El espectáculo Infinito constituye el debut escénico de MICOMPAÑÍA Autor: Cortesía de la fuente Publicado: 27/04/2019 | 10:20 pm
El 8 de marzo de 2018 quedó marcado como la fecha del nacimiento de MICOMPAÑÍA, la agrupación que constituyó, desde sus cimientos, la reconocida creadora Susana Pous. Mas, que eligiera justo ese momento no fue un hecho casual. Cuando le preguntan sobre este particular a la coreógrafa de Infinito, el espectáculo que se estrenó mundialmente este 26 de abril en el Teatro Martí, de La Habana, para celebrar este primer aniversario (permanecerá en cartelera los días 3, 4 y 5 de mayo), nos dice:
«Coincidió con que un día así se produjo el cierre de DanzAbierta, pero parece que el ocho tiene alguna conexión con mi vida: ahora me doy cuenta de que se relaciona con el símbolo del infinito, como se titula esta pieza; con la cantidad de bailarines que me acompañan... También es una gran fecha, y aunque no me defino como feminista, sí defiendo a la mujer: nací de una que fue increíble, a quien además perdí de niña, lo cual me marcó para siempre; soy nieta de dos abuelas espectaculares, no perfectas, pues había alrededor de ellas ciertas oscuridades y secretos; yo tengo dos hijas... Cada día que pasa constato que en el mundo de las mujeres queda todavía mucho por hacer. Siento que fue una decisión coherente con mi manera de pensar y de actuar».
—¿Por qué MICOMPAÑÍA? ¿Significa un rompimiento con lo que hacías en DanzAbierta?
—De hecho, sí. La razón fundamental es esa: asumí la dirección de una compañía que realmente yo no fundé, aunque tuve siempre sentido de pertenencia, pues en ella permanecí por 20 años e hice un recorrido muy importante en mi carrera, a pesar de que llegué a Cuba ya como bailarina profesional. DanzAbierta me posibilitó descubrirme como coreógrafa, una experiencia creativa que no había vivido antes.
«MICOMPAÑÍA significa un rompimiento, pues nace de esa necesidad personal de crear algo que desde un principio fuera realmente mío, con mis preceptos artísticos, mis ideas, con mi visión de lo que quiero y siento como artista, creadora, directora. No se debe olvidar que esta agrupación danzaria fue creada por Marianela Boán. Cuando ya no estuvo, antes de mí, la responsabilidad recayó en Guido Gali, a quien asistí y ayudé durante mucho tiempo. Ahora sí decido. Esa es la diferencia.
«En cuanto a la denominación, solo decir que no soy egocéntrica ni egoísta. A mí me resulta muy difícil buscar un nombre, fue un “problema” cuando me tocó ser madre y elegir los de mis hijas, porque sé que estos de alguna manera marcan de por vida. Pero ocurrió que me pasaba el tiempo hablando de mi compañía y mi compañía..., porque estaba claro que ya no se trataba de la fundada por Marianela, ni la que dirigió Guido, ni la que heredé, sino la que yo iba a crear, a iniciar, y un buen día Caleb (Casas), mi esposo, me dijo: “¡ese es el nombre!”, y sentí que podía funcionar».
—¿Qué te has propuesto entonces desde el punto de vista artístico?
—Pienso que tomar decisiones y definir muy claramente el proyecto de algún modo me va a limitar, y yo quiero seguir pensando que puedo transformarme. La Susana artista y la Susana ser humano son la misma persona. Y yo me he transformado como mujer en muchos ámbitos.
«Quiero hablar a través de mis creaciones, sentir y mostrar lo que siento, lo que me preocupa, lo que sucede a mi alrededor. Desde el momento en que intente ponerme una etiqueta y decir: “a partir de ahora mi compañía tiene esta manera de moverse, estos preceptos”..., estaré coartando la creación, esa necesidad de expresión, de comunicar.
«Con todo lo habladora que soy, hay cuestiones que solamente digo cuando estoy creando o cuando bailaba, tal vez porque pasan más adentro, de una manera más íntima, y requieren ser más pensadas y salir de mí como si se liberaran».
—¿Qué nos cuentas en Infinito, también una de las actividades colaterales de la Bienal de La Habana y con la que, has dicho, celebran los 500 de la capital, el Día Internacional de la Danza y el quinto aniversario de la reapertura del Martí?
—Me es difícil tratar de definir en una sola idea qué es Infinito, pero lo pudiera catalogar como un viaje, un viaje personal. Infinito parte del intento de quererme entender más a mí misma, sobre todo a esta edad que a mí me parece maravillosa: esa en la que las mujeres nos vamos acercando a los 50 años. Tal vez en algunos lugares se vea que es como el final, pero yo siento que estoy en el mejor momento ahora, que con cierta calma y sin nostalgia de mi juventud, puedo mirar atrás y empezar a entender quién soy y cuál ha sido el recorrido hasta aquí, pero sobre todo que puedo saber hacia dónde me quiero dirigir.
«Al indagar hacia adentro me doy cuenta de que no puedo continuar avanzando si no miro hacia atrás, si no hurgo en el pasado, si no intento comprender a mis familiares, al contexto cultural y social en el cual nací y me crié. Analizando mi árbol genealógico he descubierto que en uno se resume esa información que se transmite de generación en generación, y uno cree que no le afecta, pues viene de seres que ni siquiera has conocido, pero lo cierto es que de pronto todo está ahí.
«De pronto la metagenealogía y la biodecodificación se convirtieron para mí en mucho más que términos, porque me abrieron una vía de conocimiento y un universo que me fascinó. Me dio mucha paz entender que no todo dependía de mí, sino que muchas cosas me habían sido dadas y anidaron en mi cuerpo. Fue a partir de esa toma de conciencia que empecé a preguntarme qué hacía con esta información que me ha posibilitado crecer.
«Comencé a compartir lo que vivía con mis bailarines, quienes también se percataron de que no son pocos nuestros puntos en común, que existen no pocos miedos, secretos, silencios, traumas, que se heredan, como también mucho positivo y bueno entregado en ese traspaso de generaciones; que al final estamos todos conectados. Es curioso, porque cuando se habla de infinito, casi siempre se mira hacia adelante, mas hacia atrás también hay uno: ese donde todo comenzó, donde está el principio.
«Este es un espectáculo de una sola noche, algo que me gusta; quienes me conocen saben que mis obras son así por lo general, porque a mí me encanta concebir mis obras como si se tratara de una película, tal vez porque estudié cine y teatro: siempre quiero empezar una historia y acabarla, como si necesitara un principio, un desarrollo y un final. También porque de ese modo los bailarines no se ven “obligados” a cortar la energía. Ello explica que en Infinito aparezcan todo el tiempo en escena, viviendo ese viaje.
«En cuanto a la música, no es que pueda asegurar que Susana nunca trabajará con música ya compuesta, pero me parece que si esta crece junto al espectáculo es más auténtica, más coherente con el proceso de trabajo y con lo que quiero expresar.
«Esta vez convoqué a Eme Alfonso, a quien conozco hace muchos años, porque también forma parte de mi vida familiar, pero, sobre todo, porque me emociona su obra artística, no solo por lo que compone e interpreta, sino además por su imagen, por los mensajes que nos hace llegar. Considero que hay una responsabilidad grande en lo que se dice y en el porqué hacemos las cosas. Todo lo anterior me conecta con Eme.
«Le propuse este reto y enseguida me dijo que sí. Y realmente ha sido fácil, diría yo. Quizá más fácil que con los músicos con quienes he trabajado, no porque sean más o menos talentosos, sino porque Eme estaba más dispuesta a compartir.
«Como a veces necesito de la imagen para narrar —jamás como decoración, sino para expresar aquello que no puedo decir solamente con el movimiento—, llamé a Sergio Valencia. Me fascina esa conversación en escena. La escenografía es mía y la asesoría artística y el diseño de luces es de Guido Gali. Realmente hemos diseñado un espacio escénico muy interesante con el cual he quedado muy feliz».
—¿Será esta una compañía de pocos integrantes?
—Mira, no lo sé... Pero trabajar con compañías grandes, con muchos bailarines, es algo complicado, porque requiere de más tiempo, y es que yo acostumbro a entregarme por completo, a dedicarme a ellos. Es esencial que me entiendan para que se involucren, para poder investigar.
«De momento me siento cómoda así. De hecho, con cinco personas monté Malson; con seis Showroom, con siete, Welcome; y bueno, ahora, Infinito con ocho... Ha sido casualidad.
«Infinito lo protagonizan bailarines de distintas generaciones, y eso me fascina. Tengo la sensación de que en la danza la mujer está desempeñando sobre todo el rol de acompañante, y sin que ellas sean aquí las protagonistas exclusivas, les he dado un espacio para que compartan de tú a tú con los hombres.
—¿Qué pasará con Infinito?
—Nos iremos a Santa Clara, justo después de estas presentaciones. Ya tenemos prácticamente programado para fin de año llevarlo a escena en Holguín, Santiago de Cuba, Camagüey, tal vez en Bayamo..., y yo encantada por poder actuar en todos esos teatros y que se vea el trabajo de MICOMPAÑÍA.
«En junio viajaremos a Canadá, al Festival Internacional de Danse Encore, un evento fabuloso de tres días, donde participan compañías de todo el mundo y, ¿sabes qué?, ahora que celebra su aniversario 25, habrá una noche cubana, en la que compartiremos con Rakatán. Quiere decir que los próximos meses serán muy intensos, y nosotros estaremos más que felices».
La Coreógrafa Susana Pous.