Muchas de las noches de mi infancia transcurrieron viendo a mi abuela reír con las ocurrencias de Alegrías de sobremesa. Para ella, sentarse a disfrutar de aquel espacio radiofónico era algo casi religioso, una suerte de alivio, un hábito delicioso.
No me equivocaría al afirmar que ese fue un placer compartido por muchos oyentes, porque muchas fueron las generaciones de cubanos que crecieron aprendiendo a sentir parte de su familia a los personajes nacidos del ingenio inigualable de Alberto Luberta Noy, fallecido en el pasado enero.
La partida del Premio Nacional de Humorismo y Premio Nacional de Radio fue un triste vaticinio. Después de 52 años de conquistar corazones y movilizar el pensamiento, Alegrías de sobremesa toca a su final.
El próximo 1ro. de julio concluirá definitivamente sus transmisiones ese mítico espacio de la emisora Radio Progreso. Con ello también se cerrará una era en la historia de la radiodifusión en Cuba.
En una entrevista realizada en 2010 por esta redactora a Luberta Noy, el escritor se declaraba un amante del costumbrismo. Para él, ahí radicaba gran parte del éxito del programa: «Aplaudo cualquier forma de hacer humor, pero considero que el que resulta, el que le gusta al cubano, es el costumbrista.
«Una de mis premisas es intentar que la gente se vea reflejada en lo que sale al aire. Cuando eso sucede te ganas al público, lo tienes de tu lado». Entrañables personajes como Rita, Paco, Estelvina, Sandalio, Teté y muchos otros se encargaron de darle la razón al creador.
Alberto Luberta dijo a Juventud Rebelde que el buen humor va más allá del chiste fácil y que una bien concebida situación humorística tenía la posibilidad de perdurar por la compleja construcción dramática y sicológica. En ese instante confesaba su tristeza al saber que casi no quedaban espacios de ese corte.
En la memoria quedarán las voces de artistas de la talla de Martha Jiménez Oropesa, Marta Velazco, Eduardo Rosillo, Aurora Basnuevo, Mario Limonta e Idalberto Delgado, por solo mencionar algunos. Que no sea solo la memoria el ámbito donde permanezca vivo el arte de hacer buen humor en el éter. Esperemos que con esas alegrías que se van, lleguen otras que nos regalen ilusiones con sonrisas.