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Un trovador con el corazón insobornable

A punto de celebrar 60 años de vida y cuatro décadas de carrera artística, el holguinero Fernando Cabrejas no desmaya en la búsqueda de una canción donde coexistan lo poético y la denuncia social

 

Autor:

Liudmila Peña Herrera

Holguín.— Aunque él mismo se haya autodefinido en una de sus canciones como «un testarudo, un tipo torpe, algo bohemio, medio loco, que siempre está fuera de foco», el trovador holguinero Fernando Cabrejas es mucho más.

Según su coterráneo, el escritor José Luis Serrano, es «un autor imprescindible en cualquier antología de la canción cubana, por más exigente que esta sea. Dueño de un repertorio extenso y sólido es, sin embargo, el trovador menos conocido de su generación».

Por su parte, Silvio Rodríguez redondeó su esencia con un sintagma brevísimo, pero sustancioso, «Cantor de la familia», el cual dejó escrito en la deteriorada guitarra con que Cabrejas cantaba, en 1989, un fragmento que nos va descubriendo su estilo: «Lluvia, qué nube te parió esa madrugada/ que me encontraste solo con mi amada/ tendido en una hoja/ como cama».

No puede ser «un tipo torpe y loco» el mismo que observa detenidamente a su país y, preocupado por algunas circunstancias, escribe uno de los temas donde las referencias a la historia, a la ética martiana y a la realidad del cubano dejan una alerta clara, aunque simbólica, en Ojo con la Patria: «No podemos seguir en lo mismo/ ni a estas alturas jugar con Martí/ Cuidemos estos campos/salvemos la cosecha».

Mucho de su prestigio como cantautor se lo debe, sobre todo, a esa persistencia tan suya de defender aquello en lo que cree y convertirlo en música, con una estética que no le pidió prestada a ninguno de los artistas de su generación.    

«Me mantengo fiel a esa canción de barricada, con una mirada profunda hacia algunas cosas que conspiran contra el buen desarrollo del país. Soy frontal con eso. Hago llamados de advertencia, me arriesgo, sugiero otras ideas para seguir desarrollándonos como nación y como seres humanos. Creo que, a estas alturas, es muy difícil que haga concesiones».

—¿Cómo traduces la afirmación de no haber hecho concesiones?

—Que no me he «vendido barato», como dice mi canción Fuera de foco. No he querido, por estar colocado en un lugar determinado, hacer canciones que no me satisfagan a mí mismo. Ellas tienen que gustarme a mí primero, porque deben mantener una estética relacionada conmigo. En ese sentido, no he hecho concesiones.

—Quizá esa sea una de las razones por las cuales aún no tengas un disco, cuando vas a cumplir 40 años de vida artística…

—Para que avance rápido tu carrera debes prescindir de muchas cosas. Yo no quise prescindir ni de mi familia ni de mi vocación de padre. No opté por irme para La Habana porque no creí que fuese oportuno dejar atrás a la familia. Por otro lado, no considero malo ser el promotor de tu propia música, pero uno no puede ser el creador, el director artístico, el que hace la propuesta para la disquera… Pienso que ellas son las que deberían recorrer el país, moverse, cazar talentos. Es cierto, tal vez por eso no tenga todavía un disco.

Conocido por muchos intelectuales y seguidores holguineros como «el cacique de la trova», Cabrejas reúne ya más de 120 temas escritos por él. De entre todos, la compañía discográfica Egrem grabará, finalmente, los más populares en los estudios Siboney para conformar el CD Cuando todo coincida. Será un verdadero regalo para la música cubana y para quienes prefieren «la canción poética, con fundamento; la canción con alas, como la llamó Noel Nicola, que es esa que nos permite volar en muchos sentidos», explica.

Pero la impronta de este artista de pueblo, conversador empedernido e inquieto tomador de café, no se ha limitado a su peña Alta marea (con casi 20 años de creada en el municipio de Moa), patrocinada por Artex, o a Álbum Café El Chorrito, de la Egrem. Evaluado como asesor y director de programas de radio, también se desempeña como locutor de su propio espacio, Una canción necesaria, que sale al aire cada domingo, de seis a siete de la mañana, por la emisora provincial Radio Angulo, con el propósito de promocionar y difundir la canción de autor de habla hispana.

«La radio es una escuela grande. Me enseñó el poder de la síntesis, de visualizar las imágenes un poco más rápido, a través de los sonidos. Gracias a ella, mis canciones son breves, como pequeñas crónicas o viñetas. Debido a la radio, hoy me identifico con esa forma de crear», afirma el artista que, graduado de Historia de Arte de la Universidad de La Habana, regresó a Moa en busca de trabajo, guiado por la estratégica sugerencia de la cantautora Edelis Loyola. Ella, uno de sus amores de juventud, luego se convertiría en su compañera de toda la vida.

Hoy, a la vuelta de casi cuatro décadas, Cabrejas se mira en el espejo de su pasado y no encuentra muchas diferencias con el presente: «Me veo igual, en el sentido de que no he perdido las ganas de ser sincero conmigo, y de que me gusta nutrirme de la voz del pueblo. Yo soy un trovador o cantor popular, ya crecido, que ha madurado, con otras necesidades de expresión. A veces mis amigos me exigen porque no ando tan bien vestido como creen que debe andar una figura pública, pero yo sigo siendo un hombre normal. Eso sí, un poco entrado en años».

Debe ser por esa certeza del «hombre normal», alejado de cualquier pretendido envanecimiento culto, que a la dirección del teatro Comandante Eddy Suñol le haya tomado casi año y medio lograr que Cabrejas asumiera totalmente el hecho de obsequiar a los holguineros con el primer concierto de su vida «a gran escala».

El acontecimiento, que inició las celebraciones por sus 60 años de vida y los 40 dedicados a la trova, tuvo lugar el pasado 3 de noviembre, con el nombre de una de sus canciones más populares: Fuera de foco. Gracias al trabajo de dirección y al carisma de Cabrejas, más que un concierto, constituyó una ampliación de sus peñas, en el que el trovador departió con importantes músicos jóvenes holguineros, y el público no se cohibió de corear, solicitar temas e, incluso, emitir halagos durante la presentación.  

«Para el concierto hice una selección de algunas de las canciones que más me pide el público, pero también quise recoger los temas que marcan mi trayectoria artística», explicó Cabrejas, para quien, según dijo en su actuación, «no solo hay que hacer una canción comprometida, sino que comprometa».

Quizá por eso convocó a «comprometidos» especiales, como Norberto Leyva y su grupo, los muchachos de la agrupación de Raúl Prieto (hijo), el poeta José Luis Serrano y su hija Edelita Cabrejas, quien lo acompañó en la flauta, entre otros.

Después que se cerró el telón, Fernando Cabrejas, autodefinido como «un poeta amparado en una guitarra», respiró hondo, guardó los aplausos en el pecho y se dispuso, otra vez, a desandar las calles holguineras como un ciudadano cualquiera, con el oído atento a frases que le despierten la musa, y con ese «corazón insobornable que no acepta ningún trato».

 

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