Tobías Thiele, cantautor y activista de la organización de solidaridad Cuba Sí-Berlín Autor: Malú Vilasa Publicado: 20/01/2020 | 07:51 pm
Esa cabecita roja resalta entre tantos muchachos con guitarra al hombro, congregados en la Plaza de las Arcadas. Como sucede en cada edición del Longina, Santa Clara se llena de amigos de tiempos ancestrales y amigos en potencia, de esos que la música une en un coro de afectos, que prevalece en el tiempo.
Tobías Thiele resalta no solo por el color inusual de su cabello, sino también por el constante deseo de socializar y por las tantas preguntas con las que llega hasta cada uno de nosotros. Sorprende al instante el perfecto español, que impide ubicarlo en región geográfica alguna. Se sienta a mi lado y hablamos de música cubana, de los jóvenes que tienen el poder de hacer la revolución en la voz. Hablamos de su razón de ser, de sus amores, y terminamos por enterarnos que resulta ser alemán, aunque cubano de corazón.
Los dos tobías
«Empecé a tocar la guitarra a los 11 años inspirado por Gerardo Alfonso. Él fue a Berlín en 1994 por primera vez, el mismo año en que vine a Cuba. Yo tenía solo siete años. Para mi padre siempre fue importante llevar a cabo proyectos culturales, por eso cuando Gerardo estuvo de paso por Europa, quiso conocerlo.
«Ya en aquel entonces se celebraba el 26 de Julio en la Embajada Cubana en Berlín y mi papá siempre tenía que ver con este ambiente, por eso invitó a aquel trovador a tocar y a hacer otros conciertos. Conocerlo cambió mi vida. Lo admiré desde el primer momento.
«Mi padre y él eran grandes amigos, e incluso se quedaba en mi casa cuando iba a Alemania y yo le daba mi cuarto para que se hospedara. Para mí fue muy grande escuchar sus canciones desde tan pequeño. Yo no entendía su idioma, de hecho, nos comunicábamos con señas, pero él me hizo amar la música y a Cuba. Me enseñó a tocar mis primeros acordes y me grabó algunas canciones en un casete. Recuerdo cantar Giovanna y Sábanas blancas sin entender la letra, pero esforzarme muy duro por balbucear aquellas palabras en español.
«Unos años después, a finales de los 90, Gerardo regresó y me invitó a tocar en un concierto. Yo estaba en el público y me dijo: “Tobías, ven pa’ acá, yo sé que te aprendiste Sábanas blancas”. Esa fue mi estreno en un escenario. Tenía apenas 12 años y casi ni sabía tocar la guitarra, pero me hizo muy feliz. Lo recuerdo como la primera vez que me sentí trovador. Gerardo es un gran amigo de mi familia, tanto así que me enorgullece decir que uno de sus hijos se llama Tobías y también es trovador».
Si la vida me desterrara a un rincón de la tierra…
Esta vez me confiesa, casi susurra con tristeza y se llena de energía a medida que avanza en la historia, porque como él mismo dice «la vida supera la ficción».
«Mi papá era miembro de la Stassi, que era el Servicio Secreto de la República Democrática Alemana (RDA). Tras la caída del campo socialista, como muchos que ocupaban cargos en el Gobierno, tuvo que buscar su lugar y empezar de cero. Para él, Cuba constituía la única esperanza de que continuara el socialismo en el mundo.
«Vino a La Habana en 1975 y desde entonces surgió su historia de amor con la Revolución. Por eso, junto a otros dos compañeros, decidió fundar, tras la caída del muro, la organización Cuba Sí-Berlín, para ayudar a la Isla en medio del período especial, mediante donaciones de todo tipo: leche en polvo, medicamentos, material para hospitales, e incluso autobuses, intentando mantener el puente de ayuda económica que había establecido la antigua RDA.
«Cuba Sí-Berlín, además de las donaciones, realiza un trabajo político de justicia. Cuenta con una página web y una revista trimestral que publica noticias, difundiendo aquello que sobre Cuba y Latinoamérica no se hace visible en los medios alemanes. Nuestra organización intenta ofrecer un punto de vista descolonizado y procubano en mi país. Hay muy pocos europeos que logran entender objetivamente a Cuba, porque los medios constantemente bombardean con información falsa y negativa. Nosotros tratamos de mostrar la belleza de la Revolución Cubana y las razones de Cuba, al tiempo que nos referimos también a los movimientos de izquierda del continente. Mi acercamiento a Latinoamérica llegó a través de la organización.
«El bloqueo norteamericano ha sido un freno para Cuba Sí-Berlín. Muchas veces hemos querido enviar donaciones monetarias y los bancos no aceptan hacer transacciones a Cuba. Los contenedores, a veces, no han llegado o han tenido que enfrentar las más disímiles trabas, porque no pueden tocar ciertos puertos, debido a las leyes de EE. UU. El bloqueo es real y muchas veces me pregunto cómo Cuba ha podido estar en pie hasta hoy.
«Para mí, Cuba es el cariño y la poesía. Han sido fundamentales en mi formación escritores como Guillén, Martí y Alejo Carpentier. Mi obra tiene mucho de música cubana, creo que Cuba está en todo lo que soy».
Yo te juro que voy a morirme de amor y de ganas…
A esta altura de la noche, ya habíamos cantado juntos un par de canciones dedicadas a La Habana en el muro del malecón sin agua de Santa Clara. Escuché en su voz alguna de Silvio y muchas otras en alemán, inentendibles para mí, pero llenas de nostalgia y, según me contó, de las historias que lo hicieran transformarse en el ser humano que es en la actualidad.
«La transición del socialismo al capitalismo fue muy compleja para mi familia. Yo tenía tres años cuando se cayó el muro pero recuerdo las historias que han prevalecido. Tengo claro que incluso hoy, siguen existiendo diferentes mentalidades entre la Alemania oriental y la occidental, eso se nota, especialmente en Berlín. Hay diferencias grandes en el idioma, por ejemplo.
«Muchos intelectuales se vieron obligados a dejar de ser profesores y ponerse a vender chorizo o papas fritas en las calles, para poder mantener a los suyos. Profesores de Marxismo como mi abuelo, quedaron desempleados. Mi madre continuó siendo bibliotecaria, pero mi padre y la mayoría de los empleados del Gobierno no tuvieron esa suerte. Mi papá estuvo sin trabajo dos años, hasta que creó Cuba Sí-Berlín.
«A mí no me educaron de una manera impuesta, porque mis padres me dieron opciones para que pudiera crear mis propias ideas. Jamás olvidaré que siendo muy pequeño mi padre me regaló el Manifiesto Comunista y me dijo: “Esta es mi Biblia, léelo y hablamos”. Para cuando terminé la universidad, que estaba más preparado y pude indagar más en el complejo filosófico marxista, ya mi papá había muerto. Actualmente me defino como comunista.
«Actúo en las marchas de izquierda y doy mi voz para la causa. En la universidad me vinculé al movimiento feminista y he estado muy unido también a la causa de la inmigración, de hecho trabajo en un centro cultural para refugiados llamado Espacio Libre. Soy profesor de música de niños sirios, palestinos, latinoamericanos, así como de alemanes con bajos recursos. Ese espacio guía a estos niños y les da una formación cultural muy valiosa, después de la escuela; les da comida, los ayuda con las tareas, les enseña artes y los incita a practicar deportes. Todo de manera gratuita».
De andar tus calles, tus barrios y tus lugares…
Tobías Thiele es cantante, compositor, músico de teatro y productor musical. Estudió musicología e idioma Español en la Universidad de Humboldt, además de guitarra clásica y jazz/pop en la UDK, Universidad de las Artes de Berlín. Hasta la fecha, ha visitado Cuba más de 25 veces, donde ha realizado diversos conciertos y colaboraciones con músicos cubanos.
«Hace dos años mi hermano y yo nos involucramos en un nuevo proyecto: el sello discográfico Redhead music (la música de las cabezas rojas), un poco alegando al color rojo dentro de la política. Nuestra función es promocionar y promover la música alternativa y no hegemónica. En él realizamos mis dos discos: Unerhört (se traduce como indignante e inaudito) y Todo puede ser diferente.
Tobías siempre tendrá razones para regresar a la Cuba que ama. El pretexto será contribuir a un país mejor. Abrazar a los amigos. Continuar la herencia de su padre. «El mundo tiene que escuchar a estos jóvenes trovadores», me dice. Yo solo sonrío para disimular cuánto me emociona saberlo, y seguimos en la descarga. Esta vez le canto Longina, de Manuel Corona, la musa que nos ronda e hizo posible este encuentro.