Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Con la música electrónica en el corazón

A la corta edad de 25 años, el artista escocés Denis Sulta es considerado «la nueva esperanza del house»

Autor:

David Ruiz Limilla

«La música electrónica despierta en los jóvenes una gran pasión, sin embargo, pocos pueden desarrollarla como una profesión o forma de vida. No es imposible, lo importante es no desanimarse». Así, a través de las páginas de Juventud Rebelde, el afamado DJ escocés Denis Sulta le transmite optimismo a quienes sueñan desarrollar esta carrera, aprovechando su estancia en La Habana a raíz de la reciente Semana de la Cultura Británica en Cuba.

Nombrado en realidad Héctor Barbour, quien ha formado parte de prestigiosos sellos como Basement Jams y Numbers y Dixon Aveneu, con los que ha editado discos como Aye Spoake Te Sumwuhn & They Listenhd, My World, entre otros, ha conseguido, a la corta edad de 25 años, ser considerado «la nueva esperanza del house».

—¿Qué les recomendaría a los jóvenes que se están iniciando en la música electrónica?

—A los jóvenes que aspiran a ser DJ y a entrar con seriedad a la música, que no desistan y que se unan a las personas talentosas, hay que tomar los referentes apropiados. Deben enriquecer su cultura musical porque pueden utilizarla para fusionar géneros, sin prejuicios con los estilos musicales. La única diferencia que debemos establecer es entre la buena y la mala música, o sea, la que nos hacen sentir y la que nos es indiferente.

—¿Qué ha significado estar en Cuba e intercambiar con músicos cubanos dentro de la celebración de la Semana de la Cultura Británica?

—Me emociona mucho como ciudadano de Inglaterra ser parte de las celebraciones por la Semana de la Cultura Británica. Siento que es un honor estar aquí compartiendo lo mejor de mi arte con un pueblo que me ha recibido de manera muy amable. Sin dudas, ha sido una grata experiencia visitar Cuba, ver cómo las personas han recibido mi música y aprender de mis colegas cubanos, entender cuáles son los sonidos de esta ciudad y del país. Pienso que a todas las comunidades las describe un sonido en particular, y es para mí como artista un elemento muy valioso intentar asimilarlos y reflejarlos a través de las diferentes armonías que creo con la música electrónica.

—¿Cómo ve el desarrollo de la música electrónica en Cuba?

—Uno de los principales objetivos de mi presencia en Cuba ha sido intercambiar con los DJ cubanos para brindarles mis conocimientos acerca de la forma de crear música y gestionar su producción a través del marketing. Me interesaba conocer sus perspectivas con la música electrónica, las potencialidades que tienen para desarrollar este género y apreciar la forma en que conciben los sonidos.

—¿Qué es para usted crear música electrónica?

—Una pregunta a la que como artista me es difícil  contestar… Es describir su sonido propio, porque me gustaría pensar que ella habla por sí sola. Mi música es el canal que empleo para comunicar cómo me siento, para expresarme a través de los sonidos que interpreto.

—¿Cómo llegó a ser un respetado DJ que participa en conciertos de diversas partes del mundo?

—Me inicié en el universo de la música tocando la trompeta en la Orquesta Juvenil Nacional de Escocia, instrumento que estudié cuando tenía entre siete y 12 años y que se ha convertido en una base importante de mi formación. En esa época, en que aún no conocía la música electrónica, comencé a actuar en público, en lugares nocturnos donde las condiciones para interpretar la trompeta no eran las idóneas.

«Al cumplir 18 años me puse a trabajar en una tienda de discos de vinilo. Allí sentí la necesidad de conocer más acerca de la producción musical. Comprendí que era necesario pertenecer a una disquera para poder llegar a gran cantidad de personas. Esta es una de las razones por la que los jóvenes se desaniman cuando empiezan, ya que no encuentran apoyo.

«En la tienda se vendían, además, consolas y equipos que se usan para hacer música. Eso me permitió aprender cómo mezclar y crear un single. En esos tiempos los clubes y los promotores no estaban abiertos a recibir talento nuevo, así que no me quedó más remedio que comprarme el equipo profesional y superarme por mí mismo. Me ayudó mucho estar expuesto a la música de Glasgow, mi ciudad, que siempre se distinguió por las buenas propuestas musicales.

«Para poder insertarme en el mundo que deseaba tuve que hacerme representante musical de diferentes artistas, y así creé contactos y gané mucho más claridad sobre lo que deseaba hacer. Estando en los clubes nocturnos me di cuenta de cómo reaccionan las personas cuando escuchan una canción, qué esperan, y es algo que aplico cuando estoy actuando para cualquier tipo de público.

«En todos esos años me vi obligado a realizar otros trabajos para sostenerme, como lavar platos en un restaurante para ganar algo de dinero y poder seguir con mi proyecto. Es muy difícil que alguien te abra las puertas para tocar en un club cuando no tienes experiencia o una marca propia, por eso decidí crear, junto a un amigo, un club, donde poco a poco empezamos a organizar fiestas con gente cercana interesada en la música y estudiantes universitarios. Cuando llegamos a la quinta fiesta ya no cabían las personas. Entonces supe que cuando se trabaja de forma tenaz en lo que se quiere, todo puede lograrse.

«Mientras tocaba la música de otros artistas pensé en la posibilidad de crear la mía propia. Así surgió mi sello musical, intentando siempre quedarme en la mente de quienes me escuchaban. Empecé insertando mis temas en otras grabaciones para ver qué opinaban mis amigos sobre mi música sin que supieran que yo la había compuesto.

«Un salto importante en mi carrera se produjo cuando me uní a cuatro amigos talentosos para crear música y asistir a fiestas universitarias. Esos fueron años muy divertidos de mi vida. En una de esas noches conocí a un promotor que coordinaba una de las principales fiestas en Edimburgo. A partir de ahí establecimos una amistad cercana con él y me concentré en mi música, en crear un equipo de trabajo con responsabilidades bien definidas con el fin de poder iniciar grandes proyectos y presentaciones.

«Resulta esencial trabajar con personas talentosas que se sientan motivadas con el proyecto, relacionarse con DJ que posean una obra importante y con disqueras como Dixon Avenue Basement Jams, con la cual he tenido el privilegio de hacer cuatro presentaciones de discos».

—¿De qué forma concibe la preparación de sus espectáculos?

—El arte tiene la belleza de adaptarse al tipo de público para el cual se hace el espectáculo. Eso es lo que siempre hago y me emociona. No me presento con una lista de temas establecidos, sino que ajusto mi música al lugar, a la cantidad de personas que asisten, a la idiosincrasia del país, etc. Por ejemplo, yo he participado en importantes festivales de música electrónica en China para más de 25 000 personas y no ha sido igual que cuando me he presentado en lugares más privados, con un máximo de 50.

—¿En qué se inspira a la hora de crear?

—Lo que más me mueve para componer son las emociones, querer decir lo que siento y no puedo expresar con palabras. Lo importante es sacar de cada situación una experiencia que me haga sentir artista. No siempre son emociones positivas, pero a veces de los malos momentos nacen composiciones interesantes.

—¿Cuáles fueron las influencias en su formación como músico?

—Yo crecí en un mundo musical, mi padre es un excelente instrumentista que interpreta el piano y posee dos diplomas en la materia. Por tanto el ambiente donde nací y me desarrollé era musical, aunque en Glasgow, mi tierra, la música no se ve como una forma sustentable de vivir.

«Al principio la tomé como un hobby, pero a medida que fui creciendo me convencí de que podía ser una actividad tangible, que se podía convertir en mi profesión. Llegar a donde estoy ha sido la combinación de esfuerzo y trabajo constantes. Siempre les digo a los músicos jóvenes que si creen en la música, la llevan en el corazón y la sienten en sus entrañas, entonces nunca deberían de rendirse, porque siempre existirá una forma de lograrlo».

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