Haydée Santamaria. Autor: Archivo de JR Publicado: 21/09/2017 | 07:01 pm
Su tío, Raúl Gómez García, marcó su vida desde que era un niño. Tanto que se convirtió en su inspiración, al punto de que una de las principales obras del destacado creador que es Jorge Gómez —el grupo Moncada— tiene su génesis en el perenne tributo que él rinde a todos los que han muerto/ para arrojar a los malos del histórico templo/ por el heroico gesto de Maceo/ por la dulce memoria de Martí.
«Siempre tuve afición por la música», aseguró en una entrevista el director de la popular agrupación, nacida el 7 de octubre de 1972, sin dejar de reconocer la valiosa influencia que tuvo su tío, «un joven de apenas 24 años, bien parecido, enamorado, locuaz, escritor... se convirtió en paradigma por la influencia de su personalidad y el apego a los principios. Raúl Gómez García, el poeta revolucionario que cayera combatiendo durante el asalto al cuartel Moncada, en Santiago de Cuba, durante las luchas del pueblo cubano contra la tiranía de Batista, sigue entre nosotros con la franca sonrisa, sus encendidos versos y el arrojo patrio que, al menos yo por entonces, no calculaba».
Quiso entonces el destino que a Jorge Gómez, cuando era profesor de Filosofía en la Escuela de Economía, le tocara la tarea de organizar una velada para recordar el quinto aniversario de la caída en combate del Guerrillero Heroico. Se iba a desarrollar en la Plaza Cadenas de la Universidad de La Habana, y al instrumentista y compositor le correspondió dirigir a cerca de 150 personas, entre la gente de teatro, danza, música...
Jorge Gómez.
A cada rato, Jorge rememora el momento que luego dio paso a la fundación del grupo Moncada. «Por entonces nos llamábamos Grupo Instrumental Universitario. La actuación resultó decorosa, tanto, que el rector a la sazón, José Miyar Barruecos, Chomy, me preguntó qué grupo era aquel. “Uno que inventamos para la velada”, le contesté. “Deben integrarse nuevamente. Visitará el país una delegación de catedráticos de la Unión Soviética y otras naciones, y queremos que aprecien nuestro arte”, me propuso.
«Aquello fue la locura. Disponíamos de poco tiempo y debíamos ampliar el repertorio; buscar otros instrumentos. La presentación fue un éxito y el rector sentenció: “¡Esto no se puede romper!”. Te hablo de finales del año 1972».
Poco tiempo después se preparó otro espectáculo, que terminó siendo una cantata. Esa vez para celebrar el aniversario 20 del asalto al cuartel Moncada. La idea partió de Alberto Faya. «Es algo que te toca de cerca, por tu tío», le enfatizó. «¡Eso sí, vamos a hacer nuestras propias canciones!», le dejó claro. Estarían inspiradas en Santiago de Cuba, la granjita Siboney, el asalto, los muertos...
«Rememoré aquella actitud de abuela Virginia cuando la caída en combate de mi tío; y también el hecho de que la fecha del 26 de Julio se espera con festejos, como el día más feliz de la patria... Se hizo la Canción del Moncada, la cual estrenamos en la sala Talía, de la Universidad.
«Entonces ocurrió que Melba Hernández, quien se desempeñaba como presidenta del Comité de Solidaridad con Vietnam, nos invitó a actuar en la inauguración de un poblado, a unos 40 kilómetros al este de la capital, que lleva por nombre el de aquella aldea que fue arrasada por la aviación de Estados Unidos: Ben Tre. Y me preguntó: ¿cómo se llama el grupo? “Pensamos ponerle Credenciales, le contesté. Habíamos pensado en Moncada, pero no quisiéramos parecer irreverentes...”.
«Melba subió al podio y habló a los pobladores del lugar. Al finalizar, les dijo: Ahora actuará para ustedes el Grupo Moncada, de la Universidad de La Habana. Así se oficializó el nombre».
Otra relación muy entrañable
También Haydée Santamaría estuvo presente en la Cantata de Moncada. Hubo un momento en que, entre los temas que se interpretaron, se dejó escuchar aquel que se titulaba Amor. Finalizado el concierto, el alma de Casa de las Américas se les acercó a los muchachos del grupo para saludarlos.
«¿Quién escribió esa parte?, quiso saber Haydée refiriéndose exactamente a Amor. Yo, le respondí, pero pensando que algo no estaba bien. Fue cuando ella me dijo: “No es posible que tú lo hayas escrito porque eres muy joven, tú no puedes haber sentido eso”. Le expliqué que había leído bastante, que, por supuesto, tenía vivencias, le hablé de la búsqueda que había hecho, y sobre todo que estuve siempre muy cerca de Raúl, mi tío.
Gómez García.
«En cuanto descubrió que yo era sobrino de Raúl Gómez García, me manifestó: “Ese texto lo escribió Raúl, él es el único que podía saber. Mientras se cantaba esa parte, yo volví a ese momento. Estoy segura de que eso es algo que Raúl “te dictó”. Sus palabras me impresionaron mucho, y me sigue impresionando, porque es de esos misterios que tiene el cerebro, la razón. Y a partir de ahí tuvimos una relación muy entrañable…», narró el guionista, presentador y director de programas de radio y televisión en 2015 para el documental Nuestra Haydée, realizado por la colega Esther Barroso.
También en Nuestra Haydée fue donde Gómez relató que aunque estaba seguro de que había conocido a la Heroína del Moncada antes del asalto, no podía ubicar el momento exacto. «La tengo que haber visto porque mi tío, que tenía excelente relación con Boris Luis Santa Coloma y con Abel Santamaría, me llevaba con él a muchos lugares. Estoy casi seguro que debo haberla visto…». De cualquier manera, luego hubo otros encuentros que dejaron una huella profunda en el artista.
«Tal y como yo lo siento, Haydée fue muy atormentada. En el Moncada estaban las personas que ella tenía más cerca de todos sus sentimientos, de todo su amor, no eran sus compañeros de acción solamente, sino personas que ella amaba profundamente: su hermano Abel, su novio Boris, Raúl...
«Siempre que se hablaba de esas cosas, ella hablaba con la alegría del triunfo, pero como si sintiera una deuda al estar viva y que hubiera muerto tanta gente a la que quería tanto. Y con Raúl…, me decía que Raúl venía siempre con una flor para ella y otra para Melba, cuando había una reunión del Movimiento, y que eran flores tomadas de un arbusto. Raúl era una persona de una especial ternura; en medio de los planes de un acto bélico donde se puede perder la vida —como de hecho sucedió— la posibilidad de distinguir a esas muchachas… Ella lo quería mucho por eso, además. Y me decía que estaba muy preocupada cuando caían presos porque pensaba que la persona más frágil era Raúl, que él iba a sentir lo que les estaba pasando allí de un modo insoportable: “De las preocupaciones grandes mías, una era saber el suplicio de ese muchachito”, me decía».
Jorge también hablaba de las otras facetas de Haydée, quien dejó un recuerdo imborrable en la mayoría de los músicos de su generación. De hecho, una de las guitarras con las que contó en su momento Moncada, fue un regalo de la ejemplar revolucionaria.
«Si solo Haydée hubiera hecho en su vida lo que hizo a favor de la Nueva Trova, ya sería suficiente, por tener la sensibilidad de saber que ahí estaba el futuro de la canción cubana, y contra viento y marea dijo: “por aquí”. Si no hubiera sido la Heroína del Moncada y todo lo demás, solo por la comprensión de lo que era el Movimiento de la Nueva Trova, por darle el apoyo oficial a lo que parecía antioficial, hubiera sido suficiente».