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Dejar que la curiosidad tome vuelo

Inquieto y con buenas dotes para transitar por varias zonas de la música cubana, Eduardo Sandoval acaba de presentar el CD Caminos abiertos, fruto de la colaboración entre la AHS y la disquera Egrem

Autor:

Yelanys Hernández Fusté

A Eduardo Sandoval no le gusta que lo enmarquen en un grupo o género musical. Inquieto y siempre curioso por encontrar nuevas rutas para crear, este novel artista prefiere que lo reconozcan como «un músico, un trombonista que trabaja con muchas agrupaciones».

Sandoval es capaz de tocar todo y se le ve formando parte del set de metales de agrupaciones como El Niño y la Verdad, el grupo de Raúl Paz o Buena Fe. Pero es Habana Jazz su principal proyecto, ese que le quita el sueño y le lleva a experimentar sus ideas melódicas.

Nacido en el municipio habanero de Playa, en 1985, a Eduardo le corre el arte por las venas gracias a sus padres, quienes desde pequeño lo alentaron a dedicarse a la música. Cuenta a JR que ellos le dieron las razones suficientes para dedicarse a la profesión, y destaca que su mamá es una ama de casa ferviente admiradora de la sonoridad cubana. Su papá no se queda atrás: «Es cantante, aunque no estudió en la escuela. Tiene muy buena voz y es intérprete del Conjunto Chapotín».

Fueron un complemento sustancial para su propósito de ser artista, la Escuela Elemental de Música Alejandro García Caturla, el Conservatorio Amadeo Roldán y el Instituto Superior de Arte (Isa). Allí obtuvo la técnica y los conocimientos necesarios para luego desarrollar su incipiente carrera artística, de la cual el trombón forma parte indispensable.

De ese instrumento, señala, le llamó la atención que puede, al igual que el cello, imitar a la voz. «El trombón es dulce y cuando uno logra dominarlo, trata de tocarlo sin que suene grotesco. Y eso siempre trato, de imitar la voz con mi trombón y llegar a las personas», confiesa.

Ahora que su ópera prima discográfica se acaba de presentar, fruto de una colaboración estrecha entre la disquera Egrem y la Asociación Hermanos Saíz (AHS), Eduardo Sandoval siente que tiene mucho por decir y las piezas contenidas en su CD Caminos abiertos, son una muestra resuelta de ello.

Al ofrecer detalles del compacto, Sandoval subraya que el volumen contó con la producción musical del saxofonista Michel Herrera. «Es un disco de jazz que toca muchos géneros de la música cubana. Hay rumba, guaguancó, boleros y canciones y también latin jazz», acota.

Allí resaltan piezas suyas como Cubano soy, Afro en casa, Rumbeando con Chano y Danzón a Isabel. También sobresalen dos obras cuya belleza trasciende en el tiempo: la primera es Veinte años, de María Teresa Vera y Guillermina Aramburu. De su versión, explica que buscó a la cantante Beatriz Márquez, «quien es una intérprete excepcional y la persona que más me impresionó en el fonograma».

Otro tanto sucedió con Despedida, un sencillo del pianista Miguel Núñez, y que escogió precisamente luego de descubrirlo durante esa gira que hicieron juntos por toda la Isla.

Aunque Eduardo lucha por no encasillarse, es la estética del movimiento de jóvenes jazzistas también un punto fuerte de atracción. «Me siento parte de ese movimiento y estudié con muchos de sus integrantes. Veo todo este proceso como una evolución del legado de esos grandes cultores del género como Chucho Valdés y Ernán López-Nussa. Pienso que están pasando muchas cosas buenas y muy bonitas con ese joven jazz cubano.

«Me considero que soy continuador de lo que hizo Juan Pablo Torres, excelente trombonista cubano y uno de mis mayores referentes musicales. Trato de buscar acordes nuevos a aquello que él hacía. Lamento no haberlo conocido, aunque sí a su hija, quien fue mi profesora de piano en la escuela Alejandro García Caturla».

—Entonces, podemos decir que es la versatilidad lo que caracteriza a Eduardo Sandoval.

—Sí. A todos los grupos he llegado a raíz de que me han llamado para formar parte de la grabación de sus discos. A la orquesta El Niño y la Verdad llegué gracias a un amigo. Un día me pidió que lo cubriera en la agrupación. Luego él se fue y yo me quedé. Me siento supercómodo allí. La música que tocamos es muy buena y el ambiente que hemos creado es especial. También trabajo con Buena Fe, el grupo de Raúl Paz, en la música clásica con la orquesta del Isa adjunta al Liceo Mozartiano de La Habana, y con mi proyecto Habana Jazz.

—¿Qué le encuentras a todas esas propuestas?

—Me llama la atención la fusión de músicas y que me permite desarrollarme como artista en cada uno de estos proyectos. Para mí no hay géneros malos. Ni siquiera el reguetón, que carece de elementos musicales, que sí tiene una pieza de la salsa, el jazz o la música sinfónica.

«Pienso que en los escenarios debemos tocar lo mejor posible por dos motivos: porque hay que respetar las obras de quienes acompaño, y porque uno nunca sabe quién te está escuchando».

—Habana Jazz es ese laboratorio donde Eduardo Sandoval experimenta sus inquietudes autorales. ¿Cuánto te ha aportado ese tiempo «investigativo»?

—Cuento con muy buenos músicos. Como estoy muy abierto a aprender, ellos también me guían. Hice mi proyecto de jazz porque no quería pasar inadvertido por la vida musical cubana.

—¿Cuánto te aporta el ser parte de la Asociación Hermanos Saíz y el ser ganador de la beca de creación El reino de este mundo?

—Lo primero que tengo que decir es que agradezco mi primer disco, Caminos abiertos, a la Asociación. Fueron las primeras personas que confiaron en mí —después entró la Egrem. Ellos apoyaron mi música y mi carrera, y quiero agradecerlo. Pienso que la AHS es muy importante para todos los creadores que no tienen un reconocimiento y les abre las puertas a todos los jóvenes que necesitan de su apoyo.

—Ahorita hablábamos de los jóvenes músicos, que traen un empuje tremendo y enriquecen la sonoridad nacional con sus aportes. ¿Cómo buscas insertarte en toda esa revolución musical que hoy encauzan los noveles artistas?

—Me insertaría como un trombonista más que pone un granito de arena en todo ese movimiento. Y lo hago interactuando con muchas maneras de hacer y con mi música.

Con innumerables planes para 2016, a Eduardo Sandoval y Habana Jazz pueden disfrutarlos en la red de clubes de jazz de La Habana, sobre todo en el Café Miramar y en La zorra y el cuervo.

Pero hay más en ese deseo de Sandoval por ofrecer su música y como adelantó a nuestro diario, este año tiene pensado, «siempre previendo los compromisos de trabajo ya pactados, un concierto de música clásica y quiero experimentar cosas que se han hecho poco en Cuba, como hacer un concierto para trombón y orquesta, que podría realizarse con la Sinfónica del Isa adjunta al Liceo Mozartiano, que dirige José Antonio Méndez». Esperémoslo.

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