Las relaciones de pareja han sido el motor principal de las historias desde que el cine es cine, y esta edición del popular Festival de Cine Francés en Cuba privilegia tan antiguo y recurrente asunto.
Amantes conflictivos, amores difíciles, variaciones de ese tan galo amour fou (amor loco) perfilan no pocos de los relatos que ahora mismo convocan en las salas capitalinas y de otras provincias del país.
Vista ya en el Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano en diciembre, del polémico y siempre atendible François Ozon, El amante doble nos enfrenta a una joven que acude al analista: la frágil Chloé inicia un tratamiento que la lleva a enamorarse del médico, Paul, y cuando llevan algún tiempo juntos, descubre aspectos que él había ocultado muy bien.
Una vez más el autor de notables títulos que hurgan en los laberintos de la personalidad (Desde 8 mujeres a La nueva amiga) nos provoca e inquieta, ahora desde la perspectiva de los gemelos, algo que, aunque inspirado libremente en la novela de Joyce Carol Oates, remite de algún modo a Los meteoros, de Michel Tournier, y metaforiza la dualidad intrínseca en todo humano, algo así como Dr. Jekyll y Mr. Hyde en clave de thriller erótico.
Aunque algo rocambolesca y retorcida, sobre todo a medida que avanza, no deja de sobrecoger y sobresalen los extraordinarios desempeños de Marine Vacth y Jérémie Renier; él dotando de los matices necesarios a su doble papel, ella justamente nominada por su trabajo en Cannes.
Un sol interior fue presentada por su directora, la también actriz Claire Denis (Chocolat, White Material…) y tiene como atractivo principal el protagónico de esa gran dama del cine francés (e internacional) que es Juliette Binoche, quien asume aquí a una mujer divorciada e insatisfecha con cada una de las relaciones que emprende o inicia.
En realidad, no es mucha la luz que proyecta este sol: poco hay en un periplo más que verbalista, farragoso y pretencioso que no perfila bien los personajes ni las situaciones y se queda en la superficie de los conflictos; si no fuera por la siempre elegante y profesional actriz protagónica, era para abandonar el metraje a la mitad.
La sección Mayo del 68 en el cine trae sin embargo un título para no perderse: Mal genio , de Michel Hazanavicius (El artista ) en torno a una pareja real, la que formaron el célebre director Jean LucGodard y la muy joven actriz Anne Wiasemsky, quien dio testimonio de esa relación en su libro Un anaprés.
En el filme no solo asistimos a un amor loco, a contracorriente y lleno de escollos —sobre todo por la difícil personalidad del cineasta— sino al agitado marco sociopolítico en que se enmarca: ese París de finales de los años 60 que vivió agitados encontronazos entre las ideas revolucionarias de los jóvenes universitarios y las fuerzas reaccionarias.
Verdadero mito dentro del cine francés, más allá del movimiento del que fue pionero (La Nueva Ola) Godard (1930), aun vivo y activo, es dueño de una filmografía tan sólida como diversa , que va desde sus inicios (El pequeño soldado o Los Carabineros) a sus recientes (Adiós al Lenguaje o TheImage Book), con frecuentes cambios de registro e intereses, como la etapa signada por el marxismo maoísta en títulos como La Chinoise ,WeekEnd o One Plus One que justamente representan el periodo que abarca el filme en cuestión, y en los que intentó un cambio radical dentro de la gramática fílmica que trasmitiera sus ideas políticas de ultra izquierda.
Mas, sin dejar de reflejar la convulsa época en que se inserta, ese Mayo del 68 que aún hoy nos influye y que marcó un viraje en la sociedad contemporánea, a Hazanavicius le interesa centrarse sobre todo en la relación de pareja, a la que el egocentrismo, el difícil carácter del realizador y el fundamentalismo con que llegó a abrazar sus concepciones estéticas y políticas, afectó ostensiblemente.
Tanto la dirección de arte como la fotografía y la música junto a un riguroso montaje hacen de este filme un precioso homenaje a Godard (pese a que no se le trate con paños calientes), al cine y a esa época gloriosa, pese a errores y excesos.
Louis Garrel, en la piel del genial y cascarrabias protagonista fue una elección más que certera para el mismo, no solo por su parecido físico sino por los indudables quilates histriónicos del actor. Un tanto deslucida como contrafigura, Stacy Martin aporta, en compensación, su ingenua y contagiosa sensualidad.
(Des)amores, pasiones, búsquedas y encuentros dentro del complejo universo de Eros: mucho y motivador hay en esta edición del festival del cine francés.