La cantante lírica cubana Diana Rosa Cárdenas Alfonso, residente en una región de Lombardía, alivió con el arte a sus vecinos que viven en cuarentena por la COVID-19 Autor: Facebook Publicado: 18/03/2020 | 09:47 pm
Mantua Lombardía, Italia; 6:00 p.m., 13 de marzo de 2020. Solo el silencio rompe el área bordeada por edificios. Apenas unas pocas personas caminan a paso agitado por las inmediaciones de un supermercado. Otras pocas toman con timidez los últimos rayos de sol desde sus balcones. Llevan demasiadas horas confinados dentro de cuatro paredes y aún restan otras muchas. Nadie habla. La tarde parece igual, desde hace más de una semana.
De pronto, una luz sonora obliga a buscar afuera. ¡Un milagro!, quizá pensaron. Mas, los vecinos cercanos salieron agradecidos a disfrutar de un verdadero espectáculo. Desde un pequeño balcón, Cuba abraza el dolor y la tristeza de cientos de italianos que viven día a día un duelo con el coronavirus. Gracias, Cecilia Valdés, por tanta espiritualidad. Gracias, Diana Rosa Cárdenas Alfonso, cantante lírica cubana residente en Mantua, región de Lombardía, una de las zonas italianas más afectadas por el coronavirus, por aliviar la desesperación.
«Si escogimos ser artistas es porque decidimos sensibilizar a las personas. El arte ayuda siempre. En un momento tan complejo como este, alcanza una trascendencia mayor porque toca adentro. Así es por lo que podemos sentirnos vivos, aunque a tu alrededor todo se esté muriendo. Vamos a recordar siempre ese momento porque nos ha unido como seres humanos», dice a Juventud Rebelde Diana Rosa, vía messenger, una aplicación que borra los miles de millas entre ella y esta Isla.
Aquel viernes en la tarde, no dudó en aceptar el flashmob (convocatoria a gran grupo de personas para hacer algo inusual) desde cada balcón, mediante las redes sociales, una iniciativa que se propagó con tanta rapidez como el propio coronavirus. Salió al pequeño espacio de su apartamento. Vestida con un abrigo negro, pijama rojo, medias y chancletas para sortear el poco aire frío que aún no se despide de Mantua, se creció en el improvisado escenario.
Prendió las bocinas y alzó su voz. A un lado, su esposo inmortalizó el momento, un video que se viralizó en pocas horas por varias redes sociales. Al otro, Marilú, su gatica, la miraba complacida. Alrededor, poco a poco se sumaron espectadores y muchas ovaciones.
«Estaban supercontentas. Me aplaudieron mucho. Me gritaban que si después que se acabe todo me hace falta público los llamara. Los vendedores del supermercado, donde no han prohibido las ventas por ser necesario el servicio, gritaban “¡Eres brava!”, cuenta la joven de 30 años y de cuna habanera, con voz quebrada por tanta emoción.
Y aunque Diana Rosa, desde su llegada a Italia en 2013 —uno de sus sueños por tener allí la ópera como género arraigadas raíces— para perfeccionar lo aprendido en la unidad docente del Teatro Lírico Nacional del Conservatorio Amadeo Roldán, ha hecho suyo varios de sus escenarios, todavía le cuesta digerir la experiencia.
«Salimos a comprobar si alguien más hacía algo y no pasaba nada. Entonces, dijimos, vamos a hacerlo. Fue muy improvisado, hasta medio despeinada estaba. Y es que no es costumbre acá hacer eso. Incluso, vivo en una región donde las personas no son tan expresivas como pueden serlo los que residen en el sur de Italia. Por eso nunca imaginé cantar en el balcón. Claro, en casa sí, por lo que mis vecinos más cercanos saben que soy cantante lírica», refiere quien alterna las presentaciones, tras aprobar las audiciones, con la impartición de clases de canto lírico y moderno.
Mas la salida de la zarzuela de Gonzalo Roig no fue lo único que sosegó la vida de Mantua. «También interpreté algunas óperas de este país como Turandot. Y dos días después, hice un dúo con mi vecina japonesa, cada una desde su casa, y cantamos Las bodas de Fígaro, de Mozart. Esa vez, hasta mi gatica se nos unió con sus maullidos», añade, mientras una sonrisa corta la comunicación.
—¿Por qué Cecilia Valdés?
—Desde pequeña he tenido un fuerte vínculo con esa obra. Mi mamá me la cantaba, aunque no estudió lírico. La interpreté en Cuba y aquí hice mi tesis en el Conservatorio de Música Lucio Campaniani sobre las tres zarzuelas cubanas: Cecilia Valdés, María la O y Amalia Batista.
«Agradezco mucho mi formación en nuestro país, sobre todo a mi maestro Adolfo Casas, por haberme inculcado amor y respeto para ese repertorio. Cecilia Valdés derrocha cubanía, no solo por su texto, sino por mezclar tantos ritmos. Si soy cubana, cómo no regalar en un momento tan complejo nuestro arte».
—¿Cuánto hay de Cecilia, como auténtica criolla, en Diana?
—Creo que mucho, porque en realidad cuando ella dice que no sabe lo que es sufrir, eso es lo que nos caracteriza a los cubanos. Ponemos siempre la cara de alegría en los momentos de tristeza y problemas. Enfrentamos todo con mucha dignidad. Cecilia es Cuba.
—¿Por qué crees que esa interpretación le ha dado la vuelta al mundo?
—Primero, nunca imaginé que eso sucedería. Pero debe tener relación con el hecho de que regalé una canción que me pertenece por ser cubana. Estoy feliz por haber despertado tantos sentimientos, solidaridad, hermandad…, aunque fue en una situación tan triste como la que vivimos y no olvidaremos.
«Me han llegado cientos de halagos y mensajes de amor. incluso un amigo me comentó que me vio por la televisión brasileña. Esa respuesta nos enseña que somos capaces de sentir y amar hasta en tiempos difíciles. Pero muchos son los artistas que han hecho lo mismo, y gracias a las redes podemos disfrutarlos».
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Desde hace más de una semana, Diana Rosa apenas traspasa los perímetros de su apartamento como medida adoptada por el gobierno italiano para evitar la propagación de la pandemia. «Cuando salgo, solo por una emergencia médica o para comprar comida o medicamentos, uso máscara, guantes, espejuelos. Cuando regreso me quito todo, lo lavo y pongo el abrigo y los zapatos a coger aire y sol.
«Me lavo las manos constantemente y me informo. Mantengo vínculos con la página de Facebook de la Embajada cubana en Italia y mi mamá me llama todos los días. andan preocupados por allá, pero estamos bien», refiere quien heredó la pasión por la música de su abuelo barítono y su padre que sin academicismo, domó los acordes de la guitarra.
—En tu opinión, ¿por qué el coronavirus ha sido tan fuerte en Italia?
—Supongo que sea porque al principio no se tomaron las medidas de restricción que debieron exigirse. Es un virus que se propaga con rapidez y puedes tenerlo y estar asintomático. Por ello, cualquier medida es insuficiente», insiste siempre que alguien pregunta por la salud del Viejo continente.
Y mientras Italia, como muchas partes del orbe, continúa atrapada por los tentáculos de un virus que se empecina en robarse miles de vidas,Diana Rosa piensa cómo disipar el molesto silencio que la rodea.
«Algunos amigos artistas me han dicho que por qué lo hice, si cuando todo pase nadie se acordará, y no me importa si eso ocurre. A veces basta un solo momento para darnos cuenta de tantas cosas buenas. Eso lo viví esa tarde y lo seguiré viviendo desde mi balcón, por lo menos hasta que estemos libres de esta situación», concluyó.
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