Grabriela Ramos junto a Jorge Martínez en la película Ultimos días en La Habana. Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 21/09/2017 | 07:02 pm
Cuando la mayoría de las niñas todavía prefieren las muñecas, Gabriela Ramos se descubrió actriz acaso sin saberlo, porque con cinco años es bastante improbable que entendiera con certeza lo que estaba haciendo. Disfrutaba de un cumpleaños y la animadora dijo que necesitaba a alguien para hacer de mariposa. «Me paré moviendo los brazos como en pleno vuelo y desde entonces no he parado de actuar».
Irreverente, con las características propias de una joven de 17 años, me «suelta» lo primero que le viene a la cabeza. Pero, por suerte, me acerca a su persona, porque no hay máscaras en el diálogo; es ella misma sin segundas lecturas ni medias tintas.
«No me gusta decir mi edad, porque quisiera ser mayor», afirma. Y cuando quiero indagar llena de curiosidad, y le recuerdo que ser mayor es el terror de las mujeres, al menos de las que me rodean, me responde: «Dicen que parezco menor. Soy muy independiente y me gustaría vivir sola, también soy muy romántica. Siempre me han gustado los hombres mayores».
Le hago saber que voy a publicar esa respuesta, sonríe, como señal de aprobación.
—Entonces, ¿cuándo comenzaste profesionalmente en la actuación?
—Tuve mucha suerte. A los siete años debuté en el cine en la película El viajero inmóvil, de Tomás Piard. Si mal no recuerdo el guion se basaba en el libro Paradiso, de Lezama Lima. El personaje se llamaba Eloísa. Mi mamá trabajaba entonces en el Icaic y fue quien se enteró del casting.
—Podemos decir entonces que tu mamá viene siendo tu representante…
—Sí, algo así. En otra entrevista dije que fue ella la que se enteró del casting que hacía Fernando (Pérez) para Últimos días en La Habana. Había ido a pedir la baja ese día. Vio allí a un grupo de muchachas y enseguida me llamó.
—¿Y qué recuerdas de esa entrevista? ¿Cómo fue estar delante de Fernando? ¿Es cierto que ya habían terminado la selección?
—Efectivamente, pero decidieron verme. Estaba nerviosa. Todo el mundo sabe que Fernando es un maestro. Le canté la canción que interpreto en la película y le conté experiencias personales.
—¿Qué pasó cuando te dijeron que eras la elegida?
—Fue un momento emocionante. Recuerdo que empecé a llorar, gritar, saltar y a preguntarme que si Fernando había visto mi talento, ¿por qué no me habían aceptado en la Escuela Nacional de Arte? En ese momento no sabía que entraría luego.
—¿No te parece que quizá aprobaste ahora por el personaje de la película?
—Puedo decirte que fui más preparada. Ya sabía cómo era el proceso y en la prueba hice el monólogo final de la película y canté Quimbara.
—A tu edad ya has incursionado en televisión, teatro y cine, ¿cuál prefieres y por qué?
—Te digo la verdad: no tengo preferencia, estoy muy contenta de ver que puedo hacer los tres, incluso ser dirigida por Fernando Pérez y por Carlos Díaz (El Público), a los cuales siempre admiré. Trabajar con ellos ha sido un sueño cumplido.
—¿Cómo es un día normal en la vida de Gabriela?
—Me encanta escuchar música, ir al teatro y, por supuesto, compartir con mis amigos.
«Entreno mucho físicamente, porque además de la actuación me fascina la danza. Lo que más me gusta es pasar tiempo con mi familia».
—¿Qué es lo peor que te ha pasado en una filmación? Sé que hay una anécdota...
—Así es, me desmayé cuando me hicieron el maquillaje de los golpes en la película. Sucede que no me había visto y cuando me paré frente al espejo... Imagínate, no esperaba verme así.
—¿Y lo mejor que pueda pasarte?
—Tener trabajo siempre, compartir con mis ídolos y que el público quiera y acepte a mis personajes. Me pongo muy feliz cuando me reconocen y dicen cosas bonitas.
—Recibiste el premio a la Mejor actriz de reparto en el Festival de Málaga por Últimos días en La Habana. Más allá de ese importante reconocimiento, ¿qué te dejó la película?
—Estoy muy agradecida por el premio, pero el mayor fue trabajar con Fernando, aprender de grandes actores como Patricio Wood y Jorge Martínez; conocer los valores humanos de Fernando.
Gabriela Ramos hace rato dejó de ser una joven común. Es probable que este destino estuviera predicho porque ella no se visualiza haciendo otra cosa. En ese afán dejó que le cortaran el pelo para Últimos días…, pero es apenas el comienzo. Seguramente lo mejor para ella aún está por venir.