marchar con el mundo y desde la película estamos diseñando una estrategia transmedia que nos ubique al nivel que desea y merece el público cubano, con personajes propios, productos e historias de su entorno real y maravilloso.
«Esto es una industria cultural y bien conducida, apelando al encadenamiento productivo, puede aportar desde los juguetes, tan necesarios, hasta obras teatrales; desde artículos de merchandising hasta videojuegos; el futuro se hace desde el presente. Pero no voy a dejar de hacer historietas».
—¿Qué planes tiene reservados para Kukuy después de llevarlo al cine?
—Iremos juntos a tomar champola de guanábana. ¿Vienes con nosotros?
Kukuy carga a su pony a través del río. Foto: Cortesía del entrevistado
El protagonista en la playa con las iguanas. Foto: Cortesía del entrevistado
El protagonista con sus buenos amigos. Foto: Cortesía del entrevistado