Es quizá el más mentado en Cuba. Viene siendo como un símbolo del realismo mágico, o una deidad del folclor sin cuya presencia los habitantes del pueblo donde se yergue asumirían el vacío. ¿Lo adivinan? Claro. Me refiero al Gallo de Morón. Así, en mayúsculas. Porque es único, en su recurrencia, entre el quiquiriqueo nacional.
Muchos lo invocamos para ilustrar cualquier exageración o cualquier desacierto de la suerte personal. Y quizá nunca lo hayamos visto. Ni sabemos quién lo puso en el sitio donde desde tanto tiempo está así: Impertérrito, sin envejecer. Cacareando en algunos momentos del día. Ajeno totalmente a las gallinas.Y sin mudar las plumas, aunque la tradición, el ponerlo como patrón comparativo de desastres y fracasos, se las arranque miles de veces al día.
Los lectores actuales ya pueden disponer de un manual experto sobre los orígenes y la vigencia del gallo de Morón. Un libro donde se mezclan la historia y el folclor. Se titula con los mismos términos con que el dicho popular lo invoca: El gallo de Morón. Y debajo, puesto a menor tipografía, el autor, Larry Morales (Morón, 1957), coloca entre signos de interrogación: ¿Sin plumas y cacareando?
Por el título, quizá podemos suponer que este libro implique un alegato. Y en ciertos aspectos es una defensa de la existencia monumental del gallo. Tal vez, sin embargo, no podamos imaginar que este libro —escrito con certezas investigativas y en prosa que resbala— nos transmitirá una biografía, que podría clasificarse de ficha técnica exhaustiva, donde se registran orígenes, venturas y pesadillas, del erguido e inmutable gallo.
También nos cuenta que, cuando las urgencias iniciales del cambio revolucionario, algunos exaltados incluyeron, inconsultamente, la demolición de ciertas tradiciones e imágenes. Y el gallo murió en su primera existencia. El pueblo se quejó. Acudió a los líderes de la recién triunfante Revolución. Y el gallo renació entre sus plumas demolidas.
Busquen, pues, a El gallo de Morón. ¿Sin plumas y cacareando?, publicado por Ediciones Unión. Al leerlo sabremos apreciar el valor ético e histórico de las tradiciones populares.