Aniversario 59 de la UNEAC. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 25/08/2020 | 08:26 pm
Pocos recuerdan que la convocatoria al Congreso fundador de la Uneac rendía homenaje implícito a la memoria de Federico García Lorca, asesinado en Granada, un 18 de agosto de 1936.
A la admiración por el autor del Romancero Gitano y de tantas piezas clásicas de la dramaturgia hispana retomadas una y otra vez por nuestros teatristas, se añadía la reafirmación de la línea antifascista de nuestros intelectuales, representada por Pablo de la Torriente Grau, caído en Majadahonda, y por la participación de Juan Marinello, Nicolás Guillén, Félix Pita Rodríguez, Alejo Carpentier y Leonardo Fernández Sánchez en el Congreso de Valencia, quienes unieron sus voces en defensa de la república traicionada con las palabras militantes de los más reputados intelectuales de la época, mientras más de mil cubanos combatían en los distintos frentes de la contienda. Allí estaban también Lino Novás Calvo y Carlos Montenegro.
De los acalorados debates que animaron las multitudinarias reuniones en los salones del Hotel Habana Libre, surgió una organización que acogió diversidad de tendencias estéticas y filosóficas, así como un amplio abanico generacional integrado por quienes podían mostrar el aval de un trabajo creador de cierta valía, desde los supervivientes de la primera vanguardia hasta los jóvenes que ya comenzaban a empinarse.
Lilia Esteban recordaba haber visto bailar en un festejo a la singular pareja formada por Amelia Peláez y Eduardo Abela, ambos regordetes y de baja estatura. Junto a Nicolás Guillén, instalado en una presidencia cordial, Roberto Fernández Retamar y Lisandro Otero se ocupaban de las publicaciones en las cuales Fayad Jamís asumía el diseño gráfico.
Las revistas recogieron algunas importantes polémicas de la época. El catálogo de la editorial reúne títulos devenidos clásicos de nuestras letras. La memorable colección Órbita merecería rescate y continuidad. Figuraba en ella, entre otras, antologías de Rubén Martínez Villena, prologada por Raúl Roa; la de Fernando Ortiz con rigurosa introducción a cargo del muy olvidado Julio Le Riverend; la de la revista de Avance, preparada por uno de los protagonistas del minorismo y miembro del consejo editorial de la revista, el catalán Martín Casanovas, otrora expulsado de Cuba por Gerardo Machado.
La vivienda del otrora banquero Gelatz se convirtió en la casa de, por y para los escritores y artistas cubanos.
Reducidas a lo estrictamente indispensable las oficinas, daba gusto visitar a Nicolás en su despacho, después de recibir el cálido abrazo de Sara Casals, la amiga de todos. Muy involucrada en mis tareas universitarias, yo pasaba de tarde en tarde. Era la ocasión de ponerme al día respecto a lo más reciente del acontecer cultural.
Bajo el calor aplastante de las tres de la tarde, la enorme humanidad de Lezama se aposentaba ante una mesita de la apacible cafetería para degustar un plato de langosta. Alguna vez me senté a su lado con el propósito de disfrutar su prodigiosa cascada verbal inspirada en los colores y sabores del marisco.
Con austero mobiliario, el salón colindante disponía de algunos cómodos asientos. El azar me procuraba la oportunidad de intercambiar con amigos acerca de las novedades de la cultura y de actualizarme en cuanto a las comidillas del momento. A poca distancia, la librería desplegaba las publicaciones más recientes. Así, con mi carga de libros, revistas y vivencias, tomaba el camino de regreso a casa.
Como parte del pueblo, los escritores y artistas asumimos el lugar que nos correspondía en la defensa de la Patria. Cuando en la Crisis de Octubre la Isla estuvo a punto de desaparecer bajo el hongo atómico, nos acuartelamos en la vieja casona. En noches sin sueño, elaboramos textos e imágenes al servicio del combate necesario.
La fundación
Con el mismo principio de justicia social que todavía guía sus pasos, la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) cumplió 59 años de fundada por el Poeta Nacional, Nicolás Guillén, el pasado 22 de agosto. La organización con fines culturales y artísticos agrupa en su seno de manera voluntaria a escritores y artistas cubanos, elegidos sobre la base del currículum profesional.
La fundación respondió al objetivo de preservar el proyecto de justicia social e independencia nacional que comenzó a materializarse con el triunfo de la Revolución en 1959. Igualmente, pretendió unir a la intelectualidad y a la vanguardia artística del país en pos del desarrollo de la cultura cubana.
Entre sus propósitos están estimular, proteger y defender la creación intelectual y artística, así como rechazar y combatir toda actividad contraria a los principios de la Revolución. La organización —con personalidad jurídica propia y plena capacidad legal— impulsa a través de varias formas de promoción, tanto en Cuba como en el exterior, el desarrollo cultural de sus miembros.
Desde su creación, ha estado representada por artistas de reconocido prestigio en todos los ámbitos de las artes estéticas y filosóficas, en su dirección figuraron nombres como los de Alejo Carpentier, José Lezama Lima y René Portocarrero.
Al clausurar el 9no. Congreso de la Uneac, en junio de 2019, cuando fue elegido al frente de la organización Luis Morlote Rivas, el Presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, instó a fortalecer la política cultural y darle el contenido que los tiempos actuales están exigiendo. El mandatario además insistió en valorar la cultura como un eslabón fundamental en los encadenamientos productivos que interesa promover.
Díaz-Canel aconsejó propiciar una intensa actividad cultural en todas las ciudades y zonas turísticas que, a la vez de enriquecer la vida cultural del pueblo, atraiga y conquiste a sus visitantes. Al mismo tiempo, llamó la atención sobre el papel relevante de la cultura para estimular el intercambio con otros pueblos del mundo.
En los debates al interior de las comisiones, los escritores y artistas de Cuba agrupados en la Uneac afianzaron el compromiso de contribuir para que esta organización penetre y dialogue con el tejido social de la nación, según reseña PL.
A su vez, intercambiaron sobre el impacto de las nuevas tecnologías que conviven con modos tradicionales de comunicación y las maneras de propiciar la formación de un público capaz de discernir con juicio crítico lo culturalmente valioso y auténtico.